La dimensión política de la crisis

 LA DIMENSIÓN POLÍTICA DE LA CRISIS.

Edgard Sánchez.
Algunas ideas para contribuir a la discusión del CC del 25 de abril sobre la crisis actual.

1.- Coincidimos en ubicar la crisis sanitaria actual en el marco de una crisis multidimensional que tiene de fondo la crisis civilizatoria a la que ha llevado el capitalismo. También el entrelace con la crisis económica que venía de atrás. No dudamos que se trata de una crisis histórica. Temas que fueron abordados en el anterior CC del PRT, celebrado también en forma virtual el pasado 11 de abril, sobre todo en el texto de Andrés Lund titulado “No es el fin del mundo”.
2.- Decimos, frecuentemente, que esta crisis hace “evidente” el fracaso del capitalismo y la necesidad de otro mundo. Es decir, el ecosocialismo, feminista antipatriarcal y anticapitalista. Es cierto que la crisis muestra el fracaso del capitalismo y la necesidad de la revolución. Lo que no estoy seguro es que sea tan evidente para todo mundo o que, al salir de la contingencia, ésta sea una conclusión evidente para todas y todos por la que haya que luchar. Es evidente para la izquierda anticapitalista. Es evidente para muchas activistas del feminismo antipatriarcal y anticapitalista. Pero para las grandes masas, sometidas a una terrible crisis sin precedentes en la forma de esta pandemia, las conclusiones de lucha por esta perspectiva pueden no ser tan evidentes. Y tampoco podemos esperar que por la dimensión de la crisis y la evidencia del fracaso del capitalismo, éste se va a “derrumbar” por sus propias contradicciones. Por grave que sea, la historia ha mostrado que no hay callejón sin salida para la burguesía que haga inevitable su derrumbe y su muerte. De nuevo si no existen los enterradores, el capitalismo no se autosepulta. Es decir, la acción revolucionaria y consciente de las masas para acabar con el capitalismo sigue siendo necesaria. Ciertamente, el carácter histórico y al nivel civilizatorio de esta crisis plantea también la posibilidad del fin de la humanidad misma por la dinámica a la que le ha llevado el capitalismo.
3.- Al repetir que frente a la crisis no hay más salida que la revolucionaria no estamos haciendo todavía agitación. Todavía es propaganda. Que el escenario al fin de la pandemia estará marcado por el fin del capitalismo y la necesidad del ecosocialismo es propaganda, así como nuestras explicaciones sobre lo que ocurre. En un sentido teórico es cierto, no hay más salida que la revolucionaria, por lo menos para la sobrevivencia de la humanidad ya ni siquiera solo para el proletariado. Pero la otra premisa básica para el triunfo revolucionario es la acción de las masas; es decir, la lucha, la movilización, el ascenso de la lucha de clases. Sin esto, nuestro discurso es solamente propaganda sobre la necesidad de un futuro radicalmente diferente.
4.- También es cierto que para ligar la propaganda programática con la agitación política se requiere un programa de transición que ligue ambos aspectos y ayude a la movilización; o por lo menos demandas transitorias centrales que ayuden a la movilización y agitación. En un texto muy bueno la NCT (Nueva Central de Trabajadores) lo ha resumido en “Salud, pan y trabajo” que obviamente rememora la consigna bolchevique de “paz, pan y tierra” que busca traducir la propaganda en agitación. En ese sentido van también otros textos como los del Llamamiento latinoamericano o las propuestas de CADTM y Eric Toussaint en torno al desconocimiento de la deuda. Y por supuesto los pronunciamientos tanto del Buró de la Cuarta Internacional, como del propio PRT. El tema es si de todos modos habrá condiciones de movilización precisamente cuando las condiciones de la pandemia imponen el confinamiento en las casas. Aunque podamos entender que la crisis económica, ya no simplemente financiera, se veía venir y que plantea duras disyuntivas, la peculiaridad de ésta es que a diferencia de anteriores crisis del capitalismo, como la Gran Depresión y otras sucesivas, siempre, pese al llamado conciliador de los reformistas había la posibilidad de la movilización masiva y autónoma del pueblo trabajador. Por lo menos, desde la perspectiva revolucionaria podías apostar a la irrupción de las masas a la lucha, aunque no consiguieras siempre el triunfo. Esta crisis económica, al coincidir con la crisis sanitaria, con la pandemia (que es real y no producto de una conspiración) obliga al pueblo trabajador todo, al movimiento de masas y otros movimientos sociales, a permanecer, para su protección, para su salud, en el confinamiento de la casa, es decir, en el aislamiento familiar o individual, a renunciar aunque sea temporalmente (¿por cuánto tiempo?) a la acción colectiva y movilizada.
5.- Puedes tener buenas demandas transitorias pero necesitas que prendan en la movilización. Las masas aprenden con la acción, con la lucha, no simplemente con la propaganda y la educación. El mejor educador socialmente es la lucha, la movilización, la lucha de clases. Pero con el confinamiento en las casas, lo que incluso se llama “aislamiento social”, distanciamiento social, es exactamente eso -la acción colectiva en las calles- lo que no se puede hacer ahora. ¿Ahora? ¿Por cuántas semanas? ¿o cuántos meses? También enfrentamos la responsabilidad de llamar o no a salir a la calle a luchar en estas condiciones. Aunque sí hay algunas luchas que se están dando en la calle. Algunas huelgas o plantones frente al paro técnico, patronal, que cierra empresas y deja a la gente sin trabajo. O al revés, cierre de empresas por parte de los trabajadores para no exponerse a la pandemia y porque sus empresas no son esenciales en estas condiciones. Pero son acciones minoritarias todavía y no parecen que puedan crecer. Incluso las protestas de personal médico, enfermeras y médicos, que no tienen insumos necesarios para enfrentar los riesgos de la pandemia y en cambio sufren la agresión y discriminación de gente ignorante que los ven como focos de infección. Luis Bonilla ha insistido cómo este aislamiento social, éste encerrarse en la casa, coincide con la dinámica de la educación en el neoliberalismo que quiere acabar con la escuela y los educadores. Trasladar todo al ámbito privado, a la reaccionaria ideología familiar y a los “tutoriales” por internet para capacitar. Ya hay las protestas de la CNTE y otros movimientos en el terreno de la educación que están denunciando y oponiéndose a los cursos en línea, especialmente en zonas en que no hay siquiera electricidad, que pretenden sustituir las clases presenciales, la acción del educador frente al grupo. Confinados en casa, todo mundo está obligado a vivir frente a la computadora o el celular sin la posibilidad de aprender y educarse en la acción, en la calle, en la movilización y la lucha. Este confinamiento debilita la conciencia de la necesidad de la acción social y no solamente individual. El 8 de marzo vimos la histórica y gigantesca movilización de mujeres. Se exaltó el papel de las redes sociales para lograr la movilización. Pero lo histórico fue el hecho de que se salió a las calles, a nivel mundial y en millones de mujeres. Lo histórico y trascendental es la movilización en las calles. Esto es lo que, a diferencia de otras crisis, está siendo impedido en este momento por la pandemia. Y el impacto histórico es que después de las jornadas del 8 y 9 de marzo empezó el proceso de confinamiento para enfrentar a la pandemia y el contagio. Y con el paso de las semanas llegamos a abril en que las estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, después de meses de tener tomada la escuela en su lucha contra la violencia a las mujeres, han tenido que entregar las instalaciones por el riesgo del contagio. Su digna declaración de entrega y lo consistente de su esfuerzo de meses y la autoridad moral alcanzada, sin embargo, no eluden el hecho de que han tenido que abandonar la Facultad no por represión o por triunfo completo, sino por el riesgo del contagio que ha obligado a hacerlo. Por supuesto, suponemos que el nivel de conciencia alcanzado en las jornadas del 8M y en estas luchas en ésa y otras escuelas no desaparecerá inmediatamente, pero el proceso de autoorganización, acción y movilización se ve temporalmente suspendido. Las redes sociales, aunque tengamos que usarlas para mantener la comunicación y la explicación de lo que ocurre, no pueden sustituir a la movilización. Después de semanas o meses de confinamiento en las casas, de aislamiento social, ¿será fácil salir rápidamente a las calles, a la movilización, a la huelga, a los mítines para reclamar lo perdido en este periodo o para mostrar que la única opción es la lucha revolucionaria? El miedo, la paranoia y el confinamiento en casa son elementos favorables a una visión conservadora y reaccionaria. Están siendo frecuentes las crisis personales, emocionales, la depresión por el miedo al contagio y el encierro que requieren de la solidaridad social y el acompañamiento para contrarrestarlas y contenerlas.  El encierro en la casa es, para muchas mujeres, un ambiente tóxico y peligroso como muestra el crecimiento de la violencia intrafamiliar contra las mujeres y feminicidio en estos días. Pero en general también para la clase trabajadora en general pues impide la experiencia en la lucha de clases directa en la calle y fortalece la ilusión en que las soluciones vengan de “arriba”: de un Caudillo, de Dios, del Estado. El confinamiento en casa apunta a ese mundo de lo que Bonilla identifica con la cuarta revolución industrial en que desde la casa pides el súper, una pizza o medicinas, tus hijos hacen la tarea frente a la compu y tú ves películas o series de Netflix. Ahogar la vida social. El mundo distópico marcado por la individualización y la vida en la casa. El único problema es que para la mayoría del pueblo, obligado a salir a trabajar en la calle porque vive al día de la economía informal y no tiene wi fi en la casa ni posibilidades de vivir conectado en el internet y no puede quedarse en casa y por tanto está condenado a contagiarte y eventualmente a morir.
5.- Por lo anterior es que me parece necesario no solamente reafirmar propagandísticamente nuestra alternativa revolucionaria y un futuro mejor. Sino también aterrizar en el terreno político, analizarlo, para ver los retos y dificultades que tendremos enfrente para reanimar la lucha de clases después de la pandemia. Para quienes sobrevivan, sobrevivamos, si logramos mientras tanto cuidarnos. No es frase retórica. He visto en estos días, amigos, compañeros y camaradas, sobre todo de mi generación en México y el mundo, que ya han fallecido o están hospitalizados peleando con el Codiv-19. Probablemente nada será igual después de la pandemia, como ya muchos advierten. Incluso en la vida personal, como el cambio ocurrido a fines de los 80s y el surgimiento del SIDA y la educación que se tenía que dar a las nuevas generaciones para ejercer “el sexo seguro”, a diferencia de la época de la libertad sexual de los años 70s. Así probablemente con semanas y meses en todo el mundo advirtiendo a la gente que no se toque, no se abrace y ni se bese. Pero también los cambios obligados en las formas de organización y lucha, pero para prepararnos para ello conviene también analizar los cambios que se están produciendo ya en el terreno político, en las relaciones entre las clases, en la evolución del nuevo gobierno y los retos para un nuevo régimen político. Es decir, al dimensión política de la crisis.
6.- Desde las resoluciones del CC de agosto pasado (ver los dos números de la revista La Internacional) señalamos que la llegada del gobierno de AMLO y la dinámica social a partir de 2018 es del mantenimiento de un ascenso de las luchas y de un proceso de radicalización. Como pudimos ver en octubre pasado, con la explosión del volcán social latinoamericano  (Ecuador, Chile, Bolivia, Puerto Rico, Honduras)  el estallido social previsible (el Tigre que decía AMLO) si se volvía imponer un fraude en 2018 respondía a una dinámica común a nuestros países. La hipótesis de la explosión social si había fraude se confirmó por la negativa cuando vimos que sí ocurría la explosión de esa magnitud y con esas formas en los otros países latinoamericanos. En México no ocurrió la explosión porque se impuso la transición pactada. Pero la lucha de clases continuó y las movilizaciones populares también pese a que los lopezobradoristas querían deslegitimarlas diciendo que supuestamente se daban ahora y no antes, como si fueran parte de su obsesión maniquea de que toda crítica le hace el juego a la derecha. Entonces explicamos que el voto del hartazgo popular se explicaba por la permanente movilización y lucha contra las reformas neoliberales de Peña y crímenes como los de Ayotzinapa. Aunque AMLO no hubiera apoyado a esas luchas, concentrado en su campaña electoral, el reconocimiento de su triunfo en 2018 no se entiende sin esas luchas previas. Y por la confianza ganada con la derrota y desfondamiento del PRIAN, las luchas después de julio de 2018 continuaron y apuntaban a crecer. Por lo mismo, el nuevo gobierno no solamente se ubicaba en las contradicciones de un progresismo tardío (Resolución del CC: entender el periodo: un nuevo régimen en construcción, en La Internacional no1) sino también con rasgos bonapartistas. Estos rasgos bonapartistas, con la crisis detonada con el coronavirus, una crisis histórica, se han profundizado y son decisivos en la actualidad. Con la historia inmediata de las permanentes luchas del pueblo mexicano, especialmente durante el gobierno de Peña Nieto, el gobierno de AMLO está obligado a tomar en cuenta esa radicalidad que llegó a reclamar masivamente el “Fuera Peña”, para sin abandonar sus principales proyectos neoliberales, especialmente los megaproyectos ecocidas, recurrir más y más a estos giros bonapartistas para no despertar al “Tigre” herido y provocado con las terribles consecuencias del empalme de la crisis sanitaria y la crisis económica, una expresión inmediata y concentrada de la crisis  civilizatoria.
7.- Para entender las condiciones de lucha, asumimos como central entender y explicar el carácter del nuevo gobierno y la posibilidad de un nuevo régimen, a la caída del régimen de la oligarquía neoliberal. Es lo que analizaron las dos resoluciones del CC recogidas en los dos números de La Internacional (en el número 2, publicamos “Retos y perspectivas en el nuevo ciclo de luchas”).Un nuevo régimen político en el marco del Estado capitalista (que sucediera al llamado régimen bonapartista del priísmo y después al régimen de la oligarquía neoliberal del PRIAN) implicaría un reacomodo de las clases dominantes hegemónicas en el aparato de Estado, un nuevo bloque de las clases dominantes Pero, dijimos que no estaba claro todavía si se consolidaba o no un nuevo régimen porque no se veía claro si se completaba el reacomodo de ese bloque dominante y qué sectores de la burguesía lo constituirían. De consolidarse, podría abrirse un periodo histórico de dominación transexenal, así como fueron los 70 años del periodo bonapartista del viejo PRI o los 30 años de la oligarquía neoliberal del PRIAN. Pero esto implicaba un reacomodo de las clases dominantes en ese nuevo régimen, no sólo un nuevo gobierno, marcado por una orientación que hemos llamado “progresismo tardío”. Precisar eso implica ubicar las diferentes fracciones e intereses burgueses presentes en el bloque pluriclasista alrededor de AMLO y que en términos políticos identificaba Luis Hernández Navarro, durante la campaña electoral, a Morena como una “Arca de Noé” por su heterogeneidad. Las respuestas del gobierno de AMLO en el terreno económico y social durante esta contingencia van mostrando ya el camino de ese reacomodo de las clases dominantes, del nuevo bloque alrededor del gobierno de AMLO, más que de Morena sumido en la crisis y parálisis.
8.- Es cierto que las respuestas del gobierno de AMLO ante la crisis han sido diferentes a lo que sería la tradición de los gobiernos neoliberales tanto del PRI como del PAN para no hablar de actuales gobiernos de derecha como los de Trump, Bolsonaro o Piñera. Además del manejo de la crisis sanitaria para “aplanar la curva de contagios” buscando alargar su efecto para evitar el inmediato colapso del sistema de salud por medio de una campaña del “quédate en casa” bajo la presión del convencimiento más que de la represión. Lo interesante en este terreno es la respuesta en el terreno económico y social, ya en el marco del empalme de la crisis sanitaria con la crisis económica. Esto ha llevado a una fuerte disputa interburguesa y reforzamiento de la campaña mediática de sectores de la derecha más reaccionaria contra el propio gobierno de AMLO. La diferencia central se ubica en el rechazo de AMLO de la solución a la crisis por la típica fórmula neoliberal del “salvamento” de la economía, es decir de los empresarios, de la burguesía, por medio de nuevas deudas que amarran al país durante años. El enojo empresarial tiene que ver con la oportunidad que ellos ya preveían de aumentar sus ganancias a costa de la crisis y del pago de la misma por parte del pueblo trabajador de esta generación y las que siguen. El método burgués tradicional. La avaricia patronal y burguesa presente siempre en circunstancias como ésta es contra la que ha advertido desde el principio la Cuarta Internacional, así como otros pronunciamientos del PRT, la NCT o el Llamamiento latinoamericano.  Defendemos nuestras vidas, no las ganancias de las burguesías. Salud, pan y trabajo, dice la NCT. La negativa de AMLO a recorrer el camino de un “plan de salvación” por medio de nuevos endeudamientos con el FMI, no implica necesariamente que se trata de un gobierno representativo de las clases trabajadoras, pero muestra que aún sin romper con el capitalismo, puede haber otro camino. Como dijimos en el CC de agosto pasado, los aspectos centrales de la política económica del gobierno continúan siendo marcados por el neoliberalismo. En los puntos de emergencia acordados por el gobierno en días pasados, por ejemplo, entre los puntos en que no habrá recortes, ni austeridad, ni suspensión de gastos, están los proyectos “insignia” del gobierno y que tienen que ver con los megaproyectos, como el Tren Maya, el plan transítsmico, el aeropuerto de Santa Lucía, la refinería de Dos Bocas, etc. Y junto con ello, la profundización del plan de austeridad, concepto que incluso ha logrado presentarse como un aspecto positivo cuando en las décadas anteriores y frente a gobiernos neoliberales en todo el mundo la lucha central de la clase trabajadora ha sido precisamente contra los planes de austeridad neoliberales. O sea, es posible una respuesta que mantenga los proyectos neoliberales sin aceptar en este momento nuevos endeudamientos con el FMI. No por convicción ideológica de un líder que se opuso tenazmente en su momento al Fobaproa, pues el Fobaproa como los intereses y servicios de la deuda se siguen pagando y están contemplados en el presupuesto de egresos vigente. La Secretaría de Hacienda ha anunciado también otros planes que todavía hay que examinar por la opinión que afirma que abre el camino a nuevas deudas. Pero en todo caso no se trata de deudas con el FMI que normalmente van acompañados de nuevos “planes de ajuste” que pagan las clases trabajadoras.
9.- Tampoco es precisamente que, acorde con la consigna de que “primero los pobres”, la negativa de aceptar nuevos endeudamientos tenga que ver con la prioridad de relanzar programas sociales, como ha sido el elevar algunos a rango constitucional. Algunos programas sociales, como antes Progresa o Pronsaol, se implementaron ,aunque fueran terrible fuente de corrupción, desde la época neoliberal. Y los del nuevo gobierno (o heredados desde la administración de AMLO en el GDF como las tarjetas para la tercera edad) son ciertamente parte de una estrategia común a varios gobiernos progresistas con énfasis en programas asistenciales, al tiempo que se mantienen megaproyectos neoliberales. La peculiaridad de este gobierno progresista es que llega tardíamente al proyecto cuando los precios del petróleo y otras commodities, están a la baja (y el petróleo cada vez más) que fueron el sostén de esos programas asistenciales en varios países latinoamericanos, empezando por Venezuela en la época de Hugo Chávez. El “progresismo tardío” no cuenta con esa fuente de recursos (como si hubiera llegado al gobierno en 2006, cuando el primer fraude contra AMLO) y aunque impulse la nueva refinería, la lucha contra el huachicoleo y demás, mantiene la reforma energética neoliberal y basa su estrategia para los planes sociales en la lucha contra la corrupción y más austeridad. En este contexto, es que resalta como central  de gran vigencia en este momento, sin necesidad de un gobierno anticapitalista, la perspectiva del desconocimiento de la deuda, la cancelación de las deudas públicas, como ha insistido Eric Toussaint desde el CADTM y como han recogido nuestros pronunciamientos como PRT y como Cuarta Internacional. Implicaría un giro en el financiamiento de programas sociales, basados en el desconocimiento de la deuda y la base para una medida más radical en este terreno como sería el establecimiento de la renta básica universal, como proyecto que supera las tarjetas de apoyo para la tercera edad, para las mujeres madres o becas para estudiantes. Incluso en la cuarentena actual es completamente lógica pues la consigna de “quédate en casa”, como todo mundo señala, es imposible de realizarse para una mayoría de la población que vive en la economía informal y por tanto vive al día con lo que gana trabajando en la calle. La renta básica universal para toda persona mayor de edad habría permitido el confinamiento en casa sin la presión del ingreso del día o la amenaza cumplida de despidos o “descansos” sin salario o salario disminuido. Como ha insistido Toussaint, el desconocimiento de las deudas públicas puede tener hoy una gran legitimidad social y moral que puede justificarse incluso legalmente como una medida de emergencia frente a la crisis actual.
10.- Pero lo que queremos destacar es que el debate sobre este curso ha acelerado la pugna interburguesa y probablemente el reacomodo de un nuevo bloque dominante en un nuevo régimen político en construcción (no sólo un nuevo gobierno). Como el “Arca de Noé” alrededor de AMLO implicó la confluencia de diversos, diferentes e incluso a veces confrontados intereses de diversos sectores de clase (justificada por Salmerón con torcidas referencias históricas incluso de Trotsky y el Ejército Rojo) frente a una crisis desatada por el coronavirus que no se esperaba, se ha desatado una fuerte pugna interburguesa. Hay que recordar que el bonapartismo no se refiere solamente a un gobierno que busca mantener el sistema equilibrando entre intereses del proletariado y la burguesía, sino también entre sectores de la burguesía, precisamente porque ninguna clase es homogénea. Y esto ocurre en este momento. Porque tampoco se trata de una pelea entre la burguesía y el gobierno de AMLO, sino entre diferentes sectores de la burguesía pues también hay un importante sector que apoya al gobierno. Están furiosos los que piensan que es una tontería mantener programas sociales y no avanzar hacia un nuevo endeudamiento que los enriquezca aún más, con la avaricia por regla para aprovechar la tragedia humana de la crisis actual para obtener más ganancias. El incidente reciente de las declaraciones de Javier Alatorre de TV Azteca, del grupo Salinas es ilustrativo de las contradicciones actuales. Tras las estúpidas declaraciones de Alatorre se van esos sectores burgueses que destilan odio y desprecio clasista contra las masas populares y que hasta de socialista acusan a AMLO, un nuevo Chávez o Fidel, porque no vela por sus intereses. Pero frente a los incendiarios discursos de la COPARMEX, está al alineamiento con AMLO (aunque cuestionado internamente) del Consejo Coordinador Empresarial, ante parte del Grupo Monterrey, está Alfonso Romo, Jefe del Gabinete y representante de otros intereses burgueses como los de Monsanto o el negocio del agua. Romo tiene algunos de sus cuadros en la Junta de negocios de Constellation Brands y cuando fueron a negociar por el resultado desfavorable a la consulta de Mexicali, quien acompañó a los ejecutivos de Constellation Brands fue precisamente Romo. Y en el negocio del agua están también implicados otros funcionarios incluso la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, cuya Secretaría encargada de la consulta en Mexicali hizo propaganda abierta a favor de la empresa. Pero ellos siguen apoyando al gobierno (incluso son parte del gobierno), pese a las maniobras bonapartistas que a veces tenga que hacer AMLO (como la consulta en Mexicali o en Texcoco). Y así sigue también del lado del gobierno, Carlos Slim y las empresas extranjeras que han ganado la licitación para la construcción del Tren Maya hace tres días, en medio de la cuarentena. O también que en medio de la cuarentena, Bonilla el impuesto gobernador de BC por 5 años, apoyado por Olga Sánchez, presenta ya una iniciativa de ley de aguas al Congreso de BC que busca hacer aprobar por vía electrónica. El nuevo bloque de fuerzas dominantes burguesas puede ser el apoyo para la conformación de un nuevo régimen político a partir del sexenio de AMLO. Las posibilidades de su consolidación, sin embargo, también tendrán que ver con otras consideraciones políticas.
11.- La otra amenaza en las respuestas de los gobiernos de todo el mundo en medio de la crisis es que para asegurar el mantenimiento de las ganancias recurran a medidas de fuerza, a respuestas autoritarias e incluso como en Chile, prácticamente a nuevos estados de sitio. Hasta el momento, afortunadamente, no ha sido el curso impulsado por AMLO desde el gobierno federal. Por medio de la cara amable del gobierno en esta crisis, Hugo López Gatell, se ha insistido permanentemente en la consigna de “quédate en casa” pero han rechazado explícitamente identificar el confinamiento con estado de sitio. Ya hemos comentado los efectos negativos y reaccionarios del confinamiento social (tanto ante la vida de las mujeres como para evitar la movilización y lucha en las calles) y en ese sentido general es también un estado de excepción, pero no ha llegado en el caso de México a un estado de sitio o suspensión de garantías. El énfasis para aplanar la curva de contagios ha estado en ganar la conciencia de la gente, lo que ciertamente lo hace difícil por la ignorancia, las criminales arengas de Alatorre…o por las necesidades sociales que obligan a la gente a seguir trabajando en la calle. Esto último, seguramente, explica también la prudencia oficial para no confrontarse en esta circunstancia con el “Tigre” popular. Obviamente hay contradicciones y tentaciones autoritarias. Gobernadores como los de Jalisco y Michoacán, así como algunos municipios grandes o chicos (algunos de Sonora, en Tijuana o pequeños pueblos en Oaxaca) ya han conocido medidas represivas para imponer el aislamiento social, desde detenciones y encarcelamientos, acoso policial, multas excesivas al que salga a la calle. A pregunta explícita en las “mañaneras” o en las “vespertinas”, López Gatell y López Obrador han rechazado las medidas autoritarias e incluso en los nuevos puntos de política económica y social, anunciando más austeridad, se advierte contra las tentaciones represivas. Eso no quita que además de gobernadores y presidentes municipales que quieren represión ya, hay también otras señales. Hace un par de días alguna legisladora de Morena ha propuesta una iniciativa de ley para facilitar la suspensión de garantías, el estado de excepción, que debería ser aprobado por el Congreso para que en su lugar lo pueda hacer la Comisión Permanente o incluso la reunión solamente de las Juntas de Coordinación Política de las Cámaras, para facilitar que el Presidente lo declare. Obviamente todas estas tendencias deben ser rechazadas y seguir oponiéndose a una salida autoritaria de este tipo. El problema es que la oposición a estas medidas de la derecha, la que está dentro y fuera del gobierno, en este momento no puede hacerse más que por las redes sociales y llamados a firmas electrónicas ante la imposibilidad de movilizaciones amplias que, ésos sí, en algunos casos están explícitamente prohibidos. Por eso en ese contexto es que adquieren cierto valor reacciones, desde algún modo en el terreno institucional, como las de la CNDH.
12.- Pero en realidad, el problema del autoritarismo se ubica más bien en el terreno político. En medio de la crisis y de la cuarentena (todos a las casas) la centralización del poder, incluso bonapartista, se facilita. Prácticamente todas las instituciones del  Estado está cerradas, con su personal en la casa. Los plazos legales están suspendidos. Las quejas ante la CNDH por despidos, reducción de salarios, atención médica negada, abusos policiacos, feminicidios o acosos sexuales y cualquier denuncia de violación de derechos humanos enfrenta frecuentemente el hecho de que la atención al público está suspendida. Pero en un sentido más amplio, la Cámara de Senadores está en cuarentena (solamente el lunes pasado fue obligada a reunirse para aprobar la Ley de Amnistía), igual la Cámara de Diputados, la Suprema Corte de Justicia. La principal institución del Estado que sigue funcionando todo el tiempo, y ofreciendo mañaneras, con cada vez menos reporteros por seguridad, es la Presidencia de la República. El Presidente en medio de la emergencia y apuntalando las tendencias caudillescas previas se convierte en el factótum de decisión política en el país. Y esto profundiza la crisis del sistema político y de partidos en el país que ya había sido detonado con el desfondamiento del PRIAN en julio de 2018. No solamente en ese momento entraron en crisis todos los partidos sino que ahora, limitada su acción a los poderes legislativos, están prácticamente ausentes en la vida política del país. Incluso el partido “del gobierno”, Morena. Paralizado por una división que no se resuelve. Que las medidas para renovar su dirección que le han dictado los tribunales electorales no se realizan ni se pueden realizar en medio de la cuarentena (cuarentena, por cierto, que será de más de 40 días). Y esta crisis, apunta a complicar el proyecto de un nuevo régimen en construcción que pueda tener un desarrollo transexenal pues pone en duda las posibilidades de que AMLO pueda refrendar una mayoría legislativa en las elecciones del 2021 (si se celebran) o la sucesión presidencial del el 2024 con Morena en crisis y dividido hasta el riesgo de la ruptura, al mismo tiempo que se intensifica la pugna interburguesa en el bloque que llevó al gobierno a AMLO. El papel de Morena que, por supuesto, sigue apoyando a AMLO (por ejemplo cediendo el 50% de sus prerrogativas) pero que no ha podido realizar ninguna movilización desde la electoral en julio del 2018, tiende a ser marginal. Incluso, como explicamos en un artículo sobre “la recomposición política y la izquierda socialista” en el número 2 de  La Internacional, AMLO está configurando una nueva red de partidos, no sólo Morena, alrededor de su gobierno como nueva red de partidos paleros que reflejan intereses distintos (desde el grupo de Elba Esther hasta el opuesto a Elba Esther, por ejemplo, solamente en el caso del sindicato magisterial, para no hablar ya de grupos de ultraderecha como los evangélicos del PES) con los cuales por otras vías sostener una mayoría legislativa. Incluso en el reconocimiento legal de nuevos partidos está expresada la crisis porque el procedimiento ante el INE está prácticamente suspendido por la cuarentena. Hasta para partidos de derecha como el impulsado por Margarita Zavala y Felipe Calderón. Adicionalmente, las elecciones locales a celebrarse este año (creo en Coahuila e Hidalgo) también están suspendidas. La crisis del sistema político y del sistema de partidos está también en su punto más alto. Obviamente tal situación resalta más la ausencia y urgencia de un partido propio de la clase trabajadora que sea anticapitalista. Pero este es otro tema que iniciamos a abordar el artículo antes mencionado.
13.- Pero esta crisis del sistema político y de partidos relativiza los temores ante un golpe de estado o los llamados golpistas de la derecha y que los lopezobradoristas aprovechan para insistir en alinearse con el gobierno de AMLO. Las contradicciones múltiples que hemos mencionado superan la visión binaria de AMLO de que supuestamente el mundo (o México) se divide entre liberales y conservadores, como si estuviéramos en el siglo XIX. (Incluso en el siglo XIX hay que recordar la otra opción ya embrionaria, la socialista, representada por Julio Chávez y el periódico El Socialista). El esfuerzo debe evitar caer en esa disyuntiva de con o contra el gobierno. Nuestro compromiso está con la defensa de los derechos humanos en este momento y la defensa de los intereses de todo el pueblo trabajador y el rechazo a las soluciones que ponen por delante las ganancias de los capitalistas. En los pronunciamientos ya mencionados hay una serie de puntos qe constituyen la base de un programa transicional, codificado con la consigna de salud, pan y trabajo, pero que tienen dos propuestas centrales en esta coyuntura el desconocimiento de las deudas públicas y la Renta Básica Universal. No acompañamos en este momento con una consigna de poder aunque estas demandas son claramente con dinámica anticapitalista. No abandonamos la perspectiva de un gobierno obrero campesino, del poder popular, pero la relación de fuerzas hoy y la envergadura de la crisis nos lleva a centralizar en estas demandas básicas y transicionales. Por supuesto, van acompañadas de otras propuestas que han sido planteadas ya en textos como el de la NCT o de las demandas feministas antipatriarcales y anticapitalistas recogidas en diversos espacios. Así como las que ya se ve, surgirán en el marco del 1 de Mayo.
14.- La derecha no tiene fuerza social ni legitimidad, Además del uso de las redes sociales y los medios de comunicación tampoco pueden hacer movilización  ni lograr respaldo en las calles. Sus intentos de marchas en los meses anteriores fueron ridículas. Ahora ni eso pueden hacer (así como nosotros tampoco podemos salir a las calles). Pero sobre todo, no tiene liderazgo ni autoridad política en la crisis. La reunión por Skype de diversos directivos empresariales con Pedro Ferriz que se filtró hace unos días, es ejemplar. Reconocen que el PAN, el PRI (menos el PRD) sirven para nada. Quisieran que las cámaras empresariales encabezaran su pelea, pero tampoco pueden porque desconfían de los sectores burgueses leales a AMLO. Entonces, algunos abiertamente, sugieren que la solución puede ser EU, el gobierno de Trump, pero inmediatamente se dan cuenta que esa carta golpista no es viable en este momento en México con los acuerdos que ha logrado AMLO con Trump. Ni lo mencionan, pero el ejército es apoyado y apoya a AMLO. Por eso decimos que la crisis es también de la derecha y la falta de liderazgo y autoridad moral y política. La reacción popular y mediática contra Alatorre por haberse atrevido a atacar a López Gatell y sus informes diarios sobre la pandemia muestran la falta de crédito ya autoridad de la derecha. Por el contrario, con todo y la crisis, AMLO mantiene un alto nivel de apoyo, según las encuestas. La derecha no tiene hoy posibilidades mas que de rumiar su descontento. Lo complicado en realidad es generar, fortalecer y unir (porque ya hay destacamentos) un polo social y político anticapitalista.
25 de abril de 2020.

Las referencias a los artículos y resoluciones del CC del PRT publicados en las revistas de La Internacional, así como las declaraciones del PRT, de la Cuarta Internacional, de la NCT, conjuntamente con la CNTE y la CNSUESIC, así como el llamamiento latinoamericano pueden consultarse todos en línea en el sitio del PRT: www.prtmexico.org