Rosario Ibarra. Nota biográfica

 ROSARIO IBARRA

 

 

Rosario Ibarra nació en Saltillo, Coahuila, el 24 de febrero de 1927. Su trayectoria en la actividad política inició con la desaparición de su hijo Jesús Piedra Ibarra el 18 de abril de 1975. Previamente, como recoge el documental “Rosario” de Shula Erenberg disfrutaba de una tranquila vida familiar desde que se casó con el Dr. Jesús Piedra Rosales, con quien tuvo cuatro hijos: Rosario, Jesús, Claudia y Carlos Piedra Ibarra. Toda su vida adulta y familiar la ha hecho en la ciudad de Monterrey, hasta que de tanto dedicarse a la lucha por la presentación de su hijo Jesús, debió instalar también casa en la Ciudad de México. Por este origen familiar al principio es conocida como Rosario Ibarra de Piedra pero, como ella misma explica, con su evolución política personal terminó siendo Rosario Ibarra.

Como otras madres de desaparecidos, Rosario Ibarra empezó buscando a su hijo en forma individual recorriendo todo tipo de instituciones e instalaciones policiacas, militares, hospitalarias e incluso interceptando personalmente decenas de veces al Presidente Luis Echeverría Álvarez. En este esfuerzo individual fue descubriendo, encontrando y conociendo a más familiares de detenidos-desaparecidos, especialmente madres de desaparecidos y entrando en contacto con las organizaciones y comités que luchaban por la libertad de presos políticos. Así es que dos años después de la detención-desaparición de Jesús Piedra, convocó y fundó el Comité Pro-Defensa de Presos Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de México (Hoy Comité ¡Eureka!). Es este Comité, con el apoyo solidario de las organizaciones que lo rodeaban conocido como el “Consejo Político” que realizan la primera huelga de hambre el 28 de agosto de 1978 en la Catedral Metropolitana, en la Ciudad de México. Aunque las “Doñas” son desalojadas de Catedral por la fuerza, el Presidente José López Portillo en su informe del 1 de septiembre de 1978 anunció la ley de amnistía (reclamo central de las “Doñas” en huelga de hambre), misma que se aprobaría en el Congreso de inmediato. La aplicación de la ley de amnistía puso en libertad a 1,500 presos políticos, permitiendo el regreso de 57 exiliados al país y el desistimiento de 2,000 órdenes de aprehensión. Las consecuencias y aplicación de la amnistía se prolongaron los siguientes meses y años por lo que la lucha por la presentación de los desaparecidos continuó con fuerza, sobre todo porque los primeros beneficiados con la amnistía fueron presos y perseguidos pero no desaparecidos. Lo más cruel era que quienes habían hecho la huelga de hambre eran familiares de desaparecidos.

 

En consecuencia, en 1979 Rosario Ibarra fue promotora y fundadora del Frente Nacional Contra la Represión (FNCR), que aglutinó a 54 organizaciones de diversa índole que luchaban por el respeto a los Derechos Humanos. A principios de los ochenta se logran las primeras liberaciones de desaparecidos políticos en el marco de la aplicación continuada de la amnistía. Al número antes señalado de presos y perseguidos beneficiados con la amnistía hay que agregar, entonces, la liberación paulatina de 148 desaparecidos, muchos de ellos que estuvieron recluidos en el Campo Militar No 1, según sus propios testimonios y que incluía la noticia de haber estado junto a otros de la lista de más de 500 desaparecidos elaborada por Rosario Ibarra y Eureka! y que al salir les habían visto todavía con vida.  En el año 2007 nuevamente convoca a formar el FNCR en donde se unen más de 500 organizaciones para luchar por una nueva Ley de Amnistía y el cese de la Represión en el país dado el curso autoritario desarrollado por los gobiernos de la derecha, desde la represión a Atenco, a la APPO, hasta la vuelta a la práctica de la desaparición forzada de personas y las reformas legales represivas.

Desde un principio en su lucha por los desaparecidos políticos le acompañan sus otras hijas, Rosario y Claudia, así como su hijo Carlos y su esposo el Dr. Jesús Piedra Rosales, al igual que familiares de desaparecidos como Celia Piedra de Nájera, Matilde González, Cony Ávila, Sara Ramírez de Duarte, Lichita, Esperanza Galós, Doña Guille, que son también fundadoras del Comité Eureka, aunque varias, así como el Dr. Piedra, han fallecido en este largo trayecto.

Fue dos veces candidata a la Presidencia de la República, por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) en 1982 y en 1988. Con motivo de su postulación por el PRT en 1982 se convirtió en la primera mujer en la historia de México en ser candidata presidencial. En el periodo legislativo de 1985 a 1988 fue diputada federal por el Grupo Parlamentario del PRT y de 1994 a 1997 nuevamente diputada federal, en esta ocasión por el Grupo Parlamentario del PRD.

La candidatura presidencial de Rosario Ibarra por el PRT en 1982 fue entendida como una continuación de su lucha por las libertades políticas y contra la represión pues ofrecía el mensaje de que si bien la Reforma Política reconocía legalmente a partidos de izquierda como el PCM o el PRT, para la campaña de Rosario Ibarra eso no implicaba avalar la existencia ya de un régimen democrático como lo mostraba el hecho de que el PRT postulaba como candidata presidencial a la madre de un desaparecido político.

Como diputada federal del PRT (1985-88) presentó con el apoyo de diputados de otros grupos parlamentarios, una iniciativa de ley de amnistía que ya incluía explícitamente a los detenidos-desaparecidos políticos.

En 1988, con motivo de la ruptura de la Corriente Democrática del PRI, la candidatura de Rosario Ibarra además representó la opción de la izquierda socialista en esa justa electoral.

Como diputada federal del Grupo Parlamentario del PRD (1994-97) le tocó coincidir con el periodo abierto con el levantamiento zapatista de enero de 1994. En agosto de 1994, el EZLN la nombró Presidenta de la Convención Nacional Democrática (CND) celebrada en la selva chiapaneca. Sin romper con el Grupo Parlamentario del PRD, la Diputada Rosario Ibarra y otros 4 diputados de ese Grupo Parlamentario (Carlota Botey, Adriana Luna Parra, Antonio Hernández y Edgard Sánchez) se declararon diputados convencionistas para expresar su solidaridad, compromiso y participación en la CND convocada y organizada por el EZLN, así como en el apoyo al propio EZLN en las mesas de diálogo que se realizarían en los siguientes meses que llevarían, finalmente, a los Acuerdos de San Andrés (desconocidos por el Senado en 2001 por la reforma conjunta de Manuel Bartlett, Diego Fernández de Cevallos y Jesús Ortega).

De 2006 a 2012 fue Senadora de la República, electa como candidata externa de la Coalición de partidos integrada por el PRD, el PT (Partido del Trabajo) y Convergencia en la elección federal de 2006. En este periodo fue Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Senado. En 2008 encabezó junto con otros senadores, la toma de la tribuna del Senado durante varios días para impedir la aprobación de la iniciativa de privatización petrolera. Siendo Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Senado, se aprueba en el Congreso de la Unión la Reforma Constitucional de Derechos Humanos.

Con motivo del regreso en forma masiva de la práctica de la desaparición de personas en el marco de la llamada guerra contra el narcotráfico declarada por el gobierno de Felipe Calderón, participó además de otras iniciativas, como integrante de la Comisión de Mediación entre el EPR y el gobierno federal, a solicitud del propio EPR, cuando desaparecieron a dos de sus integrantes. En el periodo de extrema violencia y militarización abierta durante el gobierno de Felipe Calderón con la excusa de la guerra contra el narcotráfico, Rosario Ibarra insistirá en rechazar el concepto de “levantones” para insistir en el de desaparición forzada pues el primero ayuda a eludir la responsabilidad del Estado en la generalización de las desapariciones. La existencia de decenas de miles de desaparecidos, como “daños colaterales”, a partir del gobierno de Calderón y de Enrique Peña Nieto, obligará al Comité Eureka! a distinguir entre los “desaparecidos políticos” del primer perodo del PRI ´que reclama Eureka y las decenas de miles de desaparecidos civiles sin filiación política. Pero el caso de los 43 de Ayotzinapa (septiembre de 2014) ha puesto de relieve nuevamente el carácter político de las desapariciones, como lo insistió ese movimiento al señalar que “Fue el Estado” y sorpresiva pero lamentablemente la consigna acuñada por Rosario Ibarra en los años 70 de “Vivos los llevaron, vivos los queremos” que no solamente ha sido retomada por los estudiantes de Ayotzinapa sino por nuevos grupos de familiares de desaparecidos en todo el país.

A lo largo de estos años ha sido dirigente del Comité ¡Eureka¡, articulista del periódico El Universal y asesora en derechos humanos para el Gobierno del Distrito Federal, primero con la administración iniciada con Cuauhtémoc Cárdenas y luego con la de Andrés Manuel López Obrador. 

Después de muchos años de intentos, en 2011 logra inaugurar el Museo de la Memoria Indómita, en la calle de Regina 66 de la CDMX, un museo dedicado a la lucha de las madres de desaparecidos organizadas en Eureka! y donde Rosario Ibarra trasladó su archivo con todos los casos y denuncias recibidas durante décadas.

Ha tenido múltiples reconocimientos a su lucha iniciada en 1975, entre los que destacan el que haya sido nominada como Candidata al Premio Nobel de la Paz en 1986, 1987 y 2005. Inicialmente, en 1986, la propuso el parlamentario sueco Hans Goren Frank. También recibió el Premio Especial Testimonio “Roque Dalton”, otorgado por el Consejo de Cooperación con la Cultura y la Ciencia de El Salvador en 1999.. El reconocimiento otorgado por trabajadores del Movimiento Democrático de la Ford, por el apoyo solidario brindado a su lucha en 1991. Recibió también el primer Premio Nacional de Derechos Humanos Sergio Méndez Arceo, compartido con el Obispo Samuel Ruiz García, otorgado por la Fundación Don Sergio en 1992. Las más importantes organizaciones defensoras de derechos humanos le hicieron un Reconocimiento a sus 15 años de lucha en 1992. Se le otorgó el Dag Hammaarkjold Award  por el “Humanitarian Law Project” en 1999. La Asamblea Legislativa del Distrito Federal y 50 organizaciones defensoras de derechos humanos le hizo un Homenaje por 25 años de lucha a ella y al Comité Eureka! en el 2000 y la Asamblea Legislativa III Legislatura le otorgó la Medalla al Mérito Ciudadano en 2005. La Asociación de Abogados Democráticos le entregó la Medalla “Emilio Krieger” por su aportación a la defensa de los derechos humanos también en 2005. Con motivo de los 40 años del PRT, celebrados en septiembre del 2014, este partido también le otorgó a Rosario Ibarra un especial reconocimiento.

A principios de 2019, la Cámara de Diputados le otorgó la Medalla al Mérito Cívico “Eduardo Neri”, misma que recibió, por razones de salud que le impedían trasladarse desde su casa en Monterrey, su hija Rosario Piedra.

Con la llegada del nuevo gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador se han multiplicado los homenajes o reconocimientos tanto a Rosario Ibarra como a otras víctimas de la represión (por ejemplo al abrir al público el centro de tortura de la Dirección Federal de Seguridad de la calle Circular de Morelia, en la Colonia Roma de la CDMX) lo que ha llevado a un explícito pronunciamiento de Rosario Ibarra y el Comité Eureka, especialmente desde el 10 de junio de 2019. Están advirtiendo que no aceptan cambiar homenajes y reconocimientos en vez de justicia para la causa de los desaparecidos. Nuevamente han vuelto a reclamar al Presidente audiencia para exigir, como han hecho a inicio de cada sexenio a cada Presidente, la presentación de los desaparecidos políticos. En su pronunciamiento, firmado como Eureka, han dicho que al saber que AMLO había anunciado que inscribiría el nombre de Rosario Ibarra en su boleta electoral el 1 de julio de 2018 no tendrían necesidad de volver a salir a las calles a reclamar la libertad de los desaparecidos. La conclusión para Rosario Ibarra y sus compañeras e hijas es que la lucha que iniciaron en los años 70s necesita continuar con el mismo reclamo de justicia.