Tesis sobre las elecciones presidenciales del 2024

 TESIS SOBRE LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES EN MÉXICO DESDE LA IZQUIERDA REVOLUCIONARIA

 

El triunfo electoral de Morena, un progresismo tardío en comparación con la ola de gobiernos progresistas en América Latina al inicio del siglo, se da en un mundo que gira a la derecha, presionado por la emergencia y fuerza de las nuevas derechas extremas, como se puede apreciar con sus avances en las elecciones del Parlamento europeo.

Esa derechización mundial también se ha expresado en América Latina con los golpes blandos (lawfare) de la derecha contra los progresismos en Brasil, Bolivia, Argentina, Perú, Ecuador, etc. De modo que los progresismos actuales están permanentemente acosados por el imperialismo y las derechas, encerrados en los límites de una democracia liberal que sus opositores de derecha no respetan ya, y obligados por mecanismos financieros internacionales a moderarse en sus políticas económicas, de por sí autolimitadas. 

Es posible, entonces, que el progresismo latinoamericano, que se presentó como posneoliberal en sus inicios, termine convirtiéndose en una nueva forma de legitimación taimada del capitalismo neoliberal, con una contradicción en su seno que le genera consensos: los programas sociales, que también determinan el ataque implacable de las derechas y del imperialismo.

SOBRE LAS ELECCIONES DEL 2 DE JUNIO DE 2024 EN MÉXICO:

 

TESIS 1. FUERON UN TRIUNFO AVASALLADOR DE CLAUDIA SCHEINBAUM Y UN PASO DECISIVO EN LA HEGEMONÍA DEL PENSAMIENTO PROGRESISTA LOPEZOBRADORISTA.

La candidata presidencial Claudia Sheinbaum de Morena, el partido gobernante de México, ganó de manera contundente la elección, con el 59.7% de los votos emitidos. Claudia Sheinbaum ganó con 35.9 millones de votos, mientras que Xóchitl Gálvez, de la coalición del PRIAN, obtuvo 16.5 millones de votos, o sea 27.4% de la votación. Una diferencia de 32 puntos entre ambas. El candidato de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez, obtuvo el 10.4% de la votación. Morena prácticamente arrasó tanto en la elección presidencial como en las elecciones legislativas y locales:

En la Cámara de Diputados obtuvo mayoría calificada lo que le permitirá imponer, si quiere, reformas constitucionales, sólo con el voto de las y los legisladores de la coalición de partidos del gobierno que encabeza Morena. En la Cámara de Senadores también obtuvo mayoría y quizá con el reparto poselectoral, mayoría calificada

En la elección de gobiernos locales, ganó 7 de las 9 gubernaturas en disputa. Así, la coalición de Morena ganó Ciudad de México, Chiapas, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán. El PAN mantuvo el gobierno del estado de Guanajuato y Movimiento Ciudadano Jalisco (aunque todavía hay disputa legal)

En la elección de gobernadores del 2024, el PRI no ganó ninguna entidad. Tampoco el PRD que al mismo tiempo perdió el registro legal a nivel nacional.. El PRI solamente mantiene el gobierno en Coahuila y Durango donde no hubo elección este año. El MC mantiene Jalisco y Nuevo León (donde no hubo elección este año) En el resto del país, los gobiernos estatales están encabezados por Morena.

En comparación con el triunfo de AMLO en 2018, el resultado también es sobresaliente. AMLO obtuvo 30 millones de votos a su favor en 2018. En 2018 AMLO obtuvo el 53% de la votación. Sheinbaum obtuvo 35.9 millones, o sea el 59.7% de la votación. El alto nivel de aceptación de AMLO previo a la elección fue continuado y superado por la elección de Claudia Sheinbaum

El avasallador éxito electoral, de Morena representa un paso decisivo en la consolidación del pensamiento de esta corriente de progresismo como hegemónica en la ideología dominante en esta sociedad después de años de lucha, desde el movimiento social y la izquierda, contra el régimen del PRI y contra el neoliberalismo pues logró concentrar en su dirección y en los gobiernos en sus manos el poder político nacional con un consenso muy amplio y generando un nuevo sentido común entre el pueblo.

En realidad, desde las anteriores elecciones la coalición del PRI, PAN, PRD vivía una catástrofe electoral perdiendo casi todo. Las encuestas serias ya indicaban una significativa ventaja de la candidata del partido gobernante sobre sus contrincantes. AMLO gozaba de una altísima popularidad en la población y desde las “Mañaneras” atacaba diariamente a sus adversarios y promovía sus posiciones políticas. Los partidos de la derecha tradicional y su candidata presidencial desarrollaron un falso discurso, repleto de mentiras y calumnias, para hacer creer que tenían posibilidades de triunfo. Su ofensiva en las redes sociales fue de tal magnitud que parece que ellos mismos llegaron a creerse la realidad virtual que inventaron.

Pero apoyados en esa realidad virtual, partidarios del gobierno insistieron en el viejo chantaje de que si no apoyabas a Morena y sus aliados, estabas apoyando a la derecha que supuestamente podría alzarse con el triunfo como Milei u otras experiencias de ultraderecha. Entendiendo que Morena, que no es anticapitalista, no estaba amenazado electoralmente por una derecha ya quebrada electoral, moral e intelectualmente, la izquierda socialista debía mantenerse independiente del Estado, del partido gobernante y de sus candidatos. Sin embargo, ciertas corrientes que tenían su origen en la antigua izquierda, deslumbrados con el progresismo asistencialista o acercándose al oportunismo carrerista advirtieron, sin fundamentos, sobre los peligros de la derecha institucional lo que les lleva a perder su independencia política, subordinarse y volverse propagandistas del partido en el gobierno. Ahora, sin rubor, celebran la contundente derrota de la derecha como si alguna vez hubiera tenido oportunidad de triunfo o representara una amenaza para Morena, incluso cuando infinidad de tránsfugas del PRI y del PAN abandonaban el barco que se hunde para incorporarse al partido del gobierno.

 

TESIS 2. POR PRIMERA VEZ EN LA HISTORIA DE MÉXICO LLEVARON A LA PRESIDENCIA A UNA MUJER.

El otro elemento novedoso que debe registrarse es el triunfo de Claudia Sheinbaum como la primera mujer electa para la presidencia de la República. No debe regatearse el hito histórico que representa. En un país como México con un profundo arraigo de la ideología y la cultura machista es sorprendente su triunfo por las resistencias, prejuicios y tabús existentes contra la participación de las mujeres en política. Aún en el triunfo, algunos analistas olvidan reconocer este hecho histórico. En la propia campaña electoral frecuentemente se pretendía descalificar a Claudia Scheinbaum por ser mujer y escapar a las supuestas características femeninas, como cuando la propia Xóchitl Gálvez la describía como “fría” o atizando prejuicios religiosos presentes en el pueblo de México. Es muy significativo que el 62% de las personas que votaron por Sheinbaum hayan sido hombres lo que contradice el prejuicio de que “no quieres que te mande una mujer”.

Es cierto, como dice Sheinbaum, que no llega ella sola, llegamos todas. Es resultado de décadas de lucha del movimiento amplio de mujeres y del feminismo, por lo menos desde la lucha por el derecho al voto (conseguido recién en 1953), el reclamo de acciones afirmativas y la paridad. Es decir, una larga lucha desde el siglo pasado por los derechos políticos de las mujeres y en este sentido es correcta la afirmación de que no llega sola, sino gracias a esas luchas previas que abrieron camino. Como parte de esta historia, debe destacarse el hecho de que la compañera Rosario Ibarra, nieta de una mujer sufragista, en otro contexto y con un perfil radical, fue la primera mujer en la historia de México en ser postulada como candidata presidencial en 1982 y en 1988 por el PRT. Símbolo histórico, además, de la lucha contra la represión y por la libertad de presos y desaparecidos políticos desde antes de 1982 pero también en la campaña de 1988 como referente de la izquierda socialista en la lucha contra el PRI.

Desde el movimiento feminista luchamos las décadas pasadas por la paridad, las cuotas de acción afirmativa como fue hace más de 30 años la campaña "ganando espacios por acciones afirmativas" para todas las mexicanas, y se elaboró un plan de igualdad. Porque la lucha en contra de la discriminación y opresión de las mujeres rebasa las condiciones de clase, los avances de las mujeres en su acceso a derechos civiles, políticos y democráticos son para todas las mujeres. Por eso de los logros y la consecución de estas demandas se han beneficiado las mujeres de todos los partidos y gobiernos, incluso de derecha, en México y en el mundo. 

En este contexto histórico se debe recordar que la lucha por las cuotas en los cargos de representación política fueron ganadas antes de la llegada de AMLO y Morena al gobierno. No es que AMLO lo impuso como parte de su programa, sino que tuvo que respetar y reconocer derechos existentes incluso a nivel legal. La paridad, como antes el derecho al voto y a ser votadas, han sido demandas del movimiento amplio de mujeres y del feminismo por el reconocimiento del derecho de las mujeres a su participación en el espacio público desde el siglo pasado.

En este contexto es que reconocemos el hito histórico de que por primera vez haya una mujer, presidenta de la república. Pero Claudia Sheinbaum llega como representante de un proyecto político partidario, la continuidad del progresismo. Y este elemento es el que muestra toda la complejidad del hecho. Ella encabeza ahora el proyecto del progresismo, la continuidad del gobierno de AMLO y su partido, Morena.  Y es el gobierno de AMLO que, obviamente no se define como feminista, sino que mantuvo durante su sexenio un combate contra el feminismo, descalificándolo y presentándolo como manipulado por la derecha, y desconociendo programas de apoyo para las mujeres. Y al mismo tiempo, en el terreno de los derechos civiles y políticos, un Congreso paritario e incluso un gabinete paritario en la Presidencia de la República. 

La lucha feminista no se limita a los derechos civiles y la paridad. El movimiento feminista tiene claro que no necesariamente las mujeres que acceden a puestos de representación política tienen o desarrollan una conciencia feminista y/o retoman las demandas más sentidas de las propuestas feministas. No es un prejuicio, sino es la historia que nos ha dado muestras de esto y una experiencia al respecto.

La perspectiva feminista subversiva del orden patriarcal del capitalismo, va más allá de ciertos derechos políticos. Y así se ha comprobado en el sexenio que termina, con la lucha contra el feminicidio que debe continuarse ya que es parte de la estructura patriarcal de la sociedad. O en el derecho al aborto que durante este sexenio no ha logrado consagrarse como derecho en todos los congresos locales, pese a la resolución de la SCJN (Suprema Corte de Justicia de la Nación). La propia Claudia Sheinbaum en campaña eludió, por pragmatismo electoral,  una definición precisa sobre el aborto (lo mismo hizo AMLO, por su concepción conservadora, en su momento que esquivaba el tema con la idea de una consulta al respecto, a lo que el feminismo respondió que los “derechos no se consultan”). Como señalaremos adelante, en este aspecto, como en otros movimientos y luchas, también tenemos la misma posición. No nos confiamos a que las demandas de las mujeres y feministas serán inmediatamente resueltas por el nuevo gobierno, sino que habrá que exigirlas con la lucha, gobierne quien gobierne. Aunque simbólicamente la llegada a la Presidencia de una mujer estimule el empoderamiento, los derechos y las luchas del movimiento amplio de mujeres y del feminismo

 

TESIS 3 PERMITIERON LA CONSOLIDACIÓN DE UN NUEVO RÉGIMEN POLÍTICO DE DOMINACIÓN.

Este 2 de junio, la mayoría del pueblo trabajador votó a favor de un partido de composición pluriclasista , pero encuadrado en el sistema capitalista, y por su propuesta de continuar una supuesta “Cuarta Transformación” histórica (equiparable a las 3 revoluciones previas en la historia de México).

Con su voto se consolidó, en realidad, un bloque histórico, una amplia alianza de clases, con un proyecto político “progresista”, análogo a otros gobiernos latinoamericanos que vienen de la crisis de legitimidad (hegemonía) del neoliberalismo.

La composición de Morena, como ya dijimos, es pluriclasista por la confluencia tanto de trabajadores de la ciudad y el campo, como de pequeños, medianos y grandes empresarios y comerciantes. Pero el carácter del partido va más allá de la composición social pues tiene que ver con los límites de clase, sistémicos dentro del capitalismo con los que juega. En la composición social, sin estar en la lista de afiliados, juegan también los intereses imperialistas, presentes en el TMEC, que es  continuación del TLC de Salinas y sus personeros, dentro y fuera del gobierno, incluso con el embajador de EU y su derecho de picaporte. El avasallamiento actual de Morena en cuanto a control de instancias gubernamentales y legislativas casi llega al de la época del PRI del “carro completo” o del sistema de partido “casi único” que decía Salinas. Todavía no alcanza ese nivel del PRI, un partido también pluriclasista pero con una orientación claramente burguesa. En el PRI incluso la organización partidaria era por “sectores”, el obrero, el campesino y el popular, pero obviamente la dinámica era de un partido del sistema capitalista. En Morena, con el discurso anti corrientes (por la experiencia del PRD) ni siquiera hay “sectores” organizados de clase, sino funcionando como un típico partido burgués de ciudadanos, de individualidades, donde el control burgués dominante es directo. Por eso el corporativismo de sindicatos y otras organizaciones ya no se da por medio de esas estructuras de sectores del partido, como todavía sucedía en el PRD con organizaciones campesinas y populares controladas por el partido, sino que ahora el corporativismo es directo al gobierno. El carácter de clase de un partido está determinado por su programa, su orientación y en este caso no se trata de una “cuarta transformación histórica” que en el siglo XXI no podría ser sino revolucionaria, es decir anticapitalista, ecosocialista y antipatriarcal. En cambio un movimiento de regeneración nacional del sistema es por definición en el marco del sistema. Por eso la gran cantidad de tránsfugas del PRI y del PAN hacia Morena cuando ven a los partidos tradicionales del sistema hundirse en el desprestigio.

Lo anterior no nos lleva a ignorar el importante cambio en curso a nivel del régimen político. El cambio de régimen político refleja los cambios en los sectores hegemónicos en las clases dominantes en una nueva forma de gobierno. No implica un cambio revolucionario con respecto al sistema capitalista, pero sí un reacomodo de los sectores hegemónicos de las clases dominantes. Después de la Revolución Mexicana se estableció un régimen de gran duración, lo que llamamos de bonapartismo sui géneris, conocido por el PRI-gobierno. Ese partido de Estado con lo que José Revueltas llamaba “la ideología de la Revolución Mexicana”, entró en crisis y se acabó con la crisis de 1988 y el surgimiento de un nuevo régimen político propio de la oligarquía neoliberal, representado simbólicamente con el acuerdo Salinas-Fernández de Cevallos, es decir el régimen neoliberal del PRIAN. Con el gobierno de AMLO (2018-2024) se ha abierto un nuevo curso para un nuevo régimen político. Este curso ha estado marcado por permanentes conflictos y contradicciones entre intereses empresariales, burgueses e imperialistas, dentro y fuera del gobierno. En su momento eso fortaleció las tendencias caudillistas y bonapartistas de AMLO como el gran árbitro o jefe.

La transición sexenal con el amplísimo triunfo de Claudia Sheinbaum y el nivel de aceptación de la ideología del progresismo lopezobradorista muestra que se consolida un nuevo régimen político. Los reacomodos de los sectores hegemónicos de la clase dominante seguirán mostrándose en estos meses, incluso más allá de la composición del gabinete de Sheinbaum. Por el oportunismo y pragmatismo en función de los intereses de los diversos sectores de la burguesía, los reacomodos y presiones pueden ser todavía inestables, aunque Claudia Sheinbaum tiene a su favor el gran respaldo electoral a su favor. Aún así, con las presiones “del mercado” sobre el peso y la pugna por la Reforma Judicial ya vemos también la cautela de la propia Sheinbaum para asegurar un inicio de gobierno con mayor estabilidad.

Por cierto, que independientemente de los sectores de clase hegemónicos que queden en el nuevo régimen político, un nuevo bloque histórico de clase, lo que es indudable es que una parte componente lo serán las fuerzas armadas. No solamente por la decisión política de AMLO de protegerlas ante las denuncias e investigaciones por los crímenes de Ayotzinapa y los desaparecidos políticos, sino por el empoderamiento que realizó de las fuerzas armadas, el Ejército y la Marina, durante el sexenio en el aparato de Estado en funciones que antes eran realizadas por civiles. Ahora en la conformación del nuevo bloque histórico de sectores hegemónicos de la clase dominante en el nuevo régimen político, además de aquellos que son consecuencias del TMEC, ahora las fuerzas armadas son parte de esa composición como representantes de empresas estatales

Este nuevo bloque histórico de clase es el sustento de un nuevo régimen político que caracterizamos, en lo económico, como de un progresismo tardío y, políticamente, como bonapartista, presidencialista y una pretendida  conciliación de clases, de una alta concentración y centralización del poder. Con la enorme votación del pueblo trabajador se consolida un nuevo régimen de dominación política con un enorme consenso popular. Claudia Sheinbaum claramente ha dicho que mantendrá la continuidad, lo que ella llama “el segundo piso de la 4T”·

Es ésta la base que puede abrir la consolidación para los siguientes años de un nuevo partido de Estado, con Morena, similar al del viejo PRI y su autoritarismo y control social. Por eso insistimos antes de las elecciones en la necesidad para la izquierda de mantener la independencia política de clase con respecto a las dos coaliciones electorales. Como se comprobó, el resultado favorable a Morena no estaba en juego ni en riesgo ante los partidos de la derecha tradicional, sino la consolidación de Morena como partido de Estado, supuestamente representando a México sin distingos de clase. Lo importante en este cambio de régimen en curso ha sido mantener una referencia de independencia política desde la perspectiva de las clases trabajadoras de la ciudad y el campo, así como de las luchas antisitémicas en curso. Lo decisivo no era una fórmula de votación sobre una elección con un triunfo previsible, sino mantener la independencia política con respecto al partido del gobierno y su posible transformación en partido de Estado.

Los progresismos latinoamericanos se configuraron de acuerdo al proceso histórico de cada país. En el caso de México, el progresismo de AMLO y Morena carece de un proyecto de nación alternativo al capitalismo y al neoliberalismo, de modo que retoma el desarrollismo del viejo PRI, disputando la renta energética, haciendo obras de infraestructura (ecocidas), como el mal llamado “tren maya”, propiciando las inversiones de capital, pero manteniendo las estructuras económicas neoliberales (tratados de libre comercio, pago de deudas, extractivismos, etc.) así como las políticas de despojo, ecocidio y violencia en el campo. La contradicción que introduce el progresismo mexicano son los programas sociales, una política social insuficiente ante la gravedad de la destrucción social neoliberal, aunque genera los ataques de las personificaciones más rancias del capital, así como el respaldo popular.

Por todo ello decíamos que en estas elecciones pasadas nadie representaba a los trabajadores como clase, ningún partido o candidatura expresaba los intereses de la inmensa mayoría de las y los mexicanos explotados/das que producen toda la riqueza material y los servicios de la sociedad, de modo que no pudieron votar expresando un voto de clase.

TESIS 4. SIGNIFICARON UNA DERROTA CONTUNDENTE A LOS PARTIDOS TRADICIONALES DE DERECHA QUE ABRE UNA CRISIS DEL SISTEMA DE PARTIDOS Y EL RIESGO DE UN PARTIDO DE ESTADO.

El PRI y el PAN ratificaron su descrédito y se derrumbaron política y electoralmente, junto con el PRD, que navegó en ese “Titanic” condenado al naufragio, hasta que por fin perdió su registro electoral.

En estas elecciones, el PRI obtuvo algo más de 5,7 millones de votos, el 9.54%, de la votación total (presidencial), ¡menos de un dígito!, que se traducen en volverse la quinta fuerza en la Cámara de Diputados, y 17 senadores, el tercer puesto en esa Cámara. Ello significa 25.2% menos votos que los recibidos en 2018. El otrora poderoso PRI está en proceso de extinción, siguiendo la ruta trazada por el PRD.

En la elección presidencial, el PRI tuvo menos votos que el PVEM y que MC. En la Cámara de Diputados, el PT tendrá más que el PRI.

El PRD que pierde el registro a nivel federal, contabilizó en la presidencial menos votos que los votos nulos. Pasó del 2.8% de la votación presidencial en 2018 a 1.86% en 2018.

El PAN obtuvo sólo el 16.04% de la votación total (presidencial), 3.5% menos que en las elecciones de 2018. También se vislumbra ya su fatal ocaso, aunque programáticamente es el partido de derecha más coherente pues en ese terreno se impuso al PRI y al PRD que se le alinearon.

El PRI sólo gobierna dos estados: Coahuila y Durango. El PAN sólo gobierna en cuatro estados: Aguascalientes, Chihuahua, Guanajuato y Querétaro. Como dijimos antes, Movimiento Ciudadano mantiene Nuevo León y Jalisco pero con fuertes conflictos internos entre las 2 corrientes prevalecientes en cada uno de estos estados..

O sea, entre PAN, PRI y MC gobiernan 8 estados mientras que Morena (incluyendo SLP con el Verde) 24 estados de la República (incluyendo la CDMX).

En todos los partidos de la derecha tradicional se abre una crisis y posibles redefiniciones, incluso lo que llaman refundaciones. En conjunto o seguramente por separado. La crítica interna a la dirección del PAN señala como grave error haberse aliado con el PRI. Aunque el PRD mantiene su registro como partido local en 13 estados (Aguascalientes, BCS, Guerrero, Estado de México, Michoacán, Morelos, Oaxaca, SLP, Sonora, Tabasco, Tlaxcala, Zacatecas y CDMX) , Jesús Zambrano reconociendo el fin del PRD, habla de un nuevo partido con la “ciudadanía” de la Marea Rosa de Xóchitl Gálvez Todos ellos quisieran utilizar la supuesta Marea Rosa, como antes usaron a Xóchitl Gálvez, para reconstituir una fuerza competitiva, lo que es insistir en la ilusión mediática que crearon en las redes sociales.

El sistema de partidos tal y como lo conocemos se ha derrumbado en México y parece que se abre una nueva era política: la de Morena como partido del gobierno con oposiciones políticas no competitivas que sólo apuntalan al propio régimen morenista (incluso como hizo MC durante la campaña del 2018 jugando a debilitar al PRIAN, en beneficio de Morena)

El reacomodo de fuerzas es contradictorio, incluso con la perspectiva de un nuevo partido de Estado por el chapulineo y el oportunismo carrerista. Así como AMLO trajo al nefasto PES a importantes posiciones como partido en la alianza tipo Arca de Noé del 2018, ahora sucede algo similar pero peor con el Partido Verde, que antes fue aliado del PAN, luego del PRI y ahora de Morena, con graves consecuencias como es el caso del gobierno de Chiapas.

El propio AMLO ha insistido en que PRI y PAN deberían ser un solo partido para que de acuerdo en su concepción binaria haya en México un sistema bipartidista como en Estados Unidos.

En el reacomodo y recomposición de las fuerzas políticas debería estar la recuperación del lugar de la izquierda socialista independiente, ausente desde la cancelación del registro al PRT, aunque la reforma política electoral que se avecina, en la lógica de AMLO, se centra en la pelea con el INE y no favorece un cambio en el sistema de registro de partidos, que podría provocar desprendimientos del Arca de Noé que es Morena actualmente.

 

TESIS 5. FUERON UNA VOTACIÓN MASIVA DEL PUEBLO TRABAJADOR QUE GOLPEÓ A LOS PARTIDOS DE DERECHA, LE OTORGÓ LOS VOTOS A MORENA PARA REFORMAS CONSTITUCIONALES Y EXPRESÓ UNA EXIGENCIA DE TRANSFORMACIÓN MÁS RADICAL.

Con una importante participación electoral (más del 60% nacionalmente y 70% en la CDMX) y una votación masiva para los candidatos de Morena, el pueblo trabajador rechazó a los partidos de la derecha tradicional, posibilitó las reformas constitucionales al próximo gobierno (el Plan C) y expresó cierto nivel de conciencia política, una amplia politización de la población, como deseo y voluntad de una verdadera transformación radical económica, política y social del país. Este voto popular es la continuidad de una suerte de hartazgo del neoliberalismo que se expresó en el apoyo a AMLO en las anteriores elecciones, pero que no olvida el ataque a derechos laborales y sociales por parte de los gobiernos del PRI y del PAN, el FOBAPROA, los negocios de las privatizaciones de lo que era público (por ejemplo, TELMEX y TV Azteca), los reiterados fraudes electorales, el terrorismo de Estado con el que gobernaron los neoliberales del PRIAN, las devaluaciones sexenales, la violencia en la que sumergieron al país con sus tratos con el crimen organizado.

El masivo voto a favor de Morena manifestó un rechazo al clasismo y al racismo de una derecha desenmascarada, un hartazgo del poder mediático y empresarial. Ese voto masivo del pueblo trabajador es, en su sentido más profundo, la exigencia de romper verdaderamente con el neoliberalismo para iniciar una auténtica transformación pero que sólo podría ser revolucionaria anticapitalista.

Por eso, tal vez, en ese sentido, sí existe una masiva “revolución de las conciencias” en el pueblo trabajador mexicano, pero ésta en cuanto su aspiración profunda no puede estar representada por Morena ni por la nueva presidenta Claudia Sheinbaum, que mantendrá el proyecto político de Morena de intentar conciliar a las clases sociales antagónicas, de mantener sus políticas neoliberales y de apertura a la inversión extranjera y al extractivismo, del cumplimiento de pagos de la inmoral e ilegítima deuda pública (para empezar del Fobaproa), todo ello con programas sociales extendidos, pero sin solucionar los grandes problemas nacionales desde la perspectiva de los intereses de la clase trabajadora. O sea la continuación de un progresismo que representa al mismo tiempo la continuación de las líneas centrales del neoliberalismo, la militarización y los programas asistenciales que son funcionales al capitalismo al mantener cierto nivel de consumo que aplauden los empresarios privados.

TESIS 6. GOBIERNE QUIEN GOBIERNE, LAS LUCHAS SOCIALES SIGUEN

Tal parece que se abre el espacio-tiempo de un nuevo régimen político y de hegemonía nacional que pretende ser de larga duración con la instalación de un nuevo partido de Estado, Morena, con partidos opositores debilitados que sólo servirán de apoyo legitimador.

Sin embargo, vivimos una crisis histórica y civilizatoria del capitalismo, con guerras interimperialistas que pueden escalarse a guerras nucleares, con un colapso ecosocial en curso cada vez más amenazador, con crisis encadenadas cada vez más graves y recurrentes.

Dentro de ese contexto mundial, nuestro país sigue subordinado al imperialismo (vía organismos financieros internacionales y las cadenas globales de valor), con conflictos sociales latentes y potencialmente explosivos: nos referimos a las deterioradas condiciones laborales de los trabajadores, a las políticas de despojo en el campo, a la gravedad del cambio climático que pega cada vez con más fuerza en nuestro territorio, a la insurgencia feminista, etc.

De modo que hay y habrá luchas sociales: laborales, ecosociales, de mujeres, de estudiantes, todas ellas con un claro carácter tendencialmente anticapitalista, antipatriarcal o antiimperialista.

Como se demostró al finalizar el sexenio de AMLO las ilusiones del fin del neoliberalismo y la militarización especialmente de la época de Peña Nieto, llegaron al 2024 chocando contra la decisión del gobierno en la realidad, ya sin promesas electorales. Han sido paradigmáticas las luchas de Ayotzinapa y por los desaparecidos políticos que al final del sexenio siguen sin resolverse y AMLO ofrece trasladar su atención ahora al nuevo gobierno. Pero Sheinbaum se ha comprometido con las 20 reformas de AMLO que incluyen el fortalecimiento del militarismo al subordinar la GN al ejército y traer a Seguridad Pública al policía Harsfuch. La otra lucha paradigmática que en medio de las votaciones de fin de sexenio se mantiene incluso con el Zócalo ocupado es la de la CNTE, no solo por aumentos salariales, sino contra la Reforma Educativa de Peña Nieto. Al terminar el sexenio, AMLO dice que ya no le alcanza el tiempo para abrogar la Reforma Educativa neoliberal. De nuevo pasa el pendiente al nuevo gobierno. De otra manera quedó pendiente, también, la lucha del SME por la reinserción laboral después de la liquidación de la Compañía de Luz por Calderón, pero también la abrogación de la reforma energética de Peña Nieto, a lo que, de nuevo, el Plan C propone reforma parcial sobre el tema y no renacionalización de la industria eléctrica como propuso desde el principio el SME.

No crear nuevas ilusiones en la solución desde el poder. No por la vía de las promesas electorales ni por la llegada de un nuevo gobierno cuya elección refleja al mismo tiempo un amplísimo rechazo a los partidos de la derecha tradicional neoliberal. Ya lo ha demostrado la experiencia, la única vía es confiar en la lucha de masas organizada contra las políticas neoliberales y militaristas, gobierne quien gobierne. O sea, la condición fundamental es que estas luchas sean independientes políticamente de los partidos del gobierno, así como de los partidos de la derecha tradicional. Es lo que hemos ratificado como nuestra propuesta en el XIV Congreso Nacional del PRT: un polo social y político alternativo a los partidos del gobierno y a los partidos de la derecha tradicional. En cada lucha, impulsar ese polo alternativo. A nivel social, las luchas de Aytozinapa y de la CNTE, desde antes de las elecciones, fueron ejemplares del impulso a polos alternativos de lucha independientes de los partidos y campañas electorales. Ya con el nuevo gobierno y la seguridad de nuevas luchas y de continuación de las anteriores, la conducta debe ser la misma: gobierne quien gobierne la lucha continúa. No estamos en espera de una respuesta graciosa desde el gobierno, sino que exigimos el respeto a nuestros derechos gobierne quien gobierne. Con autonomía e independencia de clase.

La vinculación y organización de estas luchas, proponiéndoles una perspectiva estratégica revolucionaria serán las tareas de la izquierda revolucionaria en este período. Esto nos lleva a la última tesis.

TESIS 7. DETERMINAN LAS NUEVAS TAREAS DE UNA IZQUIERDA REVOLUCIONARIA EN EL MOMENTO HEGEMÓNICO DEL PROGRESISMO.

Todo parece indicar que es el momento del progresismo en nuestro país, encabezado por MORENA.

Pero si intentamos una visión de totalidad que nos otorgue un horizonte que avizore el campo de posibilidades reales para una praxis revolucionaria, podemos percibir de cerca, en la votación masiva del pueblo trabajador, un voto político con relativa conciencia de clase (acicateada por el odio y desprecio de clase exhibidos por los partidos de la derecha tradicional) que refleja su deseo y voluntad de cambios profundos en nuestra sociedad. Pero, aunque no sea a corto plazo, se pueden prever pugnas y divisiones en Morena, por su propia composición y política conciliatoria; y también a mediano plazo se puede vislumbrar cierto desencanto popular, así como los efectos de la dominación capitalista (sobrexplotación, negación de derechos laborales y sociales, despojos y violencias) y de las amenazantes expresiones de la crisis civilizatoria que un gobierno progresista y sistémico no podrá solucionar. En el terreno político partidario, incluso ya durante las campañas electorales, se expresaron señales de descontento con el proceso que lleva a Morena a un nuevo partido de Estado y a la transformación en un nuevo PRI, el PRI del siglo XXI, representado por el abordaje de tránsfugas provenientes del PRI y del PAN, pero que va más allá por el carácter del partido. Ciertamente este descontento se expresó ahora por el carrerismo y frustración de algunos en su desesperado intento de candidaturas, pero más tarde que temprano se expresará también por el carácter sistémico y básicamente electoralista del partido. Pero en vez de la opción que ya intentaron algunos con el PRD de supuestamente reformarlo, repetir la medicina de supuestamente reformar a Morena llevará finalmente a la absorción institucional de esos sectores críticos. De nuevo la alternativa es por fuera de Morena no dentro de Morena y con supuestos socialistas de Morena. Esa perspectiva te convierte en parte del problema y no de su solución.

Así como decimos en el movimiento social que la alternativa es un polo social alternativo a los partidos del gobierno y de la derecha, también al nivel político. Por eso la formulación del XIV Congreso del PRT es buscar un “polo social y político alternativo”. Al nivel social, el ejemplo hemos dicho son las luchas recientes de Ayotzinapa y la CNTE. Pero al nivel político, que es donde finalmente se concentra el conflicto, es necesario impulsar el polo alternativo. En este terreno, vamos más lentamente, aunque también el proceso electoral ha ayudado a aclarar campos. En ese terreno se ubica la iniciativa por un Bloque de Izquierda Independiente Anticapitalista y Antipatriarcal. No es un proceso concluido, pero efectivamente una iniciativa que puede apuntar en la dirección de ese polo alternativo en el terreno político como antes fue la Organización Política del Pueblo y los Trabajadores propuesta por el SME.

En efecto, es el momento del progresismo de Morena, pero también el de la conformación de un Bloque de Izquierda que avance en la conformación de un amplio y combativo polo alternativo ecosocialista que, en una coyuntura próxima, dispute el poder político para impulsar los cambios revolucionarios que inicien la salida de la barbarie capitalista.

Un bloque de izquierda anticapitalista y antipatriarcal, independiente del gobierno y de su partido, que se coloque al lado de las luchas de las y los trabajadores que van a continuar y a agudizarse en el nuevo sexenio.

El camino de un Bloque de Izquierda que busque su propio espacio político, incluso eventualmente su registro electoral, puede ser el camino para llevar a ese alto nivel de conciencia política del pueblo trabajador a la necesidad de una auténtica Cuarta Transformación revolucionaria, es decir anticapitalista, protagonizada por la irrupción de las masas que toman en sus manos el destino de la sociedad.

En esta perspectiva de lucha en las nuevas condiciones abiertas se ubica el compromiso y entusiasmo del PRT ratificados en nuestro pasado exitoso Congreso Nacional realizado en el mes de marzo.

17 de junio de 2024.

                                   Comité Central del PRT.