Rosario Ibarra: presente hoy y siempre

 ROSARIO IBARRA, PRESENTE AHORA Y SIEMPRE.

 

Este 16 de abril se cumplió un año del fallecimiento de nuestra querida compañera Rosario Ibarra (1927-2022).

Además del dolor personal que implica no tenerla ya, su ausencia es muy grave en estos tiempos convulsos y confusos en que nuevamente la causa de los desaparecidos adquiere vigencia, especialmente por los 43 de Ayotzinapa pero no solamente. Desde la detención-desaparición en abril de 1975 de su hijo Jesús Piedra y luego con la conformación del FNCR y lo que sería el Comité de Eureka, la lucha de Rosario consecuentemente radical y sin concesiones frente al poder es un ejemplo necesario a sostener también hoy en día. 

Dos temas característicos de la lucha de Rosario por los desaparecidos hay que destacar. La lucha por la presentación con vida de los desaparecidos, sintetizada en la consigna de "Vivos los llevaron, vivos los queremos" hoy retomada por el movimiento de Ayotzinapa. Y el otro señalamiento, coherente con su concepción revolucionaria, es la denuncia del papel del ejército y las fuerzas armadas en la práctica de la desaparición forzada que muestra la responsabilidad del Estado y la existencia de una política de terrorismo de Estado y no una "guerra sucia" entre dos partes. Para Rosario no había posible conciliación sobre el tema, sabedora que después de su detención en Monterrey, su hijo fue trasladado al Campo Militar Número 1 en la Ciudad de México. De nuevo, las trabas del ejército para permitir el acceso a sus archivos para casos como Ayotzinapa son ejemplo de la vigencia de la posición de Rosario. Pero aquella posición de Rosario, por tanto,  sería opuesta al carácter de un acto como el realizado en el Campo Militar Número 1, con la presencia de AMLO y del General Crecencio Sandoval, que el Presidente calificó como de "reconciliación" sentando juntos a familiares de desaparecidos con familiares de soldados muertos "en cumplimieno de su deber", según dijo el Secretario de la Defensa Nacional que anunció un muro de honor para inscribir sus nombres. Todo ello como pretendida justificación de que hubiera habido una "guerra sucia" entre dos partes, dos fuerzas beligerantes, que hubiesen cometido "excesos" ambas. Cuando en la legislación internacional se habla de desaparición forzada de personas, que no de secuestros cometidos por particulares, se quiere decir crímenes cometidos por agentes del Estado en cualquier nivel. En el caso de México de una política de terrorismo de Estado llevada adelante con la participación del ejército. No hay vuelta de hoja. Es responsabilidad, como se dijo en esa ocasión en el Campo Militar, del Presidente en turno como "comandante supremo" pero también de los mandos militares ejecutores de esa práctica y el ejército como institución al servicio del Estado. Eso quiere decir, por cierto, el reconocimiento de Alejandro Encinas de que lo de Ayotzinapa fue un crimen de Estado.  Por eso cada sexenio que iniciaba, Rosario Ibarra y Eureka presentaban al nuevo presidente la denuncia de los desaparecidos políticos y el papel de las fuerzas armadas y al finalizar el sexenio agregaban a la lista de cómplices del crimen al presidente saliente.

El ejemplo de Rosario Ibarra se extiende más allá de su consecuente lucha contra la represión y por la presentación de los desaparecidos. Siendo esta lucha contra el terrorismo de Estado una lucha política, tenía que tomar posición política y participar políticamente -que no es, como se entiende hoy, exclusivamente electoral- y en este terreno es un ejemplo de una orientación revolucionaria radical. Una orientación, que ella misma decía, reivindicaba la definición revolucionaria de su hijo como militante guerrillero, pero que enriqueció con su propia práctica política durante décadas. Que se oponía a la violencia del Estado pero en general contra toda violencia y autoritarismo ("nos nos parecemos a ellos ni en lo blanco de los ojos" afirmaba para decir que no queríamos contra ellos los mismos métodos de violencia, tortura y desaparición que practicaban). Que podía participar en el terreno institucional, como candidata presidencial, diputada o senadora, pero no se subordinaba ni disolvía en la institucionalidad, ni frente al poder o los partidos institucionales. Podía ser diputada federal y al mismo tiempo solidaria completa con el levantamiento armado del EZLN y presidenta nacional de la Convención Nacional Democrática convocada por los zapatistas en Chiapas, así como declararse, junto con otros diputados solidarios, "diputada convencionista". 

Ya tuvo un papel relevante, trascendente, como primera mujer en la historia de México en ser candidata presidencial cuando en 1982  fue postulada por el PRT, lo que permitiría con esa campaña también el impulso del feminismo y la visibilización de la lucha del movimiento de homosexuales y lesbianas. Pero en cuanto a definiciones políticas es tan relevante o más, su participación en 1988 nuevamente como candidata presidencial del PRT. Al mismo tiempo que se sumó decididamente, junto con el PRT, a la defensa del voto después del fraude de julio de ese año para imponer a Salinas, ese año se sostuvo como candidata del PRT hasta esas votaciones, definiéndose como "lo más rojo de la bandera roja" como diría en su mitin en Ciudad Universitaria. En el acto, posterior a las elecciones, en que en la casa de campaña de Cárdenas se celebró el acuerdo de defensa de voto popular con el FDN, Rosario Ibarra, a nombre del PRT, le dijo "hicimos una campaña paralela a la de Usted porque somos socialistas y aun si su triunfo hubiera sido reconocido, nosotros nos mantendríamos independientes como socialistas, pero además de socialistas somos democráticos y por eso hemos venido a luchar juntos contra el fraude y en defensa del voto popular". Más ejemplos y la coherencia de su experiencia se encontrarán en el número 3 de la revista "La Internacional" dedicada a su memoria que será publicada en las siguientes semanas.

Rosario Ibarra ya es un paradigma histórico en la lucha revolucionaria y por los derechos humanos en México. Hay ahora algunos homenajes interesados que pretenden mas que el reconocimiento de Rosario y sus aportaciones, quieren cubrirse con el prestigio de Rosario. Ha habido incluso quien pretende descalificar o desautorizar otros homenajes, como si el propio fuera el único válido. Son intentos vanos pues el legado de Rosario Ibarra es histórico, no es propiedad privada de nadie. Pertenece a la lucha intransigente por los desaparecidos políticos y los derechos humanos en México, pero también a la causa y corriente de la izquierda revolucionaria y socialista.

Más escandaloso es el intento que desde el poder se hace por cooptarla, ese poder representado por el Estado mexicano contra el que Rosario luchaba, especialmente desde el gobierno de Echeverría "y su corte" como decía Rosario hablando del PRI de esa época responsable de la detención-desaparición de su hijo. Como frecuentemente sucede, desde el poder cuando ya no está ella para en su tradicional estilo iconoclasta irrumpir y protestar, se le pretende incorporar a un santoral propio del interés de Estado. Sin el menor indicio autocrítico hoy la homenajean, hasta con votos simbólicos, cuando antes la combatieron o votaron por el PRI.  Edulcorando su imagen como "dama de los derechos humanos", se le hacen homenajes sin la justicia que reclamaba. El 10 de junio de 2019, cuando se inaugurara como museo de sitio el centro de operaciones de Nazar Haro, jefe de la Federal de Seguridad, Rosario con Eureka ya reclamaba basta con los homenajes, queremos justicia cuando ni siquiera el nuevo Presidente nos recibe. O cuando como postrer mensaje le dijo al Presidente, al otorgarle el Senado en septiembre de 2019 la medalla Belisario Domínguez: "..no quiero que mi lucha quede inconclusa. Es por eso que dejo en tus manos la custodia de tan preciado reconocimiento y te pido me lo devuelvas junto con la verdad sobre el paradero de nuestros queridos y añorados hijos".

El legado de Rosario Ibarra no es propiedad privada de nadie. Es de todas las luchas, encabezadas por la izquierda, como tarde o temprano registrará la historia.  Su legado es, también, actual y vigente bandera de lucha del movimiento por los desaparecidos políticos que todavía no ha alcanzado la justicia. 

Con legítimo orgullo podemos recordarla y comprometernos a continuar su lucha desde el PRT el mismo que ya a fines de los 80 fuimos conocidos popularmente como "el partido de Rosario".


Publicado en "Bandera socialista" #7, en abril del 2023.