MORENA: Las buenas intenciones y la pavimentación del infierno
Guillermo Almeyra
Morena se constituyó como partido, con la firme intención (sincera en el caso de Andrés Manuel López Obrador y de la inmensa mayoría de sus afiliados) de ser un partido diferente de todos los otros partidos electorales de México por su moral y sus usos y costumbres.
Desgraciadamente, las intenciones de los fundadores y primeros militantes de un movimiento de masas no bastan para preservar la pureza y la nobleza de su momento fundador. Recientemente, y en nuestro país, ahí está el ejemplo mismo del Partido de la Revolución Democrática por el cual estaban dispuestos a combatir armas en mano, contra el fraude de 1988, centenares de miles de trabajadores mexicanos. Quienes aceptaron entonces de hecho la imposición violenta del gobierno del Innombrable se justificaban creyendo sinceramente que así evitarían el derramamiento de sangre de los sectores populares pero los 500 asesinados poco después, más las decenas de miles de asesinados por los gobiernos siguientes del PRI-PAN, así como los millones que tuvieron que irse del país por falta de trabajo digno, probaron en pocos años que la peor opción posible y sin duda la más sangrienta resultó ser el suicidio de la esperanza que naciera con el PRD en 1988 y la transformación del nuevo partido en uno más del corrupto sistema partidista burgués mexicano. Los demócratas sinceros que dieron origen al PRD jamás pensaron, en efecto, que se transformaría en lo que es hoy y los ex socialistas antiestalinistas que se disolvieron en un partido con programa, estructura y objetivos capitalistas (sin entender que el peor crimen de Stalin y de sus seguidores fue promover y practicar la colaboración de clases a escala internacional y en cada país) pensaban que podrían influir en la orientación del nuevo partido, no que serían digeridos por éste.
La sinceridad y humana fraternidad de los cristianos de las catacumbas eran grandes pero su doctrina se transformó en dogma y, desde el poder religioso e imperial, declaró ilegales a todos los demás cultos, organizó sangrientas cruzadas, instituyó la Inquisición, combatió las ciencias, el libre pensamiento, la democracia, provocó genocidios y, concebida como herramienta de liberación, fue en cambio arma para imponer la peor barbarie. Dejemos entonces las intenciones para los sicoanalistas.
Un partido es, antes que nada, su programa, sus objetivos declarados. Morena no intenta superar al capitalismo: trata de reformarlo sólo en México resucitando el nacionalismo distribucionista y desarrollista y la sustitución de la debilísima burguesía nacional por la acción estatal que ya fracasó en épocas de Echeverría y López Portillo. Morena no es un partido de los trabajadores: es un partido nacionalista, que acepta el capitalismo como su marco natural y que integra a los capitalistas y servidores políticos de éstos en su seno. Morena no está hecho para ser una palanca de transformaciones sociales ni una herramienta para la lucha: es un instrumento meramente electoral, que cree que el mundo se cambia poniendo más papeletas que otros en las urnas e imagina que en las instituciones que disputará, y no en las sedes del capital financiero internacional, se deciden las leyes y las políticas, y piensa, además, que la ocupación de puestos de gobierno equivale a conquistas de posiciones de poder. Morena no se da por misión educar a la inmensa mayoría de los mexicanos –que es conservadora y se abstiene o vota por los partidos del capital– en qué es el capitalismo, cómo combatirlo, cómo preparar las condiciones para superarlo. No opta por ganar las conciencias ni por dar una batalla ideológica porque su ideología misma, como movimiento, es conservadora y confusa. No opta tampoco por las luchas, sino por las movilizaciones electorales, por otra parte convocadas y desconvocadas por su dirigente que, aunque es honesto y luchador, no escucha e interpreta la voluntad de sus dirigidos, sino que los mueve como masa de maniobra. Morena se mueve como si la economía y la lucha política en México estuvieran en otro planeta. Nada, absolutamente nada, de lo que sucede en el mundo –la crisis terrible del capitalismo, con la posibilidad de guerras devastadoras y hambrunas, la respuesta de los trabajadores europeos a esa crisis, lo que está sucediendo en otros países de América Latina, el desastre ecológico y la urgencia de preparar un cambio de tecnologías energéticas para cuando, inevitablemente, se acabe el petróleo– estuvo presente en su congreso nacional ni está presente en sus programas ni en la acción y preocupación de sus dirigentes que, como los del EZLN son, desgraciadamente, nacionalistas estrechos y autistas desde el punto de vista político.
¿Cómo combatir contra los efectos en México de un sistema capitalista que es mundial con una visión que ni siquiera llega a ser regional y que, para colmo, cree natural e inalterable el régimen que nos arrastra cada vez a abismos peores? ¿Cómo impedir el nacimiento de tendencias en Morena cuando hay en él un vasto sector, desorganizado e informe, que busca ligarse a las luchas sociales e intervenir en ellas y, otro que, en cambio, alentado por el carácter electoral del partido, cree que su objetivo es una curul que le dará dinero y posibilidad de carrera? ¿Cómo crear un partido capaz incluso de ganar votos si se convierte apenas en la quinta rueda del carro electoral y no satisface el ansia liberadora y de lucha de, por ejemplo, la juventud organizada en #YoSoy132 ni responde a ninguno de los objetivos urgentes que tienen los trabajadores, que defienden sus conquistas y las de México amenazadas por la ofensiva brutal del capital?
No hablemos pues de las intenciones: discutamos en cambio política, programa, objetivos, métodos de lucha, alianzas sociales, perspectivas mundiales y la construcción de un partido de los trabajadores que México necesita.
GUILLERMO ALMEYRA RECHAZANDO A MORENA, ¿ACIERTA O SE EQUIVOCA?
Por Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.
Diciembre 4 de 2012.
Guillermo Almeyra, ideólogo trotskista y colaborador del diario La Jornada, se ha pronunciado varias veces contra la transformación de MORENA en partido político. En su más reciente artículo, que titula “Las buenas intenciones y la pavimentación del infierno”, arguye que la pretensión de AMLO de que sea un partido diferente a los del actual sistema de partidos, siendo sincera, sin embargo fracasará por estas razones:
1) Porque no es un partido de los trabajadores, sino un partido nacionalista, que acepta el capitalismo e integra a los capitalistas y servidores políticos de éstos en su seno.
2) Porque su proyecto es el nacionalismo distribucionista y desarrollista y la sustitución de la debilísima burguesía nacional por la acción estatal que ya fracasó en épocas de Echeverría y López Portillo.
3) Porque no aspira a ser una palanca de transformaciones sociales ni una herramienta para la lucha, sino un instrumento meramente electoral.
4) Porque no podrá impedir el nacimiento de tendencias en su seno, dado que hay en él un vasto sector, desorganizado e informe, que busca ligarse a las luchas sociales e intervenir en ellas y, otro que, en cambio, alentado por el carácter electoral del partido, cree que su objetivo es una curul que le dará dinero y posibilidad de carrera.
5) Porque ya la experiencia demostró, en el caso del PRD, que las intenciones nobles de los fundadores no bastan para evitar que éste se convierta en uno más del corrupto sistema partidista mexicano.
Por tales razones rechaza la formación de ese instrumento y le opone la necesitad de organizar un partido de los trabajadores.
¿En mi opinión, en qué acierta y en qué se equivoca Ameyra?
1) Acierta en que no se propone ser un partido de trabajadores, sino uno de corte nacionalista, pero omite su rasgo más promisorio, que vale la pena impulsar: el que sea un partido antineoliberal. Además, se equivoca al rechazar su surgimiento en razón de su composición; la pluralidad de las clases y sectores sociales víctimas del neoliberalismo –que es el programa del imperialismo en esta etapa de su existencia, de plena decrepitud—hace necesario que todas las clases y capas de la población que éste agravia, se organicen para luchar en su contra. Qué bueno que MORENA se organice con esas características, porque podrá ser un aliado invaluable en la lucha por echar a los neoliberales del poder, que constituye el objetivo político de plazo inmediato de quienes luchamos en México por la construcción de una sociedad socialista. Eso no significa que los partidos socialistas coherentes, como el PPS de México, se vayan a disolver para fundirse en sus filas; se trata de caminar juntos un trecho de la historia y golpear juntos a nuestro mutuo enemigo fundamental, la dupla imperialismo-burguesía apátrida.
2) ¿Fracasó el modelo antineoliberal? Los datos duros nos dicen lo contrario: avanza vigoroso hoy mismo en Venezuela, Bolivia, Ecuador; en general en toda América del Sur, donde el imperialismo ha perdido espacios colosales. También en esto se equivoca Almeyra.
3) Hasta donde va su proceso organizativo, es prejuicioso declarar que el partido MORENA no aspira a ser una palanca de transformaciones sociales ni una herramienta para la lucha, sino un instrumento meramente electoral, dado que se propone participar activamente en la lucha –contra el incremento del IVA, la privatización de Pemex y en general, contra las políticas neoliberales, bajo la estrategia de la resistencia civil pacífica. Así que éste es otro error de Almeyra.
4) De igual manera se equivoca Almeyra en el asunto de las “tendencias”. En el PRD no existen “tendencias” ideológicas ni políticas; su problema es la existencia de las llamadas “tribus”, que son grupos de miembros de ese partido aglutinados para disputar a otros grupos las prebendas y beneficios, producto de la corrupción. Ojalá que en su seno existiera una tendencia “que busca ligarse a las luchas sociales e intervenir en ellas”, porque ese grupo sería un buen aliado de quienes luchamos por ideas e ideales. Pero en el seno del PRD no existe hoy en día una tendencia así. De hecho, a partir de que López Obrador y un contingente en torno suyo, emprendieron la crítica razonada a las políticas neoliberales, la esa tendencia, a la par que empezó a conformarse –todavía dentro del PRD—también empezó a distanciarse de los usos y costumbres dentro del mismo, hasta hacer indispensable su separación en el naciente MORENA, dado que ya se había forjado una identidad ideológica y programática distinta y superior. Qué bueno que MORENA se deslinde y empiece a organizarse con la aspiración de ser lo que el PRD nunca quiso ni pudo, un partido –si no de izquierda, de los trabajadores—por lo menos uno progresista y antineoliberal.
5) Y por tanto, también yerra cuando rechaza a MORENA con el argumento de que, en su seno existirá una corriente dispuesta a la lucha, como si fuera algo negativo. Me parece que es exactamente al revés: en la existencia de esa tendencia radica su mayor virtud. Y puesto que será una corriente cuyos componentes serán sobre todo elementos del pueblo trabajador y de los sectores más avanzados de otras capas de la población, es necesario alentarla y contribuir a fortalecerla. Por otra parte, también me parece equivocado combatir a MORENA para resaltar las virtudes de la Organización Política de los Trabajadores y el Pueblo, OPT. Opino que ambos instrumentos –la OPT más a la izquierda que MORENA—serán sin embargo buenos aliados potenciales y, desde luego, instrumentos valiosos para la liberación nacional.
En conclusión, ¿es útil escribir una y otra vez contra MORENA, para desacreditar ese esfuerzo, como lo hace nuestro amigo Almeyra? ¿Ayuda a superar la dispersión, el “divide y vencerás” que la dupla imperialismo-burguesía apátrida fomenta al máximo de sus posibilidades? Yo pienso que no, por el contrario, se trata de un esfuerzo que, seguramente de manera involuntaria, lo que hace es reforzar la división y la pulverización entre las víctimas del neoliberalismo, lo que sólo conviene a nuestros enemigos.
RESPUESTA DE GUILLERMO ALMEYRA A CUAUHTÉMOC AMEZCUA
Queridos compañeros:
Cuauhtémoc Amezcua Dromundo define el objetivo inmediato de los trabajadores y del pueblo mexicano: éste no sería el fin de la explotación y la opresión sino el fin del neoliberalismo. Ahora bien, el neoliberalismo no es más que una política -la actual, imperante- del imperialismo, que hasta los 80 practicaba, por ejemplo, políticas keynesianas. El neoliberalismo es una política de choque contra los trabajadores que hay que derrotar pero no por ello hay que crear ilusiones en un capitalismo mundial bueno, reformable, ni en la alianza con burguesías nacionales inexistentes que, además, practican las políticas antiobreras del capital financiero internacional aunque les quite espacio. La política de Stalin y Lombardo Toledano, de alianza con las burguesías nacional en un frente antiimperialista (en este caso, antineoliberal, pero no anticapitalista) debilitaron siempre la resistencia de los trabajadores y son improponibles y nefastas.
En un partido de los trabajadores por supuesto pueden participar todos los que no sean explotadores del trabajo ajeno y sean trabajadores en el sentido más amplio del "trabajador colectivo" que hace posible la realización del capital. Pero el partido no puede tener como marco la aceptación del capitalismo y de la explotación sino su abolición, no puede ser programáticamente policlasista (aunque en un partido de los trabajadores puedan llegar a militar provenientes de clases no trabajadoras, como Marx, descendiente de rabinos, Engels, de empresarios, Lenin, de la pequeña nobleza, Trotsky, de campesinos ricos y capitalistas)
Morena no es un partido enemigo: es un aliado incierto y una base de apoyo en la lucha por las tareas democráticas absolutamente necesarias pero que no podrán cumplirse sin unirse con las anticapitalistas. Precisamente por eso hay que aclarar las cosas y mostrar quién es quién en vez de fomentar la confusión que sólo ayudaría a encerrar en el primitivismo político y el electoralismo a la gente que en Morena quiere luchar y debilitaría a la OPT ante el "hermano" grandote pero fofo y enfermizo. Creer que las críticas constructivas y fraternas a los aliados y amigos favorecen al imperialismo y son fomentadas por éste es desconocer que la construcción de ideas socialistas es un proceso de lucha en pro de la claridad política y no excluye de ningún modo los frentes únicos ni las acciones comunes.
Creo que Amezcua leyó mal mi artículo: si lo lee con atención verá que no digo la tontería que me atribuye de que en el PRD hay una tendencia que "busca ligarse a las luchas sociales e intervenir en ellas". Digo eso de Morena y no como crítica sino sosteniendo que eso es positivo e inevitable, que es erróneo tratar de impedir en Morena las tendencias pues esa que quiere luchar se enfrentará con la de los vivillos que se han colado en Morena desde el comienzo mismo .
Por último, tampoco digo que el neoliberalismo ha fracasado. Por el contrario, en todos mis artículos subrayo que estamos a la defensiva ante la peor ofensiva jamás llevada a cabo por el capital, que ha conseguido hacer retroceder a los trabajadores y al mundo en muchos aspectos hasta el siglo XIX y amenaza la existencia no sólo de la civilización sino también de las bases naturales de la vida en el planeta.
Precisamente por eso no es posible limitarse a la lucha contra una política del capital -la neoliberal- y hay que trabajar, en cambio, por la liquidación de este sistema. La claridad política, por lo tanto, es indispensable.
Les ruego hagan conocer esta respuesta en la OPT.
Fraternalmente
Guillermo Almeyra.
RESPECTO AL DIÁLOGO ALMEYRA-AMEZCUA: COINCIDENCIAS Y DISCREPANCIAS.
Por Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.
En reciente mensaje que Guillermo Almeyra pidió que se diera a conocer en la OPT, respondió a mi crítica a su artículo “Las buenas intenciones y la pavimentación del infierno”. En su respuesta, Almeyra:
1) Declara que “Morena no es un partido enemigo”. Celebro que ahora coincidamos, ya que ésa es la tesis central que sustento en mi crítica a sus frecuentes descalificaciones a ese partido que se está organizando. También celebro que Almeyra precise que la existencia en Morena de “una tendencia que busca ligarse a las luchas sociales e intervenir en ellas” es un hecho “positivo e inevitable”, coincidiendo con mi valoración.
2) No rebate mi aserto de que el objetivo inmediato de los trabajadores y del pueblo mexicano es echar a los neoliberales e iniciar el proceso que revierta los graves daños que han infligido al país, a la clase trabajadora y el pueblo. También celebro esta otra feliz coincidencia.
3) Coincidente con el punto anterior, escribe que “el neoliberalismo es una política… contra los trabajadores que hay que derrotar…”, y añade que “no por ello hay que crear ilusiones en un capitalismo mundial bueno, reformable, ni en la alianza con burguesías nacionales…” Ésta es otra coincidencia, ya que ni yo en lo personal, ni el partido que me honro en encabezar –el PPS de México- hemos alentado ese tipo de ilusiones; por el contrario, las combatimos desde siempre: sostenemos que por parte del partido de la clase trabajadora, la lucha contra el neoliberalismo y por la liberación nacional incluye la lucha ideológica contra el capitalismo simultánea y sin tregua.
4) Refiriéndose, supongo, al debate interno sobre si la OPT debe ser un partido de trabajadores o pluriclasista, que se está dando hoy mismo al interior de dicha organización, Almeyra dice que “el partido no puede tener como marco la aceptación del capitalismo y de la explotación sino su abolición, no puede ser programáticamente policlasista”. Le aclaro que en esta cuestión no tenemos discrepancia. Yo opino que la OPT debe ser un partido de trabajadores, antineoliberal, que luche por la liberación nacional y que sea anticapitalista, partidaria del socialismo científico. Considero que todo esto se debe reflejar en su nombre, composición y programa, aunque siendo cuestiones que no comparten otras corrientes que participan en la construcción y definición del proyecto, están dirimiéndose al interior de la organización.
5) Se pronuncia por aclarar “quién es quién”, entre Morena y la OPT, “en vez de fomentar la confusión que sólo ayudaría a encerrar en el primitivismo político y el electoralismo a la gente que en Morena quiere luchar”. Estamos de acuerdo, de ahí que yo me pronuncie por señalar las diferencias y coincidencias entre ambas organizaciones en términos precisos, y esté en contra del ataque sistemático a un aliado potencial, que sólo promueve el disgusto y la desconfianza entre los militantes bienintencionados de Morena, que son la gran mayoría –su gente de base y un buen número de cuadros medios-- los confunde y nos aleja de ellos, conspirando –así sea “de buena fe”-- contra la construcción de un indispensable frente de lucha contra el enemigo común, que es la dupla imperialismo-burguesía apátrida.
6) Finalmente, discrepo de la afirmación que hace Almeyra de que Lombardo Toledano debilitó “la resistencia de los trabajadores”. Sostengo que fue todo lo contrario, que sus actos fortalecieron en lo ideológico, lo político y lo orgánico a los trabajadores, y que con sus aportaciones teóricas y su acción práctica, contribuyó al logro de innumerables victorias de esta clase social en México, América Latina y el mundo. Estoy a su disposición para que, si Almeyra lo considera pertinente, ventilemos este asunto con todos los datos concretos y razonamientos que el caso amerita.
Diciembre 12 de 2012.