Revolucionarios "olvidados" de la historia: Los trotskistas cubanos 1930-59

Revolucionarios “olvidados” de la historia

 

Los trotskystas cubanos de los años 1930 a 1959[1]

 

Eric Toussaint[2]

 

En Cuba, la mayor parte de los escritos históricos sobre las luchas sociales y políticas producidas entre los años 20 y la revolución triunfante de 1959, en el mejor de los casos, ignoran la aportación de los militantes trotskystas cubanos de ese período, y en el peor, repiten las calumnias clásicas dirigidas por los estalinistas hacia los partidarios de la revolución permanente (esta última actitud atraviesa completamente el libro del comunista cubano Lionel Soto, La revolución de 1933, Ed. Pueblo y Educación, La Habana, 1985).

 

La importancia de otros militantes revolucionarios cubanos es también en gran medida subestimada. Es el caso de Antonio Guiteras[3].

 

Una primicia: una tesis de doctorado sobre los orígenes del trotskysmo en Cuba.

 

La Habana, 2 de julio de 1997: Rafael Soler, profesor de historia en la Universidad de Santiago de Cuba (900 km al este de la capital cubana) defiende su tesis de doctorado sobre el trotskysmo cubano (1932-1935). La sesión es pública: Rafael Soler se presenta ante el Tribunal Permanente de Grados Científicos de Ciencias Históricas (jurado compuesto de universitarios) encargado de conceder o no el título de doctor. El título de su tesis: “El trotskysmo en la revolución de los años 1930”.[4]

 

En el seno del “tribunal”, una doctora en historia está encargada de hacer la crítica de la tesis. Algunas críticas formales y luego una pregunta: “¿Cómo justifica Vd la caracterización de los trotskystas cubanos como revolucionarios?”. Otro colega está encargado de apoyar la tesis. Muestra el carácter inédito del tema, considera que la tesis está muy bien fundamentada y propone no quedarse ahí: otros investigadores deberán profundizar el tema y acercarse al presente.

 

A continuación, se le da la palabra al autor. En quince minutos resume su trabajo mostrando los caracteres contradictorios del movimiento trotskysta cubano: implantación significativa en varios medios sociales en casi todo el territorio, sectarismo de respuesta al del PC oficial, papel de división, dogmatismo (los trotskystas no habrían comprendido la estrategia revolucionaria de Lenin y aplicarían de forma mecánica la teoría de la revolución permanente que es una teoría de tipo izquierdista)... Sin embargo, a pesar de esas críticas, Rafael Soler afirma que, en los años 1930, “el movimiento trotskysta cubano  (...) está caracterizado por su carácter antiimperialista, su orientación revolucionaria, su adhesión al marxismo y su defensa de los intereses nacionales. Estaba constituido, en su mayoría, por hombres y mujeres muy jóvenes que actuaban honradamente, guiados por la voluntad de obtener cambios radicales en la sociedad cubana (...)”. (Rafael Soler, Tesis de doctorado, p. 24 del capítulo “Los Orígenes del trotskysmo en Cuba”).

 

Se inicia la discusión. Un colega interviene para expresar una crítica de la tesis. En sustancia, dice que “no es cierto que los trotskystas defendieran una posición dogmática sobre la naturaleza de la revolución. La prueba: la revolución que triunfó en Cuba en 1959 era de carácter socialista. Fue el PC oficial quien mantuvo una visión dogmática etapista de la revolución. (...) El Movimiento del 26 de julio dirigió una revolución socialista en Cuba en 1959”. Otro colega declara que en el curso de las investigaciones que realiza desde hace 20 años entre supervivientes del movimiento “Joven Cuba” (nacido tras la crisis revolucionaria de 1933, ver más adelante) y del Partido Ortodoxo (del que provenía Fidel Castro), varios testimonios indican una influencia cierta del programa trotskysta sobre los movimientos en cuestión. Y propone, en sustancia, como tema de una futura tesis: ¿influenció el programa trotskysta indirectamente al del Movimiento 26 de Julio elaborado por Fidel, incluso si este último no tenía ningún contacto con los trotskystas?

 

Sería demasiado largo resumir aquí el conjunto de la discusión sobre la tesis de Rafael Soler. Obtuvo el grado de doctor por unanimidad y su tesis (que está parcialmente publicada en diferentes revistas cubanas) fue seleccionada como la mejor tesis del año 1997 (tesis de doctorado en ciencias históricas) por la Comisión Nacional de los Grados Científicos. Al autor se le concedió igualmente, por parte del Ministro de Educación Superior, el premio que coronaba la mejor investigación histórica del año 1997.

 

Anima constatar que, a pesar de una evolución contradictoria de la sociedad cubana hoy, hay lugar para una investigación así (la tesis en cuestión forma parte actualmente del programa de licenciatura de varias universidades cubanas). Sería necesario que, bajo una forma u otra, el trabajo de Rafael Soler fuera hecho accesible en el plano internacional. El autor, todas cuyas opiniones estoy lejos de compartir, ha realizado un trabajo notable y sincero. Uno de los aspectos irremplazables de su trabajo es el hecho de que, durante dos años, haya recorrido toda la isla para entrevistar a veteranos del trotskysmo cubano de los años 1930. Ha encontrado más de una treintena, muchos de los cuales reivindican con orgullo sus convicciones trotskystas y su voluntad de defender Cuba frente al imperialismo estadounidense.

 

Los trotskystas cubanos en los años 1930

 

En 1931, una corriente de izquierdas en el PC de Cuba se acerca a Trotsky y sus partidarios en la Oposición de Izquierdas internacional (que, en 1933, tomó el nombre de Liga Comunista Internacional, para convertirse, en 1938, en la Cuarta Internacional).

 

Esta situación refleja lo que ocurre un poco en todas partes en los partidos comunistas. En la URSS, Stalin ha dirigido una contrarrevolución burocrática y reforzado hasta la caricatura los rasgos autoritarios del régimen salido de la revolución de octubre de 1917. Reprime brutalmente y luego prohibe toda crítica en el interior de la sociedad y del partido soviético. Una burocracia conservadora a la cabeza de la cual se encuentra él mismo ejerce una dictadura feroz sobre el pueblo. Para protegerse, a nivel interior, esta burocracia estalinista liquida físicamente a los opositores (entre ellos a revolucionarios de la primera hora), a la vez que aniquila toda expresión revolucionaria instituyendo una policía política implacable y un sistema de delación que mina la solidaridad ciudadana.

 

A nivel de la política exterior, en nombre de la salvaguarda del socialismo pero siempre para preservar su poder personal, Stalin embarca a los PCs en una serie de zigzags: en 1926-1927, sus compromisos con las burguesías les alejan de la revolución mundial (comité anglo-ruso en Gran Bretaña, alianza suicida entre el Kuomintang de Tsiang Kai Check y el PC en China en 1926). A finales de los años 20 -comienzo de los años 30, Stalin imprime un viraje izquierdista y sectario a los PCs: el de la ofensiva revolucionaria con la autoproclamación de los soviets en numerosos países semicoloniales o coloniales (Cuba o Vietnam) y el rechazo de la unidad de acción con los socialistas para enfrentarse al fascismo y el nazismo en Europa. Esta línea izquierdista será seguida a continuación por una orientación de “frente popular” (1935-1936) y luego, en América Latina, de un apoyo de los PC a regímenes dictatoriales al servicio de los Estados Unidos (Somoza en Nicaragua, Batista en Cuba) en el marco de la gran alianza antifascista mundial.

 

Para la corriente trotskysta, al contrario, la realización del “socialismo en un solo país” planteada por Stalin, es una aberración: hay que romper el aislamiento de la URSS y hacer avanzar la perspectiva revolucionaria en el mundo asegurando un frente unido de los oprimidos y sus organizaciones. El concepto de la “revolución permanente” significa la necesidad de llevar a cabo la conquista de los derechos democráticos, la reforma agraria y la independencia efectiva de los países coloniales o semicoloniales luchando hasta la conclusión socialista de la destrucción del estado capitalista sin hacer compromisos incoherentes con las burguesías nacionales. Esto necesita una política de alianzas sin ambigüedad en relación a las burguesías y un apoyo incondicional a toda lucha de emancipación de los oprimidos y oprimidas.

 

Los y las militantes que constituyen esta corriente de izquierdas en el PC de Cuba, provienen del movimiento sindical (la Federación Obrera de La Habana); muchos son de origen anarcosindicalista, de la organización de solidaridad Defensa Obrera Internacional (DOI) y del movimiento estudiantil, llamado Ala Izquierda Estudiante (AIE).

 

En 1932, la vuelta a Cuba de Sandalio Junco[5] y de Juan Ramón Brea[6], dos dirigentes comunistas que habían permanecido en Europa trabajando para el Partido y la Internacional Comunista, refuerza los lazos entre esta oposición y la corriente trotskysta internacional.

 

Sandalio Junco, obrero panadero, era uno de los raros dirigentes negros del PC. Había militado con Julio Antonio Mella[7] (principal figura del comunismo cubano de los años 1920) en Cuba. En noviembre de 1925, figuran ambos entre los militantes encarcelados tras el descubrimiento de una bomba en el teatro Payret de La Habana. En 1927, Junco y Mella efectúan un primer viaje a Moscú (Mella acude pasando por Bruselas donde se celebra un congreso internacional de la Liga Antiimperialista). Luego, se encuentran ambos en un exilio forzoso en México donde fundan la Asociación de los Nuevos Emigrantes Revolucionarios Cubanos. El joven Antonio Mella era muy crítico hacia la orientación tomada por Moscú en política interior y exterior. Mella había sido sancionado por el Comité Central del PC mexicano del que era miembro; tenía también enfrentamientos graves con la dirección del PC cubano fuertemente influenciado por Moscú. Mella fue asesinado en enero de 1929 por agentes del dictador Machado.

 

Por su parte, Juan Ramón Brea, tras haber dirigido luchas estudiantiles en Cuba (con Raul Roa y Rubén Martínez Villena), se hizo trotskysta durante su estancia en Francia y en España (cuando Junco estaba en Moscú). De vuelta a Cuba, fue encarcelado durante varios meses en compañía de Raul Roa en la prisión modelo de la Isla de Pinos.

 

En agosto de 1932, se constituye en el interior del PC cubano, la Oposición Comunista de Cuba. Se opone a la línea de la mayoría de la dirección del PC que practica una orientación izquierdista ultrasectaria.

 

Sandalio Junco y varios otros dirigentes comunistas fueron excluidos del partido en septiembre de 1932. A pesar del efecto combinado de la represión ejercida por la dictadura de Machado y de las denuncias de que eran objeto por parte de la dirección estalinista del PC, sus partidarios ganaron la mayoría del movimiento estudiantil (AEI) a nivel nacional. Por su parte, Sandalio Junco y sus camaradas fueron elegidos para la dirección de una federación sindical (FOH) que extendió rápidamente su implantación a una gran parte de Cuba (hasta Santiago de Cuba y Guantánamo). En fin, gozaban de una gran influencia en la Defensa Obrera Internacional (DOI).

 

Durante el primer semestre de 1933, los EEUU, que perciben el peligro de un derrocamiento revolucionario de la dictadura de Machado, envían una misión de alto nivel dirigida por Welles que intenta preparar una salida negociada de Machado conservando a la vez la dominación estadounidense sobre la isla. Los trotskystas cubanos denuncian de forma virulenta esta maniobra. Fueron ellos los que redactaron el célebre manifiesto de la Alianza Estudiantil de Izquierda “¡Al pueblo de Cuba! ¡A todos los estudiantes”, La Habana, 28 de junio de 1933 (reproducido en Pensamiento Crítico n. 39, abril 1970, La Habana). En el verano de 1933 se desarrolla un movimiento de masas que toma formas cada vez más radicales. Las huelgas sectoriales comienzan en julio y a comienzos de agosto de 1933 se transforman en una formidable huelga general política. En el curso de una manifestación el 1 de agosto de 1933, en Santiago de Cuba, América Lavadi Arce cae bajo las balas de la policía: es la primera mártir trotskysta cubana.

 

Tras haber participado en el desencadenamiento de la huelga, el PC estalinista llama a ponerla fin pues está en negociaciones secretas con el dictador Machado (la dirección del PC estalinista espera obtener así del dictador una legalización de las actividades del partido y del sindicato que influencia, la CNOC -Confederación Nacional de los Obreros de Cuba). Las masas prosiguen la huelga.

 

Los trotskystas, que se mueven en la lucha como peces en el agua (gracias a su práctica a la vez no sectaria respecto a las demás organizaciones y radical a nivel de las proposiciones y reivindicaciones), llaman a la prosecución de la acción. En pleno ascenso del movimiento de masas, fundan el Partido Bolchevique-Leninista, en acuerdo con la decisión de la dirección trotskysta internacional de construir a partir de agosto de 1933 partidos independientes de los PC. Ese partido implantado a escala nacional está sobre todo presente al este de la isla. Es mayoritario en Guantánamo (casi toda la sección del Partido Comunista de esta ciudad decide pasar al trotskysmo) y está bien implantado en Santiago de Cuba, Las Tunas, Puerto Padre e Holguin. Juega igualmente un papel importante en La Habana y en Matanzas.

 

La situación se vuelve cuasi revolucionaria por un período de varios meses. EL PC declara haber hecho un error al llamar a la detención de la huelga general. La dictadura de Machado debe dejar su sitio a un gobierno de transición democrática (el gobierno de Carlos Manuel de Céspedes del 13 de agosto al 4 de septiembre de 1933, seguido por el gobierno de Grau San Martin[8] y de Antonio Guiteras varios de cuyos elementos sinceramente antiimperialistas defendían posiciones de izquierdas), lo que no pone término a la radicalización de las masas. El sargento Fulgencio Batista está del lado de quienes derrocan al dictador Machado. Pero espera su momento para organizar la ofensiva contra el movimiento de masas y asentar su poder. Antonio Guiteras constituye el ala izquierda radical, revolucionaria, antiimperialista del gobierno de Grau. Es apoyado en particular por los trotskystas que colaboran con el movimiento “Joven Cuba” que ha fundado.

 

Cuando se desarrolla una poderosa corriente antiyanqui, Ramón Grau San Martin (uno de los universitarios más comprometidos en la lucha contra Machado), nuevo jefe del estado, ordena la reducción de las horas de trabajo, reconoce el derecho de huelga y, bajo la presión popular, llega a obtener la derogación de la enmienda Platt (1934). Igualmente en el activo del gobierno Grau San Martin-Antonio Guiteras figuran: el derecho a voto de las mujeres, el derecho de los campesinos sobre la tierra que ocupan, el anuncio de un programa de distribución de las tierras, la reducción masiva de los intereses de los préstamos y la represión de la usura, la bajada del 40% de las tarifas de la electricidad, la detención de la devolución de la deuda externa. Grau San Martin explica que se trata de “liquidar la estructura colonial que sobrevive en Cuba desde la independencia”.

 

Acosado por los comunistas que declaran que está a la cabeza de un “gobierno establecido por la pequeña burguesía y el ejército, un gobierno que defiende los intereses de la burguesía, de los grandes propietarios y de los imperialistas” (sic!), Grau San Martin es derrocado el 15 de enero de 1934 por los coroneles Batista y Mendieta. Su golpe de estado es apoyado, incluso dirigido, por los Estados Unidos. Fulgencio Batista se convierte en el jefe del ejército. La dictadura abierta hace estragos  desde el 15 de enero de 1934 hasta el verano de 1938 cuando Batista decide iniciar una apertura democrática.

 

En marzo de 1935 es lanzada una huelga general contra Batista y Mendieta. Los trotskystas participan en ella activamente en particular vía la Federación Obrera de La Habana (FOH), cuyo secretario general es Gastón Medina (dirigente del partido trotskysta PBL). La huelga general ha sido preparada por un comité unitario en cuyo seno  Joven Cuba y el PBL gozan del papel central. Los comunistas estalinistas optan por llamar a la huelga de forma separada permaneciendo fuera del comité unitario. La huelga es un fracaso.

 

El 8 de mayo de 1935, Antonio Guiteras es asesinado por los soldados de Batista. De 1935 a 1938, la represión se abate sobre el movimiento popular que retrocede. Los trotskystas cubanos son arrastrados por ese reflujo y son víctimas de campañas calumniosas del PC estalinista que no duda, en ciertos casos, en utilizar la fuerza (ya, el 27 de agosto de 1934, un comando de comunistas estalinistas había atacado de forma armada el local del FOH dirigido por los trotskystas. Balance: un muerto y varios heridos).

 

Dos orientaciones diferentes separan entonces a los militantes trotskystas cubanos. La primera consiste en dar la prioridad a la construcción de un partido trotskysta independiente como tarea inmediata, la segunda consiste en sumarse a organizaciones más amplias en particular Joven Cuba, y jugar en ellas un papel dirigente defendiendo una política revolucionaria.

 

Quienes optan por la construcción de una organización trotskysta independiente mantienen el PBL que se convertirá en el Partido Obrero Revolucionario (POR) el 19 de septiembre de 1940, algunas semanas después del asesinato de Trotsky en México por un agente de Stalin. Entre los dirigentes del POR se encuentra Ramón Brea, que, tras haber participado con el POUM en la guerra de España en las brigadas internacionales, permaneció en Checoslovaquia y luego volvió a Cuba donde murió en 1941. Formaba parte igualmente de la dirección del POR, Pablo Díaz, que participará más tarde con Fidel Castro y Che Guevara en la expedición del Granma.

 

Los otros (entre ellos Sandalio Junco y Gustavo Fraga) entran en Joven Cuba, organización política radical de izquierdas fundada por Antonio Guiteras que logró mantenerse a pesar de la represión y las denuncias de que fue objeto por parte del PC estalinista. Joven Cuba logró incluso seguir desarrollándose.

 

El 13 de septiembre de 1938, el Partido Comunista fue legalizado pues apoyaba la apertura democrática de Batista.

 

En 1940, el hombre fuerte del régimen desde 1934, el coronel Fulgencio Batista logra hacerse elegir presidente gracias a un modo de escrutinio que no permite votar más que a la mitad del cuerpo electoral. Para hacerlo, goza del apoyo del Partido Comunista y de los poderosos intereses norteamericanos. Según el PC, a las órdenes de la burocracia estalinista en el poder en Moscú, frente al avance del fascismo y del nazismo en Europa, hay que tener en cuenta “la orientación democrática” de la administración Roosevelt que ha reemplazado la tradicional política del bastón por la de la buena vecindad. En consecuencia, Cuba, afirma el PC, debe colaborar con los gobiernos democráticos, y más en particular el de los Estados Unidos. Cuba conocerá una alianza entre el Partido Comunista y el coronel Fulgencio Batista, que durará de 1939 a 1944, cuando éste dimita. En 1943, el presidente del partido comunista, el escritor Juan Marinello, es ministro sin cartera del gobierno Batista.

 

El 8 de mayo de 1942, Sandalio Junco es asesinado en la ciudad de Sancti Spiritus por un comando estalinista cuando hablaba en un mitin en conmemoración del asesinato de Antonio Guiteras. Sandalio Junco era entonces Secretario General de la Comisión Obrera Nacional del Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), muy influyente en la clase obrera. Era denunciado por los estalinistas como hitlero-trotskysta infiltrado en el PRC para traicionar a los obreros honrados.

 

A partir del fin de los años treinta, el partido trotskysta cubano conoce una situación de marginación política de la que no se recuperaría. Varios de sus militantes prosiguieron sin embargo localmente una actividad revolucionaria que les valió un real reconocimiento político. El partido trotskysta convertido, a finales de los años 30, en el Partido Obrero Revolucionario reemplazando al PBL conservó una verdadera influencia organizada en la parte oriental de la isla en particular en Guantánamo y en Santiago de Cuba. Algunos de sus miembros participaron en el combate insurreccional dirigido por el movimiento del 26 de julio entre 1953 y 1959 (Idalberto Ferrera Acosta[9], Juan Medina, Luciano García, Guarina Ramírez, Juan Leon Ferrera, Ricardo y Idalberto Ferrera).

 

Por otra parte, otros militantes trotskystas que no tenían ya lazos organizados con el POR jugaron también un papel significativo en el Movimiento del 26 de julio (M26-7) de los años 50. Se trata en particular del obrero Gustavo Fraga que afirmó hasta el final sus convicciones trotskystas. Jugó desde los años 1930 hasta su muerte un papel determinante en el movimiento obrero en Guantánamo. Fue en 1933 la figura principal del Partido Bolchevique Leninista de esa ciudad y dirigió la huelga general de agosto de 1933. En 1934, en el marco de la orientación adoptada por los troskystas se sumó a Joven Cuba y se convirtió en uno de sus dirigentes principales en la región. Tomó la dirección de acciones famosas como la toma de la aduana de Guantánamo (base militar estadounidense). Tras la fundación del Movimiento del 26 de julio, se convirtió en el jefe de la sección obrera del M 26-7 de la región y organizó la huelga en respuesta al asesinato de Frank País en Santiago de Cuba el 30 de julio de 1957. Murió en combate manipulando explosivos el 4 de agosto de 1957 en Guantánamo. Poco después, la dirección del M 26-7 dio el nombre de Gustavo Fraga a un destacamento guerrillero del segundo frente oriental dirigido por Raul Castro.

 

Pablo Díaz merece también ser mencionado. Obrero tinturero, forma parte de la dirección local del Partido Bolchevique Leninista en 1933 en Santiago de Cuba. Más tarde, se instaló en La Habana. Fue el editor responsable del órgano del Partido Obrero Revolucionario (trotskysta) (La revolución proletaria) que apareció entre 1941 y 1945. Más tarde, habiendo abandonado el POR, fue el tesorero del M 26-7 en Nueva York donde se había instalado provisionalmente. Participó luego en la expedición del Granma con Fidel Castro y, tras una nueva estancia en Nueva York, en la lucha insurreccional en Sierra Maestra.

 

Hay  que citar igualmente a Roberto Acosta Hechavarria (1912-1995), que fue miembro del PCC antes de adherirse al PBL en 1933. En 1956, participó en La Habana en la organización “Resistencia cívica” y apoyó activamente la red “Acción y sabotaje” del M 26-7. Tras la revolución, aún reivindicando explícitamente sus convicciones trotskystas, trabajó directamente en el entorno del Che en el Ministerio de Industria, hasta la partida de éste en 1965.[10]

 

Traducido por Alberto Nadal

 

 

Bibliografía:

 

Aguilar L.E., Cuba 1933, Edit. Ithaca, 1972

 Alexander Hamilton Robert (1973), Trotskysm in Latin America, Hoover Institution, Californie, Stanford, 1973 

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Brea Juan et Low Mary (1943), La Verdad Contemporanea (Ensayos y conferencias), Imprenta O’Relly, La Habana, 1943  

Broué Pierre (1997), Histoire de l’Internationale Communiste. 1919-1943, Fayard, Paris 1997, 1120p 

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ver : http://bdigital.bnjm.cu/catalogo/web/autor/Soler%20Mart%C3%ADnez_Rafael%20R.  

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Trotski Léon (août 1936 à décembre 1936), Œuvres, n° 11, publications de l’Institut Léon Trotski, Paris, 1981. Se pueden consultar las obras de Leon Trotsky en español en http://www.marxists.org/espanol/trotsky/indice.htm

Transcripción dactilográfica 

Testimonios de Luis Miyares, Bernardo Betancour, Idalberto Ferrera Acosta, Juan Leon Ferrera Ramirez.

Ver también: http://www.marxists.org/history/etol/document/fi/cuba/tennent/PhD/biblio.html

 

 

 



[1] El texto que sigue, basado en numerosos documentos y testimonios que he recogido, es de mi entera responsabilidad. Fue redactado durante el año 2000 y publicado en el libro de Yannick Bovy y Eric Toussaint,  Le pas suspendu de la révolution, Approche critique de la réalité cubaine, Edition du Cerisier, Cuesmes, Belgique, 2001, 387 pp. Con un prefacio de Manuel Vázquez Montalbán. El libro contiene contribuciones de Fernando Martinez Heredia, Abel Prieto, Mayra Espina Prieto, Julio Fernandez Bulté, Yannick Bovy, Janette Habel, Frangois Houtart, Jean Lazard, Maria Lopez Vigil, Osvaldo Martinez, Julio Carranza Valdes, Haroldo Dilla Alfonso, Silvio Rodriguez, Maya Roy, Eric Toussaint, Laurence Weerts. Ver presentación del libro en francés: http://risal.collectifs.net/spip.php?mot742 y http://archive.indymedia.be/news/2001/12/14996.html

 

[2] Eric Toussaint, historiador y doctor en ciencias políticas, autor de varios libros.

[3] Antonio Guiteras Holmes (1906-1935): dirigente estudiantil en La Habana, miembro del directorio estudiantil revolucionario, ministro del Interior en el gobierno revolucionario de Grau San Martín. Fundador y organizador de Joven Cuba, organizador de la huelga insurreccional de marzo de 1935, asesinado por los soldados de Batista en mayo de 1935.

Afortunadamente en los años 2000, se publico el importante libro de Fernando Martínez Heredia, La revolución cubana del 30, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2007. Ver en particular el capitulo: “Guiteras y el socialismo cubano”. Se puede descargar: http://www.ruthcasaeditorial.org/libroslibres/wp-content/uploads/2012/06/rev_cubana_30.pdf

 

[4] Soler Martinez Rafaël R. (1997), El trotskismo en la revolucion del 30, Tesis, Universidad de Oriente, Facultad de Ciencias sociales y humanisticas, Departamento de Historia, Santiago de Cuba, 1997. Se puede encontrar un artículo de Rafael Soler Martínez, “Los orígenes del trotskismo en Cuba” en http://archivo.po.org.ar/edm/edm20/losor.htm

ver : http://bdigital.bnjm.cu/catalogo/web/autor/Soler%20Mart%C3%ADnez_Rafael%20R.

 

[5] Sandalio Junco (1894-1942): obrero panadero, luego tabaquero, fundador de una central sindical en Cuba, ganado a las ideas de la oposición de izquierdas por Andrés Nin en un congreso de la Profintern (Internacional Sindical Roja), es uno de los dirigentes de la ANERC tras haber sido expulsado de Cuba y funda el Partido Bolchevique Leninista de Cuba. Se une a Joven Cuba, movimiento nacionalista, y es asesinado durante una reunión pública por un comando estalinista.

 

[6] Juan Ramón Brea, dirigente estudiantil varias veces encarcelado en Cuba, realizó varias estancias en Europa. Estuvo activo en el plano literario con el escritor y poeta surrealista francés Benjamín Peret. Participó en la fundación del Partido Bolchevique Leninista de Cuba en 1933. En 1936, abandona Cuba para participar en las Brigadas Internacionales como miembro del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista). Tras la derrota en España, permanece en Europa, en particular en Praga. Mantiene relaciones habituales con Victor Serge, James P. Cannon, etc. En 1940, vuelve a Cuba y retoma su puesto en la dirección del partido trotskysta cubano. Muere en La Habana el 17 de abril de 1941.

 

[7] Julio Antonio Mella (1903-1929): organizador de la resistencia estudiantil a la dictadura de Cuba así como de los tabaqueros, luego dirigente del PC cubano, tuvo que exiliarse tras una acusación de terrorismo y de una huelga de hambre. Asistió en Moscú al V congreso de la IC, y luego se instaló en México, donde fue durante algún tiempo secretario general interino del Partido Comunista de México (PCM). Tomó contacto en el congreso de la Internacional Sindical Roja (ISR) con Andrés Nin y trabajó con un grupo de opositores de izquierda, cuyo líder era Rosalio Negrete y en el que participaban inmigrantes. Preparó al mismo tiempo una expedición militar contra el régimen cubano de Machado. En enero de 1929, fue asesinado en México donde estaba refugiado.

 

[8] Ramón Grau San Martin (1887-1969): profesor de medicina en La Habana, toma la defensa de sus estudiantes perseguidos por la policía de Machado y gana una gran popularidad. Es presidente del gobierno provisional en 1933, derrocado por Batista, de nuevo presidente de Cuba de 1944 a 1948.

 

[9] Ver Eric Toussaint, “Idalberto Ferrera Acosta” 1918-2013

[10] Ver An Interview with Roberto Acosta Hechavarría in Ga  ry Tennant, The Hidden Pearl of the Caribbean. Trotskyism in Cuba, Socialist Platform, London, 2000, pp. 243-251

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