Comprender el periodo: Resolución del CC del PRT

 Entender el periodo: Un nuevo régimen en construcción y tareas para las izquierdas Proyecto de Resolución para el C.C. del PRT. Agosto 2019 Los primeros meses del gobierno de AMLO han confirmado la apertura de un nuevo ciclo político en la historia del país, un momento inédito en el que, producto de los propios cambios en curso han generado no pocos debates y polémicas entre las distintas posturas de la izquierda mexicana. La presente resolución tiene como intención tratar de aterrizar algunas de las tendencias generales del momento político como punto de partida para el debate urgente en nuestra organización sobre las perspectivas políticas, estratégicas y de construcción partidaria. La necesidad del periodo es, ante todo, saber entenderlo, sin conclusiones a priori, sobre los caminos para orientar nuestra construcción en los años por venir. 1. Nuevo régimen en formación. Sin profundizar en las razones inmediatas del triunfo electoral de AMLO hace un año, sobre lo cual ya hemos analizado en su momento, éste no se puede explicar sin la convergencia de, al menos cuatro elementos: el profundo descontento y rabia popular acumulada; la crisis del régimen producto del pacto “Salinas-Ceballos” (PRIAN) a finales de los 80; los ecos de largo plazo de la crisis económica de 2008; y la propuesta “garantista” de AMLO a la burguesía nacional e internacional de “estabilidad y continuidad” en elementos centrales de la gestión estatal (política económica, libre comercio, austeridad presupuestaria, entre otras). Sobre esta base, se constituyó no sólo la victoria en urnas, finalmente reconocida por la oligarquía, sino fundamentalmente una capacidad de maniobra y concentración de poder que el desgaste del régimen anterior había venido perdiendo progresivamente, al menos, desde 2006. Es aún muy pronto para hablar de un nuevo régimen consolidado, sin embargo, el momento político actual está marcado por el reacomodo de fuerzas políticas que apuntan hacia el nuevo régimen (¿bonapartista? ¿progresista tardío?, por barajear algunas posibles caracterizaciones). La consolidación del nuevo régimen implicaría la estabilización de un nuevo bloque histórico de dominación, de un nuevo gran pacto gobernante (de momento, independientemente de si se traduce en nuevos marcos constitucionales), el cual en gran medida se fue construyendo alrededor de la campaña presidencial del año pasado. De confirmarse esta hipótesis podríamos entrar en un periodo de, al menos una década, de relativa estabilidad político-institucional, distinta de la crisis de gobernabilidad del periodo inmediato anterior. Es decir, el nuevo régimen político no es simplemente un nuevo gobierno, sino que un nuevo régimen político implica que, en el marco del Estado capitalista, hay un nuevo bloque de fuerzas y sectores de la clase dominante ejerciendo el poder político. Desde la fundación del PRT caracterizamos al régimen político existente después de la Revolución Mexicana como un régimen bonapartista, el régimen priísta o régimen de “partido de Estado”, caracterizado, entre otras cosas, por una orientación al desarrollo de la arquitectura financiera nacional y el crecimiento relativo de las capacidades de consumo y ahorro internas. Después de la ruptura de la Corriente Democrática del PRI, el fraude electoral de 1988 contra Cárdenas y el dominio neoliberal, se constituyó un nuevo régimen político, un nuevo bloque dominante, que lo constituyó la oligarquía neoliberal y que se le conoció como el PRIAN, simbólicamente representado por el pacto Salinas- 2 Fernández de Ceballos. La implosión del PRIAN en julio de 2018 y el nuevo gobierno encabezado por AMLO y la mayoría parlamentaria de Morena, aunque declarativamente dice acabar con el "periodo neoliberal" e iniciar una Cuarta Transformación (equivalente por tanto a la Revolución y Guerra de Independencia, a la guerra de Reforma y a la Revolución Mexicana iniciada en 1910) ¿ha constituido ya un nuevo régimen, es decir ha logrado conformar un nuevo bloque hegemónico? ¿Está transitando de la dominación de coerción, propia del periodo anterior a la dominación por consenso? Pareciera que, en realidad, el proyecto político de AMLO es justamente la consolidación del nuevo régimen, del nuevo pacto y los primeros meses de su gobierno van en el camino de su afianzamiento, no sin importantes pugnas, contradicciones y zig-zags políticos. En estas contradicciones todavía no resueltas del todo es que se observan frecuentemente los giros y gestos bonapartistas. Navegando entre intereses de clase distintos, frente a las exigencias y expectativas populares, pero también las presiones de la derecha de dentro y fuera del gobierno, de los sectores burgueses fuertemente representados en el gobierno y en Morena (el Arca de Noé de AMLO, que le llamó Luis Hernández Navarro) y también de las presiones y chantajes del imperialismo yanqui y específicamente el gobierno de Trump. Algunos posibles actores convergentes a este nuevo pacto (y régimen) podrían verse simbólicamente, en el mitin de Tijuana celebrado el 8 de junio con motivo del chantaje de Trump y el acuerdo alcanzado de último momento entre los gobiernos de México y Estados Unidos para conjurar la desaparición abrupta del TLCAN. Es decir que AMLO, más que la publicidad coyuntural de "victoria"1 , tomó la oportunidad para alinear a los principales actores políticos en torno a sí mismo, bajo el pretexto de la unidad nacional. Este bloque en construcción está constituido por la mayoría de la burguesía mexicana (Consejo Coordinador Empresarial, COPARMEX, y Consejo Mexicano de Negocios) 2 , los poderes cristianos no católicos, en especial Evangélicos y Pentecostales (en el acto, el representante católico fue Solalinde, relativamente marginal de la Iglesia Católica y que ayuda a matizar su alejamiento con sus supuestas preocupaciones por los migrantes, que con cierta hipocresía difunde la Conferencia del Episcopado Mexicano); el sindicalismo oficial (SNTE, CTM), la mayoría de las expresiones políticas "del viejo régimen" que buscan acomodarse guiados por el mero principio de supervivencia (salvo la mayoría del PAN, que ha optado por intentar, igual que en otros "gobierno progresistas", encabezar la oposición, aunque por unos años, parece estará en una esquina también). En este bloque en formación está excluida la izquierda3 , como fuerza social, política e incluso histórica e ideológica, más allá de perfiles individuales e incluso nuevos intelectuales orgánicos. 2. Las amenazas de Trump muestran la debilidad estructural del nuevo gobierno Aunque la estabilidad política de AMLO, su dominio absoluto de la agenda pública, su todavía muy sólida aprobación, parecen inamovibles, el episodio en que Trump amenazó con la imposición de aranceles da muestra de la debilidad estructural del Estado mexicano, dependiente y semicolonial y, por tanto, de los márgenes de maniobra reales de un gobierno que busca levantarse como árbitro bonapartista por encima de los conflictos e intereses de clase. En el sumiso acuerdo alcanzado con el gobierno de Trump, el gobierno de AMLO buscó, ante 1 Ver Guillermo Almeyra “Neolengua de los Neoorwelianos: Victoria siginifica derrota”: https://www.facebook.com/guillermo.almeyra/posts/2376815529046206 2 Pensar en estas expresiones como una “burguesía nacional”, llevaría a una polémica innecesaria dada su fuerte imbricación con el imperialismo. 3 M. Modonessi “Las izquierdas negadas de la 4 T “ https://vientosur.info/spip.php?article14897 3 todo, sobrevivir, no tenía muchas opciones sobre las cuales moverse, sin tomar un curso independiente y si no claramente antiimperialista, por lo menos radical (como hasta alguien como Porfirio Muñoz Ledo insiste que era posible). La imposición de aranceles (aunque el desarrollo de la presidencia Trump ha venido corroborando que casi ninguna de este tipo de amenazas las cumple cabalmente, salvo en la guerra comercial con China), más allá de las posibles turbulencias económicas y posibles respuestas, lo peor para el gobierno sería que la nueva hegemonía que está construyendo, se haría polvo en un segundo. Por supuesto que desde una visión internacionalista es muy importante poner el énfasis en que se usó a las y los trabajadores migrantes como moneda de cambio y que el gobierno de AMLO se plegó a las exigencias de Trump, convirtiéndose en el muro, y haciendo el trabajo sucio de la política migratoria estadounidense, a pesar del discurso de solidaridad. Y todo para, -con no poca dosis de surrealismo- cantar como victoria la continuidad de los aranceles y el marco del todavía vigente TLCAN (¡al que la izquierda y movimientos sociales nos hemos opuesto desde siempre!)4 , y buscar apurar tanto al senado mexicano como al propio congreso y gobierno norteamericanos a avalar el T-MEC (TLCAN 2.0). Pero no se puede perder de vista que hubo un chantaje. La telenovela Trump-Amlo, sin embargo, se seguirá desarrollando y serán las presiones cada vez más fuertes según avance el proceso electoral en Estados Unidos. Es decir que podríamos esperar nuevos episodios similares en el futuro: chantaje-sumisión. Pero más allá del obvio uso electoral de México por parte de Trump, de fondo se encuentra, sobre todo, la necesidad del imperialismo, más allá de sus formas políticas coyunturales, de hacer saber que la soberanía en lo que consideran “su patio trasero” está prohibida. Es en el mediano plazo donde varias de las apuestas, todavía más declarativas que reales, del nuevo gobierno podrían encontrar una limitación, sin avanzar hacia alguna forma de confrontación antiimperialista, lo cual, por ahora, se antoja poco probable. Construir una opinión internacionalista y antiimperialista se vuelve una tarea urgente para el periodo actual y que, si no se hace desde premisas sectarias, podría eventualmente construir una base de movilización popular independiente y antiimperialista, por fuera del control y neocorporativismo, también en contradictoria construcción, como fue la asistencia mayoritaria al mitin de Tijuana. 3. Continuidades y rupturas ¿fin del neoliberalismo? Mucha tinta y saliva han corrido para tratar de demostrar o bien que hay una “superación del neoliberalismo” (por parte de quienes se alinean en la “4T”), para demostrar que hay una ruptura con los gobiernos anteriores y, por tanto, con el “neoliberalismo”5 ; para confirmar la “instalación de un populismo autoritario” (de parte de algunos de los voceros del antiguo régimen)6 ; o para “confirmar la completa continuidad del neoliberalismo”7 . El balance que el PRT tendría que desarrollar (y sobre el cual establecer apuestas de construcción partidaria), tendría que, 4 Ver A. Huerta “Los aranceles no provocan crisis, la provoca la austeridad fiscal” http://www.lajornadadeoriente.com.mx/puebla/los-aranceles-no-provocan-cr... 5 Ver, por ejemplo: “Las acciones de AMLO llevan a México a un cambio de régimen” https://www.jornada.com.mx/ultimas/2019/03/14/acciones-de-amlo-llevan-a-... 6 Ver, por ejemplo: P. Hiriart “Un mitin en favor de Trump” https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/pablo-hiriart/un-mitin-enfavor-d... 7 Ver, por ejemplo: R. Centeno “Neoliberalismo de izquierda” http://www.30-30.com.mx/el-neoliberalismo-de-izquierda/ 4 por principio de cuentas, salir de la “dictadura del presente”, es decir del análisis inmediatista, coyuntural, marcado por el impresionismo mediático (y de las redes sociales) para tratar, por el contrario, de encontrar las principales tendencias (todas abiertas) que en los siguientes meses irán delineando el marco del nuevo momento político. El gobierno de AMLO ha declarado, como si fuera un decreto, en varias ocasiones, empezando por el propio Presidente pero también otros de sus funcionario, que se ha acabado el “neoliberalismo”, al que han hecho sinónimo de la cínica corrupción de gobiernos pasados. Sin embargo, el neoliberalismo es un modelo de acumulación de capital y, a la vez un proyecto político, de clase8 . En cuanto a política económica se refiere, éste tiene en su esencia tres ejes centrales: a) Autonomía del Banco Central b) Austeridad y restricciones presupuestarias c) Deuda externa e interna (privada) y mecanismo de obtención de plusvalor extraordinario por la vía especulativa Ninguno de estos tres pilares ha sido tocado o pretenden ser modificados por el nuevo gobierno y, en tanto no se crucen estas líneas rojas, existe un relativo margen de maniobra político-discursivo de la que hace uso el nuevo gobierno (siempre, como ya se ha dicho, en el marco de una economía dependiente y exportadora). No sólo no han sido tocados estos elementos, sino que el pago puntual de la deuda y, sobre todo la austeridad presupuestaria se han vuelto la bandera del nuevo gobierno. La pedagogía política e increíble capacidad de introducir ideas políticas en millones de personas de AMLO lo ha llevado a simplificaciones equivocadas, por ejemplo, el igualar al neoliberalismo solamente con la corrupción, rodeando cualquier explicación de clase. El neoliberalismo no es sólo la corrupción; la corrupción (en su forma actual en países latinoamericanos) es una consecuencia del neoliberalismo y sus dinámicas privatizadoras. Por eso, el combate a la corrupción no implica en sí mismo el fin del neoliberalismo. Lo anterior no significa que para una democracia anticapitalista y socialista por la que luchamos no sea importante (incluso como demanda transitoria) la lucha contra la corrupción para construir conciencia de masas sobre el tipo de política que reivindicamos (véase, por ejemplo, la fuerte lucha del pueblo de Puerto Rico por la caída del gobernador de la colonia). Pero, sin restar importancia a que personajes como Peña Nieto, Lozoya, e incluso Barbosa, enfrenten procesos judiciales, es claro que limitarse a la lucha contra la corrupción a mediano plazo significa un freno al desarrollo de empoderamiento popular y construcción de alternativas políticas anticapialistas. La ideología política del neoliberalismo ha promovido también una hiper ciudadanización de la vida pública, donde la ilusión de “un ciudadano (hombre) igual a un voto”, donde las diferencias de clase, género, raza, se diluyen. El nuevo gobierno estimula y se mueve en esta lógica (al preferir las entregas individualizadas de los programas sociales, por ejemplo). Esta concepción propia del neoliberalismo es la que exalta el individualismo frente a la organización colectiva. En la llamada lucha contra la corrupción, AMLO considera a todas las organizaciones colectivas, intermedias, entre los usuarios de servicios públicos y el Estado, como corruptas por definición. En esta lógica busca destruir o por lo menos descalificar toda organización colectiva para hacer llegar 8 D. Harvey “El neoliberalismo es un proyecto político” http://www.cadtm.org/David-Harvey-El-Neoliberalismo-es 5 los servicios y recursos "directamente" a los individuos. En realidad se trata de un nuevo corporativismo hacia las instituciones estatales, aunque no necesariamente a estructuras partidarias que dado el carácter de Morena como partido y aparato electoral que no cuenta con "frentes de masas". El papel de las ONGs, o como se dice ahora OSC, puede ser discutido pues fueron fomentadas también por el neoliberalismo en la medida que el Estado empezó a abandonar sus responsabilidades sociales y las cedió en "corresponsabilidad" a las OSC, pero la ofensiva contra toda organización colectiva, estigmatizándolas como corruptas, no se limita a las ONGs, sino que tienen como objetivo también a organizaciones colectivas de clase como los sindicatos, organizaciones campesinas o populares. Es en cierta manera la actualización de los programas neoliberales del salinismo que por medio de "Solidaridad" buscaba destruir a las organizaciones colectivas, crear un nuevo corporativismo estatal e individualizar el contacto y la entrega de beneficios sociales, buscando demostrar la inutilidad de la organización y lucha colectiva. Por supuesto que la degeneración corrupta de líderes sindicales y organizaciones colectivas que han transformado, adulterado, conquistas sociales y de clase en privilegios burocráticos ofrecen una imagen de desprestigio que favorece al individualismo neoliberal. Esta tendencia general, en todo caso, fue también aplicada, por ejemplo por otros gobiernos “progresistas” como el PT en Brasil, donde amén de esta individualización si hubo una notable redistribución del ingreso que mejoró visiblemente las condiciones de vida de los sectores más precarizados de su sociedad, aunque en un contexto económico de mayor expansión y posibilidades redistributivas. La continuidad en lo esencial de las políticas de seguridad, básicamente la continuidad de la lógica de militarización como lo confirma la creación de la Guardia Nacional y de mega-proyectos extractivistas, son otros dos elementos centrales de continuidad en las políticas neoliberales. Incluso la recuperación salarial se encuentra en los márgenes de los cálculos y recomendaciones del Banco Mundial (aunque haya desencadenado, colateralmente la primavera obrera en Matamoros), ya que la hiperprecarización ha minado las posibilidades secundarias de realización de capital, en especial cuando las deudas privadas en el centro capitalista ahogan el consumo. El otro gran elemento de continuidad, de nuevo, a pesar de elementos ‘suavizadores’ es la propia reforma educativa obradorista, la cual, ha significado la continuidad del régimen laboral excepcional, al final de cuentas, como parte del gran proyecto neoliberal de desaparición de la labor docente. Las concesiones al desarrollo del fundamentalismo religioso político, o la política cultural y sobre ciencia y tecnología, así como la intromisión en la vida interna de organizaciones sindicales, se desarrollan también como elementos de preocupante continuidad neoliberal. Hay también continuidad en elementos claves como las políticas de salud que, en estos meses, han amenazado incluso la garantía de conquistas de movimientos LGBT y por la salud sexual, como la escasez de retrovirales. La narrativa obradorista se ha construido también sobre la base de la polarización del debate político. Estimulando la división “fifís vs. Chairos” e incluso la dicotomía, literalmente decimonónica, de “liberales vs conservadores”. Esta dicotomía es propia del populismo como estrategia política en América Latina9 , así como del “progresismo”, hoy en crisis regional10. Para el discurso lopezobradorista, ambas polarizaciones le han resultado cómodas, pues sitúan a todo elemento no alineado en el campo “corrupto, conservador, ‘fifí’”, como 9 P. Stefanony “Izquierda libertaria y “gobiernos populares”: varios puentes, no pocos precipicios” https://vientosur.info/spip.php?article7100 10 O. Beluche “La crisis del progresismo y la ofensiva de la derecha latinoamericana” https://www.prtmexico.org/singlepost/2017/12/15/La-crisis-del-progresism... 6 incluso lo hizo el propio AMLO al señalar al movimiento opositor a la termoeléctrica y el Plan Integral Morelos, como "ultraizquierdistas" pero también como "conservadores" o los ataques de Yeidckol Polensky a la candidatura obrera independiente de Matamoros. Y sin embargo, a escala social la dicotomía “fifí-chairo” puede significar relativa identidad de clase, contradictoria e imprecisa si se quiere. Las reacciones de la derecha contra los "chairos" y los insultos a López Obrador con el desprecio clasista con que lo insultan, de manera deformada pueden generar una polarización de clase, una cierta conciencia de clase, como la respuesta popular al insulto al "señor López", que responde diciendo "todos somos el señor López" que, dibuja un cierto orgullo y conciencia de clase pero que contradictoriamente se enmarca en un proyecto pluriclasista, bonapartista. Es importante, sin embargo, también hacer notar los elementos de ruptura, relativa y aún más simbólica, con elementos del anterior régimen11. De no existir, no se podría hablar de nuevo ciclo político. Quizá el principal elemento de ruptura sea el gran reacomodo de los elementos en el gobierno, la profunda (y alentadora) crisis, en distintos niveles, del PRI, PAN y PRD. Es decir, el principal elemento de ruptura, más que en el plano económico, se encuentra en la esfera de la política, donde las expresiones políticas del anterior periodo entran en crisis, y está por verse si salen o se reformulan, y se rearticula la política en torno al todavía informe MORENA. Es decir, como señalamos inmediatamente después del 1 de julio, el gran cambio provocado por la abrumadora y contundente derrota electoral del PRIAN que recogía el rechazo masivo (el hartazgo popular) expresado especialmente durante el sexenio de EPN y que debilitaba las tradicionales estructuras de control priísta y que estimula y da seguridad, confianza o valor en la continuación de las luchas populares y sobre todo en la capacidad de las masas para decidir el rumbo de sus vidas. Lo que contradictoriamente coexiste con la tendencia del lopezobradorismo a la desmovilización mientras se espera a que el nuevo gobierno resuelva todo. El digno, y reivindicable cambio de postura hacia Venezuela y Latinoamérica en general es también una ruptura de importancia. Los balbuceantes intentos por recuperar soberanía energética (sin cambiar el marco de la reforma energética de Peña, mucho menos de avanzar seriamente a una transición energética ecológica), es otro elemento de cambio, también, contradictoria con nuestras banderas, al poner problemas como la transición energética en un segundo plano, y mantener la ilusión de tomar al petróleo como la principal fuente para el “desarrollo”. La reducción salarial (que contrasta u oculta los recortes de personal trabajador precario y sin derechos en las instituciones públicas). Los reconocimientos de crímenes de Estado, sin que esto signifique ni dádiva del gobierno y, mucho menos, el acceso a verdad, justicia y memoria12; la instalación del uniforme neutro en las escuelas de la Ciudad de México, entre otras medidas si suponen una ruptura relativa con la política del periodo anterior. Por mencionar algunos ejemplos. En cualquier caso, los elementos de ruptura, aunque sean significativos en algunos casos, no implican aún un cambio de modelo de acumulación ni un giro radical en la política del Estado mexicano. Aunque es cierto que el modelo de acumulación neoliberal empolló a la corrupción en gran escala como fenómeno generalizado, su 11 G. Almeyra “Ante los hechos tozudos, un poco de realismo” https://www.facebook.com/guillermo.almeyra/posts/2305440659517027 12 Comité Eureka! “Una burla, memorial de Morelia! https://www.jornada.com.mx/2019/06/12/correo?fbclid=IwAR1JKpbH9Le4IQNUqQ... 7 reducción o eliminación de los niveles más cínicos no son suficientes para hablar de una superación del neoliberalismo y, en última instancia, no está en manos de un gobierno particular, cualquiera que sea su intención, su superación. Por el momento, el gobierno de AMLO puede ubicarse más como un “sprogresismo tardío" en la medida que en realidad todas las experiencias progresistas de América Latina, han mantenido políticas centrales del neoliberalismo (por ejemplo el extractivismo) más en la lógica de gobiernos como el Kichnerista en Argentina o el primer correísmo en Ecuador, es decir, como gobiernos que, como ha venido sucediendo significan un cambio en las coordenadas políticas, y que después de grandes movilizaciones populares, generan un impasse y tapón del desarrollo de luchas, más que procesos de empoderamiento popular en gran escala, como el primer chavismo. El "cambio" por estos motivos, la supuesta Cuarta Transformación, se queda en una permanente y hábil campaña política contra la corrupción, los salarios del Presidente y ciertos funcionarios, el cierre de Los Pinos, la venta del avión presidencial, la denuncia pública (sin consecuencias penales) de Presidentes y funcionarios corruptos (el caso de Lozoya parece abrir una nueva dinámica, pero empujada por la denuncia internacional por el caso Odebrecht y no necesariamente iniciada por el gobierno de AMLO) y la aplicación de algunas medidas asistencialistas (como las tarjetas para personas de la tercera edad, estudiantes o madres solteras) que frente a la continuidad de las centrales políticas neoliberales, antes señaladas, son realmente secundarias y sobre la superficie, a pesar de su importancia simbólica y política. 4. Debates y caminos de la izquierda En este marco, existe en todas las expresiones de la izquierda mexicana, en distintos niveles, un debate por tratar de entender el nuevo momento y las tareas a seguir, incluidas las expresiones que tienen sus fichas puestas en MORENA. Por un lado, hay cierta narrativa de la izquierda mexicana, más vinculada a lo que fue la tradición política del PCM, que pone una temporalidad ("68-88-2018"), y que justo termina su proceso la noche del 1 de julio de 2018, esta narrativa no tiene perspectivas para más allá. A pesar de que haya figuras identificadas con la izquierda en varios puestos gubernamentales y parlamentarios de la “4 T” que incluso puedan estar desempeñando un papel digno, no existe una posición de izquierda dentro del nuevo bloque. No hay una “Democracia Socialista” como en el primer PT, tampoco un “DSA” como hoy en la campaña de Bernie Sanders. A mediano plazo, una pregunta estratégica es si este tipo de expresiones pueden o no emerger dentro del saco de MORENA o a su margen. Al no existir una articulación de izquierda, independientemente del origen político individual de algunos funcionarios medios y bajos en el gobierno y en Morena, sino más bien la disolución política de todo proyecto programático de izquierda (es decir anticapitalista o socialista), no hay posibilidad de evolución o transformación hacia adelante del proyecto político del lopezobradorismo o de Morena, lo que no excluye la posibilidad de disputas, contradicciones y pugnas en su seno. De parte de quienes nos situamos a la izquierda del gobierno, existe, de momento, una dificultad política general. No sólo en saber caracterizar el nuevo momento, sino que, en medio de la continuación de las luchas de resistencia y nuevas movilizaciones (el movimiento obrero en Matamoros, las movilizaciones de mujeres, las resistencias 8 contra megaproyectos) se están construyendo nuevas y contradictorias vías de relación movimientosinstituciones, producto del recambio político, un cuadro a la medida para estimular inmovilidad y confusión. Entender las nuevas relaciones movimientos-instituciones en el nuevo periodo es central. Tanto como las claves de independencia política respecto al gobierno y su partido, y cada vez más, la visión feminista, ecosocialista, internacionalista y disidente sexual. No podemos sencillamente actuar contestatariamente al gobierno, como en los periodos del PRI y del PRIAN, sino ahora en medio de cierta confusión política poder construir un polo y alternativa anticapitalista que se distingue tanto del "progresismo"" como de la derecha de dentro y fuera del gobierno. No se puede caer en una caricatura sectaria que en cualquier encabezado ve "descalabros, crisis, traiciones"13; pero equivalente sería el error de formarse a la cola del nuevo gobierno, bajo el pretexto de que “viene la derecha”14 . En general, nos encontramos ante una batalla por la construcción de una referencia y alternativa propia, anticapitalista e independiente del gobierno. No; la izquierda no ha llegado al poder. No; el neoliberalismo no se ha acabado. No; no hay pacificación y el despojo y la represión continúan en varias zonas del país. Sí; sí hace falta una izquierda alternativa. Sí; sí hay que encontrar caminos para articular a la izquierda a la izquierda del gobierno. Si; la derecha en sus versiones renovadas (Trump, Bolsonaro, fundamentalismo religioso) son un peligro de largo plazo al que hay que combatir sin miramientos. A diferencia del momento 1988-1994, a escala social la nueva hegemonía en construcción de AMLO es mucho más fuerte que la que tuvo en su momento Cuauhtémoc Cárdenas, pero relativamente más débil en el espacio social de la izquierda. A pesar de ello el espacio propio de la izquierda, especialmente en los movimientos, no así en el terreno institucional y electoral, no está copado por el "morenismo". La articulación entre la dinámica “social” y “política” de las luchas, resistencias y alternativas anticapitalistas es un reto de gran importancia para organizaciones como la nuestra, sin falsas expectativas en el nuevo momento pero sin sectarismos simplones. Es cierto que, por el momento, el fenómeno político que significa AMLO eclipsa apuestas alternativas (aunque iniciativas como la candidatura 20/32 en Matamoros, el intento por obtener registro local de la OPT en la Ciudad de México, o los encuentros anticapitalistas alrededor del CNI-CIG, tengan su importancia). Pero existe un campo político potencial a la izquierda del gobierno. El espacio de lo que hemos llamado “polo anticapitalista” es hoy una diáspora de organizaciones, movimientos, colectivos, a la vez lejos de la tradición partidaria de la izquierda post-68, como desgastada y con las cicatrices de tres décadas de luchas defensivas y simple resistencia, sin horizonte político. No "estamos solos". Es una diferencia con la situación post 89, copada por el PRD. Aunque ahora, enfrentemos retos importantes como por ejemplo la ausencia de figuras públicas con relativa importancia que hoy se encuentren a la izquierda del gobierno. Desgraciadamente, Marichuy no pudo (o no quiso) construirse como vocera anticapitalista en general, y no hay otra figura o movimiento que (por ahora) pueda articular a la diáspora, aunque necesitamos potenciar lo que surja de los nuevos movimientos. Otro problema es el antidemocrático sistema político del país, que hace casi imposible la aparición de nuevos partidos con registro, incluso por la vía de “candidaturas independientes”. También es una limitante que, si bien la mayor radicalidad social hoy se encuentra en las luchas sociales, éstas tengan una cultura política que rechace la articulación política 13 Ver, por ejemplo, M. Aguilar Mora “ El catastrófico acuerdo de AMLO con Trump” http://www.30-30.com.mx/el-catastroficoacuerdo-de-amlo-con-trump/?fbclid... 14 El ejemplo de Brasil, y las explicaciones históricas de Bolsonaro son el mejor ejemplo. 9 (explicable dada la larga historia de traiciones y afrentas del periodo de hegemonía del PRD), que estimularían la “ilusión social”. En cualquier caso, la contradictoria situación del país impone a la izquierda mexicana la necesidad de abrir debates amplios, francos y sinceros sobre el nuevo momento en vías para rearticular apuestas políticas, sobre la base de independencia, feminismo, ecologismo e internacionalismo como ejes orientadores básicos. Al tiempo que, sin confundir enemigos, ni caer en la trampa del “enemigo principal”, combatir a la derecha, hoy en crisis pero con permanentes posibilidades de recomposición.