Retos y tareas de la OPT

 RETOS Y TAREAS EN LA SITUACIÓN NACIONAL.

 

 

En México, el 2018 está marcado sin duda por la coyuntura político electoral y sus posibles desenlaces. Sin embargo, es necesario no perder de vista las realidades que la preceden, la determinan y de hecho van más allá de la propia coyuntura. Ésta, de entrada, se da en el marco de la continuidad y profundización de una crisis económica prolongada. El crecimiento del Producto Nacional Bruto del año pasado fue apenas del 1.5% y para este año se avizora una recesión por los efectos de la incertidumbre que rodea a la renegociación del TLCAN y la devaluación del peso. La deuda externa y la interna que al final de cuentas es externa también, representa una carga cada vez más insostenible para el país.

 

Al mismo tiempo, las medidas neoliberales no cesan.  El continuo incremento en el precio de la gasolina repercute, de manera directa o indirecta, en todo lo demás. La inflación y la carestía no ceden, y junto con el tope salarial continúan deteriorando el poder adquisitivo de los trabajadores, por más que se hable de la recuperación del salario mínimo. A diferencia de otros tiempos, el capital y el poder están impedidos de soltar amarras económicas para favorecer sus propósitos electorales. Sin embargo, a la ola de reformas neoliberales del 2012 pretenden sumar ahora apresuradamente otras tantas, ante la posibilidad real de perder el poder, buscando asegurarse de que llegue quien llegue estará amarrado al modelo neoliberal.

 

Así, entre otras como la de biodiversidad, está el peligro inminente de una nueva reforma laboral regresiva que podría vulnerar aún más gravemente la libertad sindical, la contratación colectiva auténtica y el derecho de huelga, en lugar de mejorar la impartición de justicia que supuestamente era el cometido de la reforma constitucional del año pasado. Igualmente, continúa el ataque al sistema de pensiones y de salud con medidas como la UMA.

 

Por otro lado, no sólo la supuesta “guerra en contra del narco” continúa sumando víctimas a los 150 mil muertos, 30 mil desaparecidos y 250 mil desplazados que acumula hasta hoy, sino que el clima de violencia se expande en todo el país, incluso en las esferas políticas, y siguen multiplicándose alarmantemente los feminicidios. La aprobación de la Ley de Seguridad Interior, que legaliza la intervención de las fuerzas armadas en cualquier conflicto nacional, es el nuevo instrumento de contención y represión que el Estado se ha dado así mismo para enfrentar el ascenso de la lucha de masas del pueblo de México.

 

Las consecuencias de los pasados terremotos de septiembre siguen ahí, evidenciando a una clase política incapaz de hacerles frente, corrupta y preocupada más por sus carreras e intereses creados, por ejemplo, con las grandes inmobiliarias, que por dar solución a las exigencias de los damnificados. Con ellos ha surgido otro sujeto social que cuestiona al estado como otros movimientos sociales en resistencia a lo largo y ancho del país.

 

En general asistimos a una gran crisis y descomposición del estado mexicano, con una derecha neoliberal en el poder subordinada al gran capital trasnacional que, al buscar perpetuarse, amenaza con terminar de destruir a la nación.

 

Engarzada con este contexto, la coyuntura está determinada por una enorme crisis política, particularmente del sistema de partidos. El régimen de partidos está tan agotado que todos se han tenido que agrupar en frentes electorales a cuál más perverso para captar mayor votación, en el extremo del pragmatismo político. Hasta va cobrando fuerza la idea del “gobierno de coalición”. Lo más importante es que los de arriba están divididos. Y pareciera que la derecha está haciendo todo lo posible por perder, incluso en guerra abierta entre sus opciones principales.

 

Desde la izquierda y el movimiento social, la única opción que podría calificarse como tal fue la del Consejo Indígena de Gobierno, que no alcanzó las firmas requeridas, en gran medida por el tramposo e inequitativo sistema electoral. Como ha solicitado el CIG, habrá que valorar, reflexionar y discutir lo que pasó y lo que sigue. El hecho es sin embargo que no habrá opción social y de izquierda en las boletas electorales, ya que es evidente que el PRD perdió desde hace tiempo el lejano halo de izquierda que acaso llegó a tener, hundido cada vez más en la descomposición y la corrupción, y definitivamente pervertido con su actual alianza con el PAN, destinado a conformarse con algunos huesos de la mesa de los ricos y cuando mucho a mantener su franquicia, desfondado por Morena.

 

Independientemente de las valoraciones políticas y tácticas que cada uno pueda tener, AMLO y su Morena no representan realmente una opción de izquierda o vinculada al movimiento social, sin menospreciar algunas de sus valoraciones en el terreno nacional y democrático, como su lucha anticorrupción y otras que se le puedan adjudicar.

 

En todo caso, entre los escenarios más probables del 1 de julio se ha venido consolidando el del triunfo de López Obrador. No sólo eso, sino sobre todo se está abriendo paso la posibilidad de que lo dejen ganar, que a los poderes fácticos no les quede más que aceptarlo. Desde luego, estos poderes podrían estarse preparando ya también para aceptarlo con la condición de determinarlo, de acotarlo, de que no vaya más allá de lo que el gran capital y el neoliberalismo pueden consentir. Ello lo facilitaría el hecho de que el propio discurso y programa de López Obrador se han venido corriendo a la derecha para hacerse aceptable, que Morena se viene llenando de cuanto arribista y trepador de izquierdas y derechas pueda haber, sobre todo de tránsfugas del PRI y el PAN, y que su gabinete y sus principales operadores políticos no vienen de la izquierda.

 

Por supuesto, en los meses que siguen, la derecha neoliberal en el poder hará todo por descarrilarlo y aplicará todos los recursos del estado para prevalecer y, en última instancia, repetir la vieja fórmula del fraude electoral. La anticipada decisión política del propio López Obrador de no encabezar la lucha poselectoral en contra de un eventual fraude electoral, revela, por si misma, su papel contenedor de la lucha y revela la posibilidad de una lucha poselectoral semejante a la del 2012, cuando la Convención en Contra de la Imposición careció de su respaldo.

 

Frente a la posibilidad de un conflicto explosivo, el gran capital, la derecha neoliberal y los poderes fácticos también están listos para resolverlo violentamente. La vía represiva está ahí también como un escenario probable. La ley de Seguridad Interior fue hecha para eso. No debe menospreciarse esta probabilidad. Y, en tal caso, en un golpe de Estado, la represión iría contra todos los opositores al régimen. Esta probabilidad no debe soslayarse.

 

 

Las elecciones del 2018

 

1.   

En cualquier caso, en los próximos meses y sobre todo después del 1 de julio casi todo escenario probable conduce a una situación nacional altamente conflictiva, a una enorme crisis política y aceleración de la económica, situación que puede abrir las compuertas para redefinir a la nación, siempre y cuando haya un sujeto social que pueda capitalizarla. Por lo mismo y resguardando nuestra autonomía e independencia de clase, debemos contribuir por todos los medios posibles a la derrota electoral del actual bloque neoliberal oligárquico en el poder y posicionar táctica y estratégicamente en esta coyuntura los intereses del proletariado mexicano, y en su caso, evitar la posible recomposición de un nuevo bloque dominante (ya puesta en marcha por AMLO) que haga prevalecer los intereses del gran capital desde un nuevo gobierno burgués de relevo.

 

2.   

Desgraciadamente constatamos que no existe una alternativa de izquierda y de clase ni del movimiento social, que nos represente en estas elecciones. Eso es un hecho irrefutable.

 

3.   

Pero esto no debe significar que nos quedaremos esperando o mirando sin hacer algo en favor de los intereses del pueblo trabajador, tanto del campo como de la ciudad.

 

4.   

De la manera más unitaria posible, debemos actuar para impedir que la derecha neoliberal entreguista se perpetúe en el poder y lanzar iniciativas que reposicionen a la izquierda revolucionaria y al movimiento social clasista en la coyuntura. Es parte de la batalla por la organización y conciencia de los y las trabajadoras.

 

5.   

En cualquiera de los escenarios posibles que se vislumbran para el 1 de julio estará en juego el futuro de la nación, del pueblo trabajador, de la democracia y las libertades, las posibilidades de una transformación real de nuestro país.

 

 

6.   

Si la derecha neoliberal, como en otras partes del mundo, consigue ganar sin fraude habrá que afrontar un largo periodo de resistencia en condiciones todavía más adversas. Si la derecha comete fraude electoral se desatará un movimiento ciudadano por la democracia del que deberemos ser parte de él como clase. Si los poderes fácticos se imponen con un golpe violento, cualquiera sea su modalidad, la continuidad del régimen neoliberal entrará en una mayor crisis y debilidad política, pues estallará una lucha de resistencia nacional extremadamente difícil pero que puede terminar echándolos del poder, y de la cual los movimientos sociales en general y la clase trabajadora en particular debe ponerse a la cabeza.

 

7.   

En el caso de que el movimiento de oposición encabezado por López Obrador no sólo gane, sino que lo dejen ganar, no significará en modo alguno, que los intereses y reivindicaciones del pueblo trabajador estén garantizados, tampoco los de las comunidades y pueblos indígenas, de los jóvenes y mujeres, ni de la democracia popular o el desarrollo soberano de la nación; para nada es seguro que se reviertan las reformas neoliberales o se recuperen los bienes nacionales privatizados, ya que eso sólo depende de la presión constante, sistemática y prolongada de un movimiento político de masas organizado a nivel nacional.

 

8.   

En realidad, lo que significará es que se abrirá la verdadera disputa, entre el gran capital y el trabajo, entre la democracia y el autoritarismo, entre la izquierda y la derecha, entre los movimientos sociales y los partidos, por definir el rumbo de la nación.  Ahí se iniciaría realmente la famosa “transición”. Pero la transición siempre va para algún lado. La derecha y los poderes fácticos, y las metrópolis imperiales, jalarán a ese gobierno hacia sus intereses o lo harán caer; la clase trabajadora, los movimientos sociales, la izquierda, debemos actuar para que ese momento político de transición, ese cambio político derivado de las elecciones conduzca hacia la izquierda, hacia un proceso de transformación real del país desde abajo por un gobierno constituyente verdaderamente representativo de la mayoría del pueblo mexicano, y aun para quienes desde los movimientos sociales hayan apoyado esta candidatura ésta será la disyuntiva.

 

9.   

Es decir, nuestro principal reto ya no está sólo en qué hacemos el 1 de julio, donde los partidos y el sistema ya tendrán definidas las cosas y que la clase trabajadora o los movimientos sociales ya no las podremos cambiar, sino dónde estaremos y qué haremos el 2 de julio. En cualquiera de los escenarios o desenlaces posibles sólo podremos incidir si contamos con la fuerza, la organización y la estrategia necesarias construidas a marchas forzadas desde hoy.

 

10. 

Tanto en los meses que siguen hasta las elecciones, como en los posibles escenarios posteriores, es imperativo construir un gran polo social alternativo capaz de influir en la conciencia de la gente, de abrir combate a la derecha neoliberal, de ser articulador del descontento social, de representar un dique contra la represión, de ser un bastión en la defensa de la democracia, de representar un verdadero contrapeso en el escenario político, de contrarrestar las tendencias de adaptación al sistema, de constituir una verdadera alternativa transformadora, y todo eso hay que empezar a hacerlo desde hoy.

 

11. 

 Hay que ir colocando piedra sobre piedra y reconocer que el movimiento social y la resistencia estamos sumamente dispersos. Los intentos de articulación y unidad hasta ahora no han dado el ancho, y la existencia de varios agrupamientos prueba precisamente de que no hay unidad, por lo que debemos lograr la articulación de todos ellos haciendo esfuerzos unitarios y rebasar las trabas y diferencias que nos separan con el fin de lograr el propósito político principal, crear un movimiento político de masas único y nacional, capaz de sostener una lucha prolongada hasta el establecimiento de un nuevo gobierno democrático y popular en México.

 

12. 

En este camino es necesario avanzar en círculos concéntricos, en ir colocando cada engrane en su lugar. Indudablemente lo primero es relanzar la construcción de un bloque de fuerzas con nuestros proyectos de masas. Este es el primer nivel de unidad, el estratégico de clase, entre las organizaciones que estamos comprometidas en avanzar en el nivel de organización de la clase trabajadora entendida en su sentido más amplio.

 

13. 

Junto con ello, una tarea que está enfrente y que es de gran importancia es la de hacer del próximo Primero de Mayo algo de mucha mayor trascendencia política que simplemente cumplir con un ritual de carácter gremial, y por lo tanto sacarlo de la inercia y la marcha tradicional. El Primero de Mayo debe reposicionar en la coyuntura electoral al movimiento sindical y social independiente y enviar mensajes claros y contundentes a la sociedad, ubicando claramente quien es el enemigo a vencer en estas elecciones y asumiendo las consignas ¡Ni un gobierno neoliberal más! ¡Ni un voto a los partidos que firmaron el Pacto por México!  Por eso la idea es lanzar una campaña de propaganda y actividades, como asambleas populares y foros temáticos, que permitan construir con fuerza las reivindicaciones y la participación en una verdadera y gran movilización unitaria. Debe ser parte de la conformación de un programa de reivindicaciones y alternativas propio de la clase trabajadora y del pueblo de cara a la nación.

 

14. 

Es necesario avanzar en impulsar la unidad del movimiento sindical independiente de la forma en que sea posible. El primero de mayo sería un paso en ese sentido. Debemos levantar la necesidad de construir un programa, un proyecto propio, independiente, de la clase trabajadora, reposicionarla y recuperar su protagonismo como tal en el debate nacional.

 

15. 

 Al mismo tiempo, que nos proponernos levantar un bloque unitario con nuestros más cercanos aliados estratégicos, como la NCT, ANUEE y la Confederación de Jubilados. En el mismo nivel de unidad estratégica, debemos buscar consolidar las alianzas con el Consejo Indígena de Gobierno, o sea con los pueblos originarios, y con los movimientos y comunidades en resistencia a los megaproyectos, a la minería, en defensa del territorio y el agua, etc., así como con la CNTE y los damnificados.

 

16. 

Tales pasos son necesarios para buscar de una manera más sólida y eficaz una unidad más amplia con todas aquellas fuerzas sociales dispuestas a conformar un gran polo social alternativo, un sujeto social capaz de construir grandes movilizaciones y cambiar la correlación de fuerzas, cualquiera que sea el nuevo gobierno que surja. Un gran evento nacional de los movimientos sociales para discutir las perspectivas de la lucha para derrotar al neoliberalismo y avanzar en la transformación social del país más allá de las elecciones es una tarea que tenemos enfrente. Es decir, en su conjunto, todas estas tareas responden a la puesta en marcha de una nueva etapa de acumulación de fuerzas del campo popular revolucionario en la perspectiva de establecer un gobierno democrático y popular en México.

 

17. 

 Esta etapa debe sostenerse sobre la base de un programa de lucha que ponga al centro el tema de la consecución de las libertades políticas para los trabajadores y demás sectores del pueblo la construcción de órganos de poder paralelo desde abajo, la solución a las reivindicaciones económicas y sociales de la clase trabajadora y en particular la consigna de la convocatoria a una Nueva Constituyente Democrática y Popular.

 

18. 

 Programa.

 

·        

Plena libertad política para todos los mexicanos, esto es, la completa libertad para organizarse políticamente, sin cortapisas ni intervención de los organismos del estado y los partidos políticos, en sus centros de trabajo, escuelas, comunidades y pueblos.

 

·        

Por la Defensa de los bienes comunes como la tierra, el agua, el medio ambiente y las culturas comunitarias; cumplimiento cabal de los Acuerdos de San Andrés y del Convenio 169 de la OIT, que otorga plena autonomía a los pueblos originarios y comunidades indígenas y la obligación de ser debidamente informados y consultados para el usufructo de sus territorios y bienes naturales.  Por el derecho a una vivienda digna, la salud y el trabajo.

 

·        

Auditoria y moratoria al pago de la deuda externa, destinando dichos recursos al gasto público -como educación, salud, desarrollo científico y tecnológico- y a la inversión productiva nacional para reactivar el mercado interno y crear empleos. Cancelación de la deuda del FOBAPROA.

 

·        

Estatización de la banca privada para garantizar el desarrollo económico nacional.

 

·        

Trabajo Digno, Libertad Sindical, Derecho de Huelga y Contratación Colectiva. No al Out Sourcing y los falsos sindicatos de protección patronal.

 

·        

Recuperación del poder adquisitivo de los salarios y pensiones. Por la recuperación de los fondos de pensión de manos de las AFORES para ponerlos bajo control de los trabajadores y por el incremento de la calidad en la prestación de los servicios de salud pública.

 

·        

Creación de empleos dignos y bien renumerados para que los trabajadores puedan cubrir las necesidades básicas propias y las de su familia.

 

·        

Recaudación fiscal hacía las grandes empresas en manos de aquellos oligarcas que evaden el pago de impuestos y dejan las arcas públicas vacías de recursos y a merced a los préstamos de la banca internacional.  Reducción de a la mitad de sus sueldos a los Magistrados, Legisladores y Altos funcionarios.

 

·        

Derogación de las reformas estructurales. Renacionalización de las principales ramas industriales como la petrolera, la eléctrica, la minera, la metalúrgica, la farmacéutica y la alimentaria entre otras.

 

·        

Expropiación de las inmensas fortunas labradas bajo actividades ilícitas para ponerlas al servicio de la obra pública de nuestro país.

 

·        

Abajo la Ley de Seguridad Interior. Alto a la represión. Libertad a los presos políticos. Alto a los feminicidios. Por el regreso de militares y marinos a sus cuarteles y sustitución de las Policías Corruptas y Fuerzas Armadas con Policías Comunitarias.

 

·        

Solución inmediata a los damnificados por los distintos terremotos en el país con la participación directa de los propios damnificados el diseño de las alternativas para la construcción de sus viviendas y el manejo de los presupuestos.

 

 

19. 

Los aspectos organizativos de reestructuración interna se exponen en otro documento específico que será parte de la discusión para el evento nacional.

 

20. 

Por último, estos planteamientos son fruto de bastas discusiones internas y del movimiento social por lo que reflejan el estado actual del debate y formulan una serie de iniciativas y orientaciones políticas y organizativas que pueden contribuir a conducir nuestra praxis revolucionaria en la coyuntura.

 

 

 

 

Abril de 2018

 

Proyecto presentado por la DPN a la reunión nacional de la OPT del 13 de mayo de 2018 ( y que fue aprobado en lo general. Ver "resolutivos de la OPT del 13 de mayo")