EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL MEXICANO Y LA REVOLUCIÓN POLÍTICA
Andrés Lund Medina, CP del PRT
MAYO: UNA PRIMAVERA DE LA ESPERANZA EN MÉXICO
Que vivan los estudiantes,
Jardín de nuestra alegría,
Son aves que no se asustan
De animal ni policía
-Violeta Parra
No cabe duda: el movimiento de traslación de la Tierra determina que en México, a lo largo de varias semanas más, estaremos atravesando una primavera ardiente. Los fríos se han alejado y los calores comienzan a elevarse. Las flores renacen, las plantas reverdecen, los árboles estrenan hojas y se llenan de aves. La estación ya se anunciaba caliente cuando miles de personas abuchearon una imagen del candidato del PRI, Enrique Peña Nieto (EPN) que colgaron a un costado del concierto del exbeatle Paul McCartney en el Zócalo. Pero la temporada propiamente empezó cuando, el 11 de mayo pasado, los estudiantes de la Universidad privada Iberoamericana, sin asustarse ni tantito, estrenaron esta estación del año y la volvieron política en el momento en que cuestionaron al candidato del PRI. No era nada nuevo lo que le decían: impugnaron su relación con el ex-presidente neoliberal Salinas de Gortari y su proyección política a través de Televisa. No obstante, cuando lo señalaron por la brutal represión al pueblo de Atenco en 2006 (dos jóvenes muertos, 26 violaciones sexuales, cientos de detenciones violentas y arbitrarias) y éste se responsabilizó muy ufano de su proceder, los jóvenes se colmaron de rabia e indignación. Al grito de “Todos somos Atenco”, le reclamaron a gritos su cobardía y lo corrieron de su universidad; el candidato salió huyendo seguido por el coro de: “La Ibero no te quiere”. Ocurrió, en ese preciso momento, el fenómeno del “cisne negro” o “el impacto de lo altamente improbable”: en el lugar menos esperado, en una universidad privada, brotó la más fuerte y directa impugnación que jamás había recibido el candidato del PRI y de los poderes fácticos. Pero el asunto no se quedó ahí. El arrojo de los muchachos de la Ibero impactó a la sociedad y, especialmente, a la juventud. De pronto se cobró conciencia de que se podía (y se debía) gritarle sus verdades a Peña Nieto, de que se le podía hacer huir, de que no era inevitable que el PRI y las televisoras lo impusieran como presidente de México. Quedó claro, como luego se lo fueron a gritar en vivo y en directo a Televisa, que “La democracia no es una telenovela.” El presidente nacional del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, afirmó que los jóvenes que actuaron así no eran representativos de la Ibero mientras algunos priístas los calificaron de intolerantes o pagados por otros partidos. Prepotentes y seguros de sí, no sospechaban que tendrían una respuesta fulminante. A final de cuentas, contaban con la complicidad de la telecracia y no importaba que la propia Ibero hubiera recibido antes a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) con gritos de “¡presidente” y “es un honor estar con Obrador”.
Oteando los cambios del viento, algunos cibernautas convocaron a través de las redes sociales, desde el 13 de mayo, a una “Marcha antiEPN” que se llevaría a cabo el 19 del mismo mes. En un ridículo intento de reparar los daños, el PRI sacó un spot editado intentando hacer quedar bien a su candidato en su paso por la universidad Iberoamericana. Si fuera el invierno de la desesperación, el asunto se enfriaría, pero la primavera de la esperanza en México apenas comenzaba.
#YoSoy132
Me gustan los estudiantes
Que rugen como los vientos
… Pajarillos libertarios
Igual que los elementos.
Caramba y zamba la cosa,
Qué viva lo experimento!
Respondiendo al PRI, a partir del 14 de mayo se empezó a difundir en Youtube y las redes sociales un video en el que 131 estudiantes de la Ibero mostraban sus credenciales para probar que pertenecían a ese centro de estudios, declarando no ser ni porros ni acarreados. Eran solo 131 pero invitaban a todos a ser el siguiente, el 132. Experimentando con los recursos comunicativos de las redes sociales, el movimiento #YoSoy132 empezaba a nacer.
Mientras el gobierno calderonista disparaba denuncias de corrupción contra ex-gobernadores del PRI y contra generales del ejército, que no tuvieron mucho impacto político, los jóvenes empezaban a movilizarse de manera espontánea: el 16 de este mayo prodigioso, los estudiantes de la Universidad Autónoma de Nuevo León corrieron al candidato Quadri, un falso ecologista del partido de la maestra del fraude, Elba Esther Gordillo; el 17 los estudiantes de la Ibero, junto con alumnos del Tec de Monterrey, del Instituto Autónomo de México (ITAM) y de la Universidad Anáhuac (todas privadas), convocaron a marchar el 18 de mayo, circulando en las redes sociales con la etiqueta de #YoSoy132. Ese viernes, cientos de estudiantes de algunas universidades privadas salieron a las calles portando carteles y mantas con la leyenda #YoSoy132 para protestar frente a las instalaciones de Televisa. Sus consignas eran: “Somos estudiantes, no somos porros”, “Estamos informados, jamás manipulados” y “Televisa te idiotiza, Tv Azteca te apendeja”. El nuevo movimiento estudiantil de la primavera mexicana acababa, oficialmente, de nacer. Y lo hacía desde las universidades de paga, con una base inicial de la clase media alta e ilustrada que se levantaba políticamente contra un candidato que simboliza la continuidad del régimen. El “cisne negro” mexicano desplegaba sus alas.
MOVILIZACIONES MASIVAS CONTRA EL PRI Y LA TELECRACIA
Me gustan los estudiantes
Porque levantan el pecho
Cuando les dicen harina
Sabiéndose que es afrecho.
Y no hacen el sordomudo
Cuando se presente el hecho.
El nuevo movimiento estudiantil mexicano nació con la mira puesta contra la manipulación televisiva, contra la tentativa de imponer un presidente (Peña Nieto) con el poder de las televisoras privadas. Aunque estudiantil, las demandas que empezó a enarbolar este movimiento no son, no fueron, estrechamente sectoriales o propiamente estudiantiles. Sus planteamientos han sido abiertamente políticos y democratizadores. De hecho, no le demandan nada al régimen actual porque no creen en él, porque lo rechazan, porque no quieren que continúe, Por eso, el movimiento confluyó de manera natural con la marcha del sábado 19 de mayo, cuando salieron a la calle miles de personas para sumarse a la Marcha antiEPN.
Los cientos de estudiantes del viernes fueron decenas de miles el sábado. Televisa decía que fueron diez mil, la CNN afirmaba que eran más de 46 mil y La Jornada dijo, textualmente, “que eran un chingo” (La Jornada, 20 de mayo de 2012, “Repudian miles a Peña Nieto, televisoras y PRI”). En la crónica de ese diario se informaba de sus contenidos políticos: “De todo hubo. En inglés castellanizado: “Guan, tu, tri; ni un voto por el PRI; tri, tu, guan; ni un voto por el PAN”. O frases como: “Peña Nieto tiene la tele, pero nosotros tenemos las calles y las redes”; “Yo soy prole, pero sé leer”, y “Yo no voto por ti; te lo firmo y te lo cumplo”.” Es decir: contra el PRI, contra el PAN y contra las principales televisoras del país. Lo que sucedió a gran escala en la ciudad de México, se replicó en menor grado en unas veinte ciudades más (Guadalajara, Guanajuato, Quintana Roo, Baja California, Nuevo León, Puebla, Querétaro, Michoacán, Chihuahua, Coahuila, Sinaloa, Chiapas, Tabasco, Morelos). En Veracruz. Durango y Nayarit aparecieron golpeadores pagados por el PRI atacando la movilización antiEPN. Los otros partidos institucionales brillaron gratamente por su ausencia (aunque el PAN intentó infructuosamente de capitalizar algo).
Empero, el asombroso mes de mayo no terminaba aún: para el domingo 20, el MORENA había convocado, también a través de las redes sociales, a una marcha a favor de AMLO. Sin presencia de los partidos del Movimiento Progresista, con la conciencia de que AMLO no estaría en él, pero con una entusiasta participación de jóvenes, el Zócalo se volvió a llenar. Después se marchó al Ángel de la Independencia, por las puras ganas de seguirse manifestándose. El periódico La Jornada lo planteó así: “Nueva catarsis antipriísta y antitelevisiva inunda la plaza pública”, pero con una más clara definición política. El apoyo a AMLO se reprodujo en varios estados de la república, significativamente en Veracruz, Guanajuato, estado de México, Jalisco, Puebla, Quintana Roo, Nuevo León, Baja California, Tamaulipas, Campeche, Morelos y Coahuila y otros.
Para reafirmar el flujo masivo de los estudiantes hacia la política, el lunes 21 de mayo se llevó a cabo el Encuentro Nacional de Estudiantes con AMLO que se concretó en un emotivo y multitudinario mitin en la mítica plaza de Tlatelolco. Nuevamente se congregaron miles de estudiantes de diversas instituciones de educación superior, privadas y públicas, y bachilleratos, de 17 estados.
El martes siguieron las protestas ante Televisa y el periódico Milenio. #YoSoy132 convocó a un mitin para el miércoles 23, en ese monumento a la corrupción que es la Estela de Luz, para, decían sus voceros, manifestarse e “integrar un movimiento por la transparencia informativa, un proceso electoral libre de manipulaciones y por la defensa de la educación.”
Otra vez miles de estudiantes salieron a protestar contra Peña Nieto, contra Televisa y la manipulación informativa. Con todo, algo empezaba a cambiar: en el mitin que se transformó después en una serie de marchas, llegaron no sólo estudiantes de la Ibero, el ITAM o la Anáhuac, también hicieron una presencia masiva estudiantes de instituciones públicas como la UNAM, el IPN, la UAM, del INBA, entre otras. Ese día se convocaron para realizar una Asamblea estudiantil, organizarse y definir su rumbo político. El movimiento estudiantil se disponía a dar su paso más importante: el de clarificar su postura política.
Se llegaba a esa reunión con varios triunfos en la mano: el rechazo a Peña Nieto se generalizaba y lo acompañaba a dondequiera que éste fuera; se tenía asegurado que el segundo debate presidencial se transmitiría en cadena nacional y su irrupción masiva había obligado a modificar las amañadas encuestas con las que, también, se pretende imponer a Peña Nieto: mientras bajaban los porcentajes de éste se elevaban los de AMLO, que definitivamente dejaba atrás a la candidata del partido gobernante de ultraderecha (el PAN). Para finales de mayo, las encuestan daba sólo cuatro puntos de diferencia entre Peña Nieto y López Obrador.
Gracias a esta intempestiva explosión estudiantil, lo imposible de pronto se tornaba posible: tal vez se podría confrontar al régimen neoliberal, ponerlo en una crisis de relevo electoral, quizás incluso podría ser modificado por la vía de unas elecciones calentadas por las enormes movilizaciones estudiantiles y populares...
CRISIS DEL RÉGIMEN OLIGÁRQUICO Y DEL NEOLIBERALISMO
Me gustan los estudiantes
Que marchan sobre las ruinas,
Con las banderas en alto
Todo indica que esta explosión estudiantil mexicana se enlaza con movimientos juveniles que recorren el mundo entero (Chile, España, África del norte, Estados Unidos, Grecia…) rechazando las políticas neoliberales e impugnando al sistema capitalista (como lo dicen muchos carteles y mantas de esos movimientos: “no es la crisis, es el sistema capitalista”). Es claro, además, que este nuevo movimiento estudiantil expresa el fracaso patente de casi 30 años del neoliberalismo y de un régimen oligárquico ferozmente autoritario que, como no puede generar consensos amplios ni construir una hegemonía política estable, recurre al control ideológico de la telecracia y a la represión (Chomsky lo diría así: “lavado de cerebros” y “terrorismo de Estado”). Pero las mentiras televisivas y el miedo no pueden encubrir la catástrofe social y las ruinas del país.
Gracias al neoliberalismo nos convertimos en el país con la mayor desigualdad en el planeta, según un estudio reciente de Isabel Rueda, La creciente desigualdad en México (UNAM, 2009). En México tenemos a algunos de los hombres más ricos del mundo mientras el 79% de la población nacional vive en la pobreza. Después de nuestra caída en el neoliberalismo, México se convirtió “en el país más desigual de América Latina” (Rueda, p.172). Esa desigualdad se manifiesta no sólo en la distribución de los ingresos, sino en la existencia de amplias zonas de marginación en las que impera la desnutrición, la carencia de viviendas, de servicios de salud, de oportunidades de educación, etc., que contrastan con zonas de lujo, derroche y excesos. La desigualdad atraviesa casi todas las esferas sociales y se manifiesta en las enormes diferencias entre los altos salarios de las élites burocráticas y los depauperados salarios de los trabajadores (a veces 121 veces inferiores), entre la pese a todo mejor situación laboral y salarial de los hombres con respecto a la condición de las mujeres, etc. “Una de las principales conclusiones de la presente investigación es que nuestro país tiene muy bien ganado el primer lugar en desigualdad entre los de América Latina, grado que ha sido señalado por el Banco Mundial y que resulta destacado recordar que Latinoamérica es la región más desigual del mundo.” (Rueda, p.174)
Esta creciente desigualdad en México se logró con la conjunción de varios factores, todos dictados por el dogma neoliberal:
-Una drástica reducción de la inversión pública que terminó con el llamado “salario social”: si era el 10.8% del PIB en 1981, para el 2009 era sólo el 3%; entre otras cosas, esto significó que el subsidio alimentario se redujera del 1.25 por ciento del Producto Interno Bruto en 1983 al 0.37 por ciento en 1988; también acarreó la reducción del gasto público en el campo: si entre 1980-1982 esas inversiones representaban el 1.48% del PIB, en 2007-2009 apenas alcanzan el 0.15%; esta contracción del gasto público afectó trabajos y servicios públicos como la salud, la educación, la vivienda, etc.
-Una caída abismal de los salarios: el poder adquisitivo del mínimo se contrajo hasta el 82%. Pero en el sector primario la situación es peor: el 34 por ciento de esta población no recibe ingresos, el 6.42 por ciento recibe la mitad del salario mínimo, el 18.2 hasta un salario mínimo y el 28 por ciento hasta dos salarios mínimos.
-Un desempleo que se volvió estructural: la PEA aumenta en 6 millones de gente en edad de trabajar y sólo se ofrece un millón de empleos. Y de los que tienen la fortuna de trabajar, los salarios no les alcanzan para vivir fuera de la pobreza: el 41 de la PEA tienen ingresos que no le permiten adquirir la canasta básica.
-Un calculado abandono del campo que provocó que desempleo y migración: si había 9 millones de trabajadores en 1993, en el 2009 sólo había 6 millones. Los tres millones menos se vieron obligados a emigrar. Seguramente, muchos de ellos se fueron a Estados Unidos si consideramos que migraron hacia allá, sólo en 2007, más de un millón.
-Una manifiesta pérdida de soberanía alimentaria, que implica la disminución de granos, carnes rojas y leche mientras aumentan los precios de las importaciones.
-Una sobrexplotación del trabajo, extensiva (jornadas más largas) e intensiva (mayor productividad en el tiempo): de acuerdo a investigaciones al respecto, si en 1976, de 8 hrs. de jornada, 4.38 eran para empresario y 3.22 para trabajador; en 2004, de 8 hrs. de jornada, 7.47 son para empresario y 0.13 para el trabajador.
-Una generalización del trabajo precario: la PEA de 2004 era de 43 millones; de ellos, 26 millones eran trabajadores asalariados, pero sólo recibían prestaciones 15 millones; eso significa que más de 10 millones de trabajos precarios. A ellos habría que agregar los 5 millones de migrantes mexicanos que trabajan en Estados Unidos en condiciones de semi-esclavitud.
Todo ello se puede resumir del modo siguiente: de 1982 a 2009 el número de pobres pasó de 32 millones a 60 millones: con 30 años de neoliberalismo su fracaso más contundente es que la pobreza se duplicó.
Sin embargo, a diferencia de los indignados españoles o los Okupa estadounidenses, este movimiento se ha comprometido con la apuesta por un cambio político por la vía electoral, como primer paso. A diferencia de algunos “cristianos” iluminados o muchas sectas de izquierda que desdeñan la importancia de las próximas elecciones presidenciales en México (que como no tienen candidato proletario, dicen, llaman a la abstención o al sabotaje de las elecciones), las fuerzas principales de este movimiento estudiantil no son abstencionistas ni apoyan el voto nulo. De alguna manera, estas fuerzas estudiantiles ven la posibilidad de un cambio de régimen político, de abrir cauces democratizadores, a través del voto a favor de AMLO. Por supuesto, piensan que ese sería apenas el primer paso para cambiar las políticas económicas (neoliberales), el régimen (oligárquico), el sistema (capitalista).
DEL VIEJO RÉGIMEN BONAPARTISTA AL NUEVO RÉGIMEN POLÍTICO OLIGÁRQUICO
Aunque algún analista político (zapatista) se interrogaba sobre “el ocaso interminable” del viejo régimen autoritario todavía en el 2010 y trataba de entender sus cambios políticos con galimatías como “democracia oligárquica” (Arturo Anguiano), lo cierto es que desde el gobierno de Salinas de Gortari empezamos a transitar de un régimen bonapartista (populista, estatista y regulador, con Estado social e ideología nacionalista-revolucionaria, dominado por políticos) a un régimen abiertamente oligárquico (privatizador y desregulador, sin Estado social y con ideología neoliberal, dominado por tecnócratas).
Es verdad que existen antecedentes de políticas neoliberales en el sexenio de Miguel de la Madrid, pero es el gobierno salinista el que impone, desde arriba y sin la participación popular, por medio de una revolución política pasiva y conservadora, la transición de un régimen político bonapartista a un régimen oligárquico con el neoliberalismo como política y pensamiento único. Ese régimen se consolida con un acuerdo económico y político del gobierno salinista con los sectores empresariales más desarrollados así como con una “alianza estratégica” entre el PRI y el PAN, sobre la base de un programa neoliberal, que se estableció a finales de la década de los ochenta, después del fraude electoral contra Cárdenas.
Este nuevo régimen político se caracteriza por su fidelidad al credo neoliberal y por respaldarse en un nuevo Bloque dominante: de derecha y abiertamente oligárquico, que se apropió de la esfera pública para decidir no tanto las políticas económicas nacionales (porque éstas vienen del BM y el FMI, al servicio del imperialismo y los capitales transnacionales) pero sí la expedición de leyes, la distribución de gobiernos estatales así como los negocios políticos con los que dominan y se reparten el poder. Por eso, pese a sus diferencias coyunturales, entre el PRI y el PAN existe una alianza estratégica de largo alcance en torno a la defensa del neoliberalismo, un régimen al servicio de la oligarquía (nacional y extranjera) y un sistema social que garantiza sus privilegios políticos.
El nuevo Bloque de derecha logró imponer al neoliberalismo no sólo entre la clase política sino en amplias capas de la sociedad después de años de bombardeo ideológico, volviéndolo “sentido común” o ideología dominante. Esto significa que el neoliberalismo se volvió un fenómeno económico y político, pero también ideológico-cultural: tanto con su envoltura neoconservadora y religiosa, como con la naturalización de una sociedad jerárquica y autoritaria, en la que el ser humano se ve como individualista y competitivo; por eso, se dice, es natural que haya “perdedores” y “triunfadores”, legitimando de este modo la privatización de las riquezas y las diferencias clasistas, naturalizando así formas de dominio, poder, explotación y violencia sobre sectores humanos.
De hecho, el viejo régimen bonapartista y populista era hegemónico gracias a la ideología del nacionalismo revolucionario, que era casi la identidad nacional de lo mexicano y funcionaba con coerción pero también por el consenso que lograba entre amplias capas sociales por su “reformismo social”, gracias al Estado social y sus organizaciones sociales corporativas. En cambio, el nuevo régimen neoliberal domina con una ideología conservadora y autoritaria, pero en tanto que niega políticas de “reformismo social”, no suscita una adhesión popular o de masas.
Sin embargo, las propias políticas neoliberales privatizadoras y desreguladoras no sólo han propiciado una enorme pérdida de la soberanía nacional, también han puesto en entredicho al mismo Estado nacional mexicano, que parece disolverse en feudos caciquiles regionales, grupos empresariales depredadores, un clero insurgente contra la laicidad, funcionarios públicos corruptos y cínicos, bandas delincuenciales que dominan regiones enteras del país, todo ello enmarcado en una feroz guerra entre militares, narcos y paramilitares.
RÉGIMEN OLIGÁRQUICO
El nuevo régimen político de México es oligárquico: mandan y deciden en la esfera pública los más poderosos económicamente, para seguir enriqueciéndose. Arnaldo Córdova también constata que el Estado nacional mexicano se ha vuelto, como decía Marx, “un comité de administración de los asuntos comunes del conjunto de la burguesía.” Señala, además, que como el Estado mexicano sirve principalmente a los ricos, se ha divorciado de la sociedad. Es como una fantasía de la burguesía realizada: “todo el Estado -continúa Córdova- en sus muy diferentes departamentos, gobernado para los dueños de la riqueza.” Todo el Estado, lo que queda de él, dedicado a los negocios: privatizando bienes y servicios públicos, pagando a contratistas donde se pueda para suplir la intervención estatal, subrogando, dando tratos preferenciales, “rescatando” si el negocio (de carreteras, por ejemplo) va mal, etc.
El poder ejecutivo se vuelve “mayordomo” de los grandes empresarios; las partidocracias acuerdan con ese poder para luego imponer a sus subordinados diputados y senadores lo que acordaron fuera de las Cámaras, en lo oscurito, donde se gobierna y desgobierna al país. Si hay algún problema, se pone a trabajar al IFE y al poder judicial, que para eso se les paga bien. El último recurso es el ejército.
-¿Dónde quedó la política como esfera pública para discutir y decidir los asuntos colectivos de nuestra sociedad?
-En manos del Capital extranjero y de la oligarquía económica.
-¿Quién manda en ese régimen político y, en consecuencia, en el país? ¿Quiénes dominan, deciden y ordenan en la esfera de los asuntos públicos de la comunidad?
-Además de los representantes del Capital transnacional a través de los organismos financieros internacionales (BM y FMI), la oligarquía: “los pocos, que son (muy) ricos” en México, o sea, 300 grupos, con un núcleo de 28 empresas.
Sus operadores políticos están en las burocracias dirigentes del gobierno (federal y estatales) y de los principales partidos (PRI/PAN): Salinas, Fernández de Ceballos, Calderón, Beatriz Paredes, César Nava, Fidel Herrera, Elba Esther Gordillo, Peña Nieto, Manlio Fabio Beltrones y unos pocos más.
En un régimen oligárquico, el grupo que detenta el poder económico es el que verdaderamente decide y manda: en la Presidencia, las Cámaras, la Suprema Corte de Justicia, el IFE, la Procuraduría General, en el PRI y en el PAN. Manda pero de modo encubierto, con los ropajes de la “democracia” representativa y por el manejo de los medios de comunicación.
HACIA UNA CRISIS DEL RÉGIMEN POLÍTICO
Las posibilidades de una crisis política del régimen actual están dadas gracias a la crisis multidimensional (económica, financiera, alimentaria, migratoria, ecológica) y civilizatoria que sacude al sistema capitalista, a los feroces ataques contra los derechos y conquistas de los trabajadores así como a la agudización de miserias de las mayorías, pero también a la falta de capacidad del régimen y del proyecto político neoliberal para promover reformas sociales que beneficien a las mayorías, a la poca adhesión popular que genera la férrea aplicación del neoliberalismo y a las resistencias que suscita.
De hecho, esa situación provoca que se organicen y unan cada vez más amplias coaliciones de descontentos, discutiendo ya la necesidad de cambiar de políticas económicas, de régimen, de sistema. Pese a que la ofensiva capitalista no cesa ni cede, recorren al país cada vez más organizaciones y movimientos en resistencia: en primer término, los electricistas y su desesperada lucha por sus sobrevivencia, pero también se destacan los mineros, el magisterio disidente, así como cientos de organizaciones, comunidades y pueblos que luchan contra mineras, presas, la militarización, etc.
Esas luchas han desgastado políticamente al gobierno del PAN, que se ha ganado a pulso el rechazo de amplios sectores afectados por sus políticas; porque toda medida anti-popular ha encontrado una resistencia que en general y en diferentes grados, se mantiene, por ejemplo:
-la reforma contra el ISSSTE provocó ira entre los miles de afiliados;
-la tentativa de privatizar PEMEX sirvió para reactivar al movimiento de AMLO;
-el feroz ataque contra el SME generó movimientos masivos de rechazo entre los trabajadores y la formación de la Organización política del Pueblo y los Trabajadores (OPT);
-el incesante ataque a AMLO y la deliberada perversión del PRD sólo abrió el paso a lo que hoy es MORENA y a la urgencia de otra izquierda anti-capitalista;
-el ataque a Estado laico animó la reorganización del movimiento feminista;
-el intento de impulsar la reforma laboral sólo provocó el rechazo de todo el sindicalismo (incluso el corporativo y priísta);
-el incremento de la violencia y la propuesta de legalizar la militarización y el Estado de Excepción, alentó un Movimiento por la Paz al que se sumaron, al menos en algún momento, todas las resistencias permanentes y no derrotadas, expresando el hartazgo contra el gobierno de Calderón y su violencia desmedida (más de 60 mil muertos en una falsa guerra contra el narcotráfico).
Aunque el PAN está muy desgastado en el ejercicio del poder, un PRI unido que ganara la presidencia garantizaría la impunidad de las corruptelas panistas y las propias, así como la continuidad económica y política del régimen neoliberal con el respaldo del voto electoral, lo que resultaría catastrófico y nos llevaría a luchar contra un régimen legitimado con el voto que completaría la compra-venta de México. Sin embargo, el hecho es que la elección de Peña Nieto parece depender más del dinero que se mueva, de las alianzas explícitas o implícitas (con el imperialismo, con sectores del PAN, Nueva Alianza y grupos del PRD), del apoyo a fondo de la oligarquía y, de manera central, del poder de los medios de comunicación de masas, que de los apoyos populares que suscite, pues no ofrece otra cosa que más de lo mismo.
Como en el 2006, este año electoral el enemigo a vencer por parte del régimen oligárquico y del Bloque dominante es el movimiento en torno a AMLO, el cual ha sabido mantenerse vivo en la disidencia, con movilizaciones, giras nacionales, reagrupando cuadros intelectuales, formulando proyectos alternativos anti-neoliberales (que no anti-capitalistas) y organizando un gran movimiento cívico-político: el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA).
En torno a él y su proyecto político se gesta un Bloque alternativo, pluriclasista, que, sin embargo, se carga cada vez más hacia la centro-derecha, como Movimiento Progresista que anuncia ya la fundación de una fuerza política “progresista” con todos los vicios del PRD y nuevos jefes políticos abiertamente pro-empresariales.
Hasta antes de la irrupción del movimiento estudiantil en esta primavera ardiente mexicana, lo más probable era que, en la disputa política actual, el régimen no dudaría en utilizar todos los medios para vencer a su adversario: la corrupción, la división (prefigurada en el PRD), la manipulación y el recurso del fraude electoral.
De hecho, vivimos ya una fuerte confrontación de la alianza estratégica PRI/PAN (y los nuevos partidos satélites corruptos) contra el Bloque emergente hegemonizado por AMLO. El candidato Quadri, del PANAL, se inclina hacia Peña Nieto y, cada vez que puede, ataca a López Obrador. Manuel Espino, el líder del ultraderechista Yunque, que penetró las cúpulas del PAN y de los gobiernos panistas, ahora llama a dirigir el voto útil del PAN al PRI para frenar a AMLO, como lo hacen otros dirigentes panistas. La propia Josefina Vázquez, que sólo atacaba a Peña Nieto en su campaña, dirige su guerra sucia también contra AMLO. Los medios de comunicación (sobre todo en la prensa y en el radio) vuelven a lanzar una campaña de mentiras y odio contra el candidato del Movimiento Progresista. En el PRD dominado por los “chuchos” se fragua la traición mientras se limita de manera notable la propaganda presidencial y la proyección electoral de AMLO.
Sin embargo, nada de eso ha logrado evitar la posibilidad de que estas elecciones pongan en crisis al régimen político y rompan con las políticas neoliberales. En un solo mes, el memorable Mayo del 2012, el movimiento estudiantil, con sus movilizaciones masivas, ha logrado cambiar la correlación de fuerzas a favor de aquellas que pugnan por la democratización del régimen político, por el cambio de régimen. Y, para decirlo claramente, todo cambio de régimen político puede significar la apertura de una revolución política, desde bajo, activa y democratizadora, que modifique todo el cuadro político nacional. Por eso, decimos nosotros, este es el momento para intentar reposicionar una izquierda política, anticapitalista y socialista, en un nuevo escenario político.
En esta primavera ardiente de mayo y gracias a la potencia de un movimiento estudiantil comprometido con el cambio político, parece configurarse una fuerza política que empuje de manera decidida hacia esa revolución política (no social, ni mucho menos socialista), hacia el “cambio verdadero” del que habla López Obrador, que debe concretarse en un cambio de régimen político, cuyo primer paso en esa dirección sería imponer el triunfo de AMLO a los poderes fácticos.
Mientras el PT y el MC se cuelgan de AMLO para mantener su registro y el PRD prepara su nueva traición a AMLO, calculando sus ganancias electorales y regateando el apoyo a la campaña y a MORENA, las movilizaciones estudiantiles, que se vuelven cada vez más amplias y populares, calientan estas elecciones presidenciales al tomarse en serio la consigna del “cambio verdadero”, es decir: su lucha por cambiar el régimen oligárquico neoliberal que impera en México.
Pero examinemos entonces el “ideario político” de este naciente y prometedor movimiento estudiantil, protagonista de la primavera de la esperanza en México.
ASAMBLEA ESTUDIANTIL: PROGRAMA ANTINEOLIBERAL Y DEMOCRATIZADOR
Me gustan los estudiantes
Porque son la levadura
Del pan que saldrá del horno
Con toda su sabrosura.
Para la boca del pobre
Que come con amargura.
Caramba y zamba la cosa,
Viva la literatura!
En el “Primer comunicado de la Coordinadora del Movimiento YoSoy132” (29 de mayo de 2012), el nuevo movimiento estudiantil tomaba partido y decía así:
“La situación en la que se encuentra México exige que las y los jóvenes tomemos el presente en nuestras manos. Es momento de que luchemos por un cambio en nuestro país, es momento de que pugnemos por un México más libre, más prospero y más justo. Queremos que la situación actual de miseria, desigualdad, pobreza y violencia sea resuelta. Las y los jóvenes de México creemos que el sistema político y económico actual no responde a las demandas de todos los mexicanos.”
Aunque insistía en la democratización de los medios de comunicación de masas, no se dejan llevar por la facilona moda anarquista y valoraba la disputa política electoral. Por eso, se proponía promover “un voto informado y reflexionado” al mismo tiempo que se rechazaba el abstencionismo y el voto nulo: “Creemos que, en las circunstancias políticas actuales, el abstencionismo y el voto nulo son acciones ineficaces para avanzar en la construcción de nuestra democracia.”
Abandonando protagonismos y sectarismos, se plantearon como un “movimiento incluyente”, apoyando la lucha en contra de la imposición de Peña Nieto y las de las víctimas del neoliberalismo, identificándose con los siguientes movimientos:
“El movimiento en contra de Enrique Peña Nieto
Los familiares de las victimas de Feminicidios
El pueblo de Atenco
El movimiento por la paz con justicia y dignidad
Las manifestaciones estudiantiles y juveniles a lo largo del país que han sido reprimidas
Los pueblos indígenas en resistencia
Los periodistas alcanzados por la violencia
Los trabajadores, obreros y campesinos silenciados y explotados
La diversidad sexual acallada por la homofobia
En este sentido, hacemos un llamado a todos los oprimidos a unirnos en una misma lucha: por la libertad, por la justicia, por los sueños que compartimos y por el futuro que merecemos.”
La primera definición política de este movimiento se colocaba, sin duda alguna, a la izquierda, pero no de manera sectaria, excluyente, impositiva. Su idea era sumar, crecer, tomar fuerza, sin perder su perfil político. Dicho en nuestros términos: se trataba de hacer una política de Frente único.
Sobre esta base se pudo desarrollar la maravillosa Primera Asamblea General de Universitarios #YoSoy132, celebrada en Ciudad Universitaria el 30 de mayo.
Con una asistencia de delegados estudiantiles de 54 universidades de todo el país, durante casi ocho horas la Asamblea definió el rostro político de este nuevo movimiento estudiantil.
Como su identidad depende del pasado con el que se conecte y del futuro al que se proyecta, los integrantes del movimiento #YoSoy132 se declararon herederos de las crisis económicas, hijos de los que lucharon contra los fraudes electorales, continuadores de las luchas estudiantiles de 1968 y 1971, víctimas de las represiones durante la guerra sucia de los años 70, así como en Acteal, Atenco y Oaxaca, ligados a movimientos sociales como el magonismo, el villismo y el zapatismo, pasado y actual.
Ø Algunas de sus definiciones políticas (de sus acuerdos) inciden claramente en esta coyuntura electoral, por ejemplo, el movimiento estudiantil acordó luchar:
-Contra la imposición mediática de Peña Nieto (contra la reinstauración del viejo régimen, el neoliberalismo gestionado por el PRI)
-Por convocar a un voto informado y razonado, participar en el proceso electoral, documentar posibles irregularidades durante éste, generar un sistema de conteo alterno para la jornada del 1 de julio
-Contra todo posible fraude electoral
-Contra cualquier intento de imposición mediática de un candidato y contra los cercos y manipulaciones informativas, particularmente de Televisa y TV Azteca, orientada “a restaurar el ‘viejo sistema antidemocrático’, cuyo primer representante es Enrique Peña Nieto”
-Por exigir que el siguiente debate entre candidatos presidenciales sea transmitido en cadena nacional, con un formato propuesto por universidades y moderado por académicos
-Por exigir al IFE explicar la presencia de “observadores” de la OEA en la jornada electoral y promover una discusión cívica sobre la pertinencia de este acompañamiento, además de que se audite a casas encuestadoras contratadas por la autoridad electoral
-Por exigir que Hildebrando no realice el conteo electoral del IFE
-Por mantener el movimiento organizado, para estar en condición de responder a un eventual fraude electoral
Ø Pero otras de sus políticas, democratizadoras, van más allá de la coyuntura electoral, por ejemplo, el movimiento estudiantil se define:
-Contra el sistema antidemocrático
-Por convocar a los aspirantes presidenciales a comprometerse a realizar una consulta revocatoria a mitad de sexenio
-Por exigir una reforma política plena, que integre no sólo la revocación de mandato, sino también el referéndum y el plebiscito, la creación de un parlamento ciudadano juvenil, que tome acciones contra autoridades corruptas e impulsar la creación de mecanismos para la destitución de funcionarios, desde la esfera ciudadana
-Por impulsar la ratificación de todas las dirigencias sindicales del país, a través de sistemas democráticos
-Por exigir el cese de Elba Esther Gordillo como líder vitalicia del SNTE y su sometimiento a juicio, investigando sus cuentas bancarias y propiedades
-Por impulsar un congreso nacional agrario, con organizaciones campesinas, para discutir el apartado agrícola del TLCAN y desarrollar una estrategia para productiva que reivindique al campo mexicano
-Por exigir espacios de participación en medios
-Contra de la ley Döring y por defender el libre flujo de información en internet.
-Por rechazar la reforma al 24 constitucional
-Contra las políticas neoliberales
-Por convocar a otros sectores sociales, “que se sienten agredidos por el actual estado de la nación”, a que se unan a la lucha de los estudiantes, para cambiar la situación nacional
-Por llevar a cabo una lucha que tiene “como regla no incurrir en acciones violentas”
Ø Recogen también demandas históricas:
-libertad incondicional e inmediata de todos los presos políticos del país.
-aplicación de los Acuerdos de San Andrés.
-juicio político a Calderón, por la estrategia belicista contra el crimen organizado que ha dejado más de 50 mil muertos.
-fin de la estrategia de guerra contra el crimen organizado y el regreso de las Fuerzas Armadas a sus cuarteles; fin al fuero militar; conformar juntas populares que discutan la solución al narcotráfico.
-castigo a los casos de feminicidio “en Ciudad Juárez y, principalmente, en el Estado de México”.
-aumento real al salario mínimo.
Ø Integran también una serie de demandas propiamente estudiantiles:
-Destinar 8% del PIB a la educación, para atender al 100% la demanda educativa
-Que se garantice el acceso y la permanencia en el sistema educativo a todos los mexicanos, sin distinción alguna
-Rechazo al programa de créditos educativos impulsado por Felipe Calderón
-la eliminación del sistema educativo por competencias y la abrogación total de las reformas de “modernización educativa” impulsadas desde 1994 a la fecha
-Manifestarse en favor de una educación pública, gratuita, laica, humanista científica, artística, multicultural, sin bilingüismos transitorios, crítica, reflexiva, autónoma y regional
-el retorno a los cuatro turnos en los CCH
-Declararse solidarios con el magisterio disidente
-Exigir que el secretario de Educación Pública tenga una formación pertinente para ejercer el cargo
-Descentralizar la Comisión de Libro Gratuito y que sus contenidos sean revisados por las universidades del país
-la erradicación del analfabetismo
-que el presupuesto de ciencia y tecnología sea de 2% del PIB y que se emplee efectivamente en la promoción del sector, y que no se quede “en la estructura”
-que la salud deje de ser usada como mercancía electoral
-la creación de una secretaría de ciencia y tecnología
-que las asignaturas de promoción de la salud y ciencia se integren al plan educativo desde nivel básico; y demandar a los medios de comunicación que promuevan información relativa
-La democratización de universidades: exigir el fin de los sistemas autoritarios que rigen al interior de los centros de educación superior, establecer la revocación de mandato de autoridades universitarias, exigir la autonomía de aquellas universidades que no cuentan con ella, exigir métodos de rendición de cuentas, contra el “sistema elitista” del Conacyt, exigir mayor presupuesto y cobertura de 100% en la matrícula, abrir las universidades a la población en general, mediante cursos, talleres y espacios que no sólo beneficien a alumnos regulares, emprender actividades de apoyo a universitarios agredidos en provincia.
De manera intempestiva (como suele ocurrir con los acontecimientos revolucionarios), en un proceso electoral en el que se disputa el rumbo de la nación entre dos bloques políticos confrontados, la irrupción del nuevo movimiento estudiantil puede significar la aparición de la fuerza revolucionaria de la juventud con el programa más radical del país, encarnado en una presencia activa y masiva que, además, ha definido una lucha estratégica, más allá de estas elecciones, por la transformación profunda del país. Al parecer, la revolución permanente en México recomienza…
“LA PRIMAVERA NO ACABA ESTE VERANO”
“Bienvenidos a la primavera mexicana, donde los jóvenes florecen y esparcen sus ideas como polen, donde se encienden los corazones, se abren las mentes y se hace tangible la ilusión”-apertura a la Primera Asamblea General de Universitarios #YoSoy132
Al final de esa Primera Asamblea General de Universitarios #YoSoy132, algún estudiante comentó que la “primavera no acaba este verano”. En efecto, etimológicamente “Primavera” significa “primer verano”, “primera entrada al verano”. Y lo cierto es que esta primavera política mexicana sólo anuncia un largo verano de importantes transformaciones políticas en México. Veamos por qué.
En primer lugar, la irrupción masiva de este movimiento estudiantil no sólo amplía las posibilidades de que se reconozca el triunfo electoral de López Obrador, también implica la organización de una fuerza política que deslegitima y enfrenta al sistema neoliberal antidemocrático. Este movimiento inicialmente estudiantil tiende a conjuntar todas las fuerzas antisistémicas, democratizadoras, anti-neoliberales y anti-capitalistas del país llevándolas al terreno de la política, al campo de la lucha hegemónica y estratégica por el cambio político.
En segundo lugar, este movimiento ha lanzado una ofensiva que de antemano ha deslegitimado a Peña Nieto en el caso de llegar al poder ejecutivo, levantando una enorme fuerza social que confrontará de manera permanente su gobierno, generando problemas de gobernabilidad ante su posible imposición.
En tercer lugar, este movimiento se constituye en una fuerza social que al mismo tiempo que empuja a AMLO a la presidencia, lo presiona para avanzar en sus medidas democratizadoras y anti-neoliberales.
Con este movimiento estudiantil el “cisne negro” de lo intempestivo introduce un sujeto social que puede garantizar el paso de que las luchas anti-neoliberales se vuelvan, si son consecuentes, en batallas anti-capitalistas. Si el “cambio verdadero” que pregona la campaña de AMLO (y que se traza en su Proyecto Alternativo de nación) es una transformación del régimen político (tomando distancias del neoliberalismo), ese cambio político puede volverse una verdadera revolución política, desde abajo, activa y democratizadora, que parece haber encontrado a su sujeto revolucionario en el nuevo movimiento estudiantil mexicano.
Como ellos mismos lo anuncian, como se los reconoció López Obrador en el mitin de Tlatelolco, en esta hermosa primavera mexicana se ha levantado, por fin, una nueva generación de jóvenes dispuestos a realizar una transformación revolucionaria del país.
Sin embargo, un cambio revolucionario necesita organizaciones revolucionarias que rompan con el estrecho, liberal y sistémico horizonte de la alternancia político. En el tiempo mexicano presente se requiere fortalecer una organización de izquierda con un proyecto alternativo y global que sea anti-capitalista y ecosocialista.
Nunca como ahora en México es urgente y necesaria una izquierda de la izquierda, radical, que abandone cualquier vocación de secta para comprometerse a fondo con la apuesta por un cambio de régimen político, que se dirija a las partes más frescas y radicales de MORENA, para evitar que repitan el fallido experimento de otro PRD, que se vincule con los trabajadores más avanzados políticamente (que trabajan por construir la OPT), que intente acompañar, dialogar y ganar a la juventud revolucionaria que hoy emerge.
Se trata, entonces, de contar con una izquierda revolucionaria para hacer política como lucha hegemónica: como crítica política que ahonde la deslegitimación del régimen neoliberal, como propuesta política-cultural y ética para generar una nueva hegemonía y articular un proyecto político-organizativo que permita reconstruir una izquierda anti-capitalista y socialista, democratizadora e internacionalista, feminista y ecologista que dentro de los movimientos sociales impulse el proyecto ecosocialista.
Vivimos tiempos de crisis, tiempos de riesgo y oportunidad, que requieren una izquierda radical (porque no se queda en las ramas y se va hasta la raíz capitalista de sistema) inserta en los movimientos sociales que sea capaz de volver las crisis en una crisis política del régimen que abran posibilidades de cambio a favor de los trabajadores, de lo público y del bien social.
-“La primavera no acaba este verano”, decían con razón los estudiantes al final de su primera asamblea. No, la primavera solamente es el primer verano. Todavía nos falta todo el verano y toda la existencia para cambiar la vida y transformar el mundo. Lo bueno es que ha entrado en escena una nueva generación revolucionaria para darle continuidad a la tarea.