El papel de Fidel Castro en la historia: ESR.

 EL PAPEL DE FIDEL CASTRO EN LA HISTORIA

Edgard Sánchez

 

El papel de Fidel Castro en la historia está marcado por su compromiso con la revolución. 

El balance histórico puede ser polémico en diversos aspectos, pero al final de su vida ese balance es parte también de la vitalidad de la Revolución Cubana y que en medio de todas las adversidades y quedar sola en medio del mar del capitalismo salvaje del siglo XXI, la Revolución no pudo ser derrotada y gracias a la dirección de Fidel y el equipo dirigente original del M26J, que incluye significativamente al Che Guevara, tampoco se desvió, corrompió o degeneró como otras experiencias revolucionarias previas.

La Revolución Cubana fue la primera, después de la Revolución de Octubre, cuya dirección no provenía de un PC estalinizado. La dirección de la Revolución, formada en el Movimiento 26 de Julio (M26J), habría de evolucionar, en medio de la confrontación con el imperialismo, a definiciones socialistas que tienen su punto determinante en la declaración en ese sentido del propio Fidel en 1961. Esta evolución política propia de los revolucionarios cubanos, que no viene de la tradición política y programática del marxismo revolucionario, explica ausencias y debilidades que son parte de los señalamientos críticos desde posiciones de izquierda, que se hacen a la propia Revolución Cubana, desde el problema de la democracia soviética y el "partido único" hasta el dogmatismo y la intolerancia ante temas como el de la diversidad sexual de los primeros años. Al mismo tiempo esa peculiar evolución política también hizo en ciertas circunstancias, fracasos como la de la zafra o el golpe que significa la muerte del Che Guevara, o relaciones de fuerza muy desfavorables a nivel internacional, el que la influencia de concepciones provenientes del estalinismo, como la del "partido único" adquirieran mayor influencia.

Pero frente a algunos errores, debilidades o ausencias como las mencionadas, el elemento determinante de balance no sólo de Fidel, sino junto con él de la Revolución Cubana, es precisamente el compromiso con el carácter antiimperialista y anticapitalista de la propia Revolución.La vida política de Fidel ,como dirigente de la Revolución, terminó (incluso logrando una cierta transición desde el 2006, sin que se produjera una crisis, es decir antes de  su muerte) sin que se perdiera ese carácter de la Revolución Cubana, pese a todas las presiones y errores que se puedan señalar. Y lograrlo, lograr preservar la Revolución, no es tarea fácil y requiere una dirección política consecuentemente comprometida especialmente por la relación de fuerzas a nivel mundial y por la perspectiva socialista que el propio Fidel y la dirección del M26J le quiso imprimir a la Revolución Cubana.

La revolución socialista, entre otras características, es la primera que no concluye con la toma del poder. La radical transformación del mundo que se propone implica que, en realidad, la revolución empieza con la toma del poder. La toma del poder es un paso necesario pero no es el objetivo en sí mismo. A partir de la toma del poder empieza un proceso de revolución permanente hacia el objetivo socialista. Un proceso de revolución permanente en muchas dimensiones, en el terreno económico, pero también social, cultural, e incluso internacional.

En ese contexto puede ubicarse el anuncio que en 1961 hace Fidel Castro definiendo a la Revolución Cubana como una revolución socialista.

Aún con el poder, el proceso de revolución permanente implica la continuación durante mucho tiempo de una confrontación, de una lucha de clases, a nivel nacional e internacional, entre la revolución y la contrarrevolución. En toda revolución triunfante -en cuanto a la toma del poder se refiere- constatamos la continuación de la pugna con la reacción, la contrarrevolución, que quiere destruir al poder revolucionario y si de inmediato no puede, entonces limitarlo, acotarlo, desmoralizarlo, corromperlo. En condiciones objetivas defensivas -y en realidad cada triunfo nacional de la revolución mundial se encuentra a la defensiva-, la reacción puede ganar o corromper a sectores que pierden la confianza en la revolución. En las condiciones de pobreza en que cada revolución triunfa nacionalmente, así como con un aislamiento prolongado de la revolución, en el propio poder pueden empezar a desarrollarse capas burocráticas que piensan políticamente en función de sus privilegios, aunque sean relativos.

La última batalla de Lenin fue precisamente contra el desarrollo de la burocracia en el seno del poder soviético y del partido. El "testamento" de Lenin en que advierte contra el riesgo del creciente poder de Stalin es la culminación de escritos y esfuerzos previos en la lucha contra el desarrollo de la burocracia. Esa última lucha de Lenin contra la burocracia -que luego continuaría Trotsky en condiciones más difíciles-  ya es clara en 1924, es decir sólo 7 años después del triunfo de la Revolución de Octubre. La lucha, los siguientes años, de la Oposición de Izquierda intentará contratendencias a la burocratización y en todo caso reformar a la Internacional Comunista y al propio Estado soviético. para frenar a la burocracia. Pero en 1933, con motivo del Pacto Hitler-Stalin (y la equivocada política del PC que permitió la llegada de Hitler al poder en ese año, como hoy se ha recordado insistentemente con la llegada de Trump) Trotsky sacó la conclusión que ya no era posible la reforma y que era necesaria la construcción de otro partido, la IV internacional y en consecuencia, lo que luego se plantearía, la necesidad de una revolución política para recuperar en la Unión Soviética la democracia proletaria. 

Cuando finalmente, en 1989 con la caída del Muro de Berlín y el posterior desfondamiento de la Unión Soviética, ocurre la restauración capitalista se olvida que, en realidad, la contrarrevolución se había hecho dominante, aunque no acabara en lo inmediato con las bases sociales del Estado obrero, por lo menos desde 1933 (antes incluso de que en 1938 empezaran los juicios de Moscú en que se liquidaría a toda la dirección del Partido Bolchevique de 1917). Es decir, el peligro de la burocratización denunciado por Lenin se expresa ya en 1924, es decir 7 años después de la Revolución de Octubre. La consolidación de la contrarrevolución, ya con Stalin, puede fecharse en 1933, es decir 16 años después del triunfo revolucionario de 1917. Si se compara con el desarrollo de la Revolución Cubana, incluso con la expresión ya de fenómenos burocráticos, la diferencia es muy clara. Siete años después del triunfo de la Revolución Cubana estamos en medio del esfuerzo gigantesco de extensión de la revolución mundial, bajo el grito del Che de crear "dos, tres, muchos Vietnams", de la denuncia en Argel de la falta de solidaridad con Vietnam por parte de la URSS y de China y no solamente de consignas sino de apoyo solidario a las luchas de liberación nacional como en Angola o los preparativos para la experiencia del Che en Bolivia y su muerte un año después, en 1967. Y si comparamos los 16 años transcurridos entre Octubre del 17 y el Pacto Hitler-Stalin de 1933, en el caso de la Revolución Cubana ese lapso de tiempo coincide con el punto culminante del éxito de esfuerzo solidario de Cuba con Vietnam cuando en mayo de 1975 los yanquis son derrotados en Saigón.

Y si se continúa con las comparaciones de otras revoluciones triunfantes los resultados son también espectaculares. La otra gran tragedia es la de la Revolución China, triunfante en 1949 bajo la dirección del PC Chino de Mao. La restauración capitalista impuesta en China, diferente a como ocurrió con la desintegración de la URSS, en este caso bajo la dirección y control del propio PC Chino, es lo que le permite entrar a una competencia interimperialista muy fuerte sobre la base de una superxplotación de la clase obrera china que hace muy "competitiva" su producción. O más reciente en el tiempo y cercana a nosotros, la experiencia de la Revolución Sandinista triunfante en la Nicaragaua de julio de 1979. Ciertamente hubo de por medio una desgastante y desangrante guerra contrarevolucionaria buscando derrocar a la Revolución, pero al final la evolución de la dirección sandinista, bajo esas presiones pero también por la capitulación de su núcleo central, nos lleva a encontrar un FSLN diferente al de 1979, marcado ahora por la descomposición y degeneración políticas, una dirección  corrompida por la corrupción y conciliadora con la derecha, la Iglesia y la estabilidad capitalista.

La evolución y capitulación de las direcciones de la mayoría de las revoluciones triunfantes en el siglo XX no es un resultado de un mero fatalismo, por el peso decisivo de las condiciones objetivas, de un supuesto avance prematuro, antes de tiempo, de esas fuerzas, sino que en medio de esas condiciones adversas, les cabe una responsabilidad también a las direcciones políticas que no solamente no se opusieron a ese curso sino que lo avalaron , lo estimularon o lo permitieron. El curso contrarrevolucionario o de restauración capitalista no era fatalmente obligado por las condiciones "objetivas". Es el mérito fundamental de Trotsky al oponerse y luchar a costa de su propia vida contra la burocracia y la contrarrevolución.

En ese contexto es que adquiere esta relevancia histórica el papel de Fidel Castro. Pese a todas las adversidades y condiciones objetivas ni Fidel ni la Revolución Cubanas fueron derrotados, ni la contrarrevolución logró descarrilarla.

En enero, la Revolución Cubana cumplirá 58 años.Tiene enfrente grandes retos y problemas. Pero no por una crisis por la ausencia de Fidel. Los gusanos en Miami soñaban con el día de la muerte de Fidel pensando que ahí terminaba la experiencia de la Revolución Cubana. Se equivocaron nuevamente porque debido a los problemas de salud de Fidel, desde 2006 logró hacerse la transición en la dirección del Estado cubano sin mayor crisis o colapso, aunque Fidel se hubiera retirado formalmente de todo cargo en el Partido o en el Gobierno. Los retos y problemas son otros que tendrán que enfrentar, éso sí, sin Fidel, pero no por la ausencia de Fidel. A Fidel le tocó ver todavía el restablecimiento de relaciones con Estados Unidos con Obama en el gobierno. Los riesgos de una presión por el "modelo chino" de apertura al capitalismo estaban ahí cuando al mismo tiempo la caída de los precios de petróleo complican la situación de aliados como Venezuela. Paradójicamente, la llegada de Trump, con su discurso nacionalista de derecha y racista y que busca limitar y cuestionar la globalización neoliberal, crea éso sí situaciones, problemas  y riesgos nuevos.